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-Perdona Kathia.-me dijo. Suspiré.

-No me hagas esto Valentino. Por favor... deja que piense. ¿No estoy preparada de acuerdo?-y él asintió.

-¿esto significa que me perdonas?-preguntó-¿de veras?

-No. todavía no. Tengo que pensar...

-De acuerdo... vamos con tu hermano, que está en el comedor.-asentí.

-¿Que tal ha ido?-me preguntó. Yo negué con la cabeza.

-Ya lo hablaremos después. En casa.

-Como quieras pequeña.-y sonrió.

-¿nos vamos Ben? No me encuentro muy bien...

-si. Vámonos. Adiós Valentino.-y se dirigió a la puerta.

-adiós. Piénsatelo princesa. Yo sé esperar.

-¿Vienes?-preguntó impaciente mi hermano.

-Vamos. Adiós.-y cerré la puerta. Una vez fuera, no pude evitar que las lágrimas me resbalaran por las mejillas y empecé a hiperventilar.

-tranquila bonita... no te alteres vamos...-me dijo con la voz entrecortada. Me rodeó con los brazos y apoyé mi cabeza en su pecho, sin dejar de sollozar.

-¡Lo he echado todo a perder! Yo le quiero mucho pero necesito tiempo. Y...-la angustia y el miedo se apoderó de mi hermano que me aferró el brazo y me obligó a mirarle. Tenía la cara desencajada por el terror que sentía y temblaba.

-No te pongas nerviosa, pequeña. Tranquila...

-¡Oh es que es horrible! Es la cosa más horrible... no puedo soportar la idea de vivir sin Valentino, pero creo que él... ¡no puedo!-sollocé.

-Vamos a casa Kathia.-asentí al borde de la desesperación.

Ojos de gataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora