Lo aparté suavemente. No queria que se sintiese herido otra vez. Le di un rápido beso en los labios y me agarró por la cintura antes de que mis pies tocaran el suelo. Se acercó a mi oido.
-Kathia, me excitas...
-Shh... te lo he dicho, Valentino...
-Lo sé, lo sé...-suspiró resignado. Me deshice de sus brazos y me puse la brusa que él me habia desabrochado antes de que lo avisara.-Amor...
-¿Sí?
-¿Sigues enfadada?
-No, cariño. Pero tengo sueño, y Ben...
-Te puedes quedar.-me interrumpió rápidamente y me hizo reír. Le acaricié el rostro con delicadeza y me besó la frente alzando mi mentón para encontrarse con mis ojos.-Siempre que quieras...
-Valentino, escucha. Mi hermano, pasa una noche solo y se emborracha. Tú llevas todas las noches de tu vida solo antes de conocerme y nunca te ha pasado nada.
-Te acompaño. Puedo dormir en el sofá...
-No. A mi hermano no es que le caigas muy bien... y no quiero arriesgarme a que te salte encima y empiece a golpearte... no.-dije tratando de sonar firme pero creo que no me salió especialmente bien.-No quiero que salgas herido...
-Cariño, por favor...
-No.
-Venga, Kathia...-volvió a insistir pero yo no pensaba bajar la guardia.-Espera, amor. Ahora vuelvo.
Y se alejó. Al cabo de pocos minutos volvió sin camiseta y con el cuerpo brillante. Oh, oh... lubricante. Ahora sí que no podría resistirme. Pero lo aparté cuando su cuerpo rozó mi brazo.
-Apártate, Valentino. Te he dicho que no estoy preparada.
-No quiero hacerte el amor. Bueno, en realidad sí, pero no mientras tú no quieras.-reconoció con una pícara sonrisa y desconfíe.
-Valentino...
-Mi amor...
-No. No quiero que vengas a dormir a mi casa.
-Lame.-ordenó de repente.
-¿Qué dices?-dije incapaz de creerlo.
-Que pongas la lengua y la muevas saboreando cada parte de mi espalda.
-¿Es una broma?
-No. Voy muy en serio, pequeña. Hazlo y ya te dejo en paz.
-No quiero que me dejes en paz. Quiero que aceptes...
-Hazlo, Kathia.
-Eh... No. Se te está yendo de las manos. Así que me voy para dejarte reflexionar, ¿vale?-dije levantándome de su lado y me alejé unos pasos. Me llamó pero no me volví. En vez de eso seguí andando, hasta llegar a la puerta.-Valentino, reflexiona, descansa.
-Estás enfadada.
-No.
-No mientas.-me recriminó.
-No lo hago, pero déjame. Yo también necesito mis momentos de paz.-dije. No lo vi muy convencido así que añadí:-Y tú, deberías hacer lo mismo.
-Me vas a poner los cuernos.
-¿Con quien?-pregunté incapaz ya de retener la risa.
-Con Benjamín.
-Es mi hermano.
-No sois de sangre. Y es de acogida.-dijo más molesto aún.-Te lo puedes tirar y nadie te va a decir nada.
En ese momento mis piernas flaquearon y caí redonda al suelo.