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Me senté en el asiento del copiloto y Ben se centró en conducir. Cuando llegamos a casa, mi hermano me acompañó a la habitación.

-Gracias por todo bro...-sonrió.-te amo...

-y yo pequeña. No va a pasar nada. Te lo prometo.-se me cerraron los ojos.

-despierta bonita... ya está. Valentino está bien. No le ha pasado nada... tranquilízate.-supuse que había tenido una pesadilla pero no me acordaba. Me abracé con fuerza a Ben y él me acarició el pelo.-tranquila Kathia. Estoy aquí.

-He tenido una pesadilla ¿verdad?

-Si. Decías que le amabas y qué harías cualquier cosa por él-y su expresión se volvió triste-y... que te ibas a suicidar por él... decías cosas muy raras.

-Sabes que no me voy a suicidar. Y nunca lo haría bro.

-Pero lo he pasado muy mal pequeña... y me pensaba que ibas en serio. He llorado. -admitió. Le puse una mano en el hombro.

-No me pienso hacer daño. Nunca. ¿Lo oyes? Nunca.-repetí con seguridad.

-De acuerdo.-y sonreí dándole un beso en la frente. Hice una mueca al notar que ardía.

-espera aquí.-dije, y fui a buscar el termómetro. Se lo puse. Efectivamente tenía fiebre, 39.  Lo acosté y lo tapé con la manta. Se durmió al poco rato y me quedé a su lado. Era complicada, la situación. Mi hermano con fiebre y Valentino... presionándome. Estaba echa un lío y necesitaba hablarlo con alguien. Cogí el móvil de la mesita de noche y llamé a Gina.

G: hola Kath.
K: estoy echa un lío. Valentino me presiona y Ben está en la cama con fiebre. Estoy muy confundida.
G: tranquila. ¡Me tienes a mi bonita!
K: sé que puedo contar contigo.
G: claro, siempre.
K: gracias. Ya hablaremos en el instituto. Adiós, que tengo que pensar...
G: gracias por contar conmigo.

Colgué.

-Hola Kathia.-me saludó Ben. Tenía el pelo empapado y todavía están ardiendo. Me senté a su lado y le acaricié el rostro delicadamente.

-Todavía tienes fiebre. No te levantes. Relájate.

-Tengo sed. ¿Me puedes traer un vaso de agua, por favor?-asentí. Volví y le alargué el vaso a mi hermano. Él se bebió el agua con ansiedad y me miró.

-descansa Ben. Estás enfermo...

-debo ayudarte a superar lo de Valentino.-repuso. Yo negué con la cabeza.

-Pequeño... estás enfermo. No te molestes en ayudarme. ¿Tú solo descansa de acuerdo?

- si.

-te quiero pequeño. Duerme.-dije y él cerró los ojos. Cuando se despertó la fiebre le había bajado y estaba muy vivaracho y alegre.

-¡Pequeña!-dijo, y me abrazó.

-¿Que ocurre bro?

-nada.-dijo y se le escapó una risa que ahogó de seguida.

-¡dios!-clamé de repente saltando de la cama.-no he pensado lo de Valentino, se va a enfadar conmigo. Yo lo quiero pero no me puede presionar tanto. Estoy echa un lío.

-tranquila.

Ojos de gataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora