Parte 1

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Empezó a llover cuando estaba en el taxi a mitad de camino hacia casa. Joonmyun contempló por la ventanilla cómo las gotas se deslizaban por los paneles publicitarios que cercaban las aceras y anunciaban el próximo álbum de SHINee, el grupo de idols más popular del momento. Desvió la mirada al CD firmado que llevaba en el regazo. Firmado por una «estrella en ciernes», por «la nueva promesa del rock», como él mismo lo había definido en el programa, a pesar de que todavía no había escuchado ni una canción de dicho álbum. El segundo mini-álbum de Chen prometía ser el disco más innovador del año, con temas que explotarían al máximo la soberbia calidad vocal del misterioso artista que iba a embaucar al país entero.

Joonmyun se preguntó qué habría pasado con el primero, por qué nunca había oído hablar de él. Se preguntó si alguna vez vería a esta promesa de la música coreana en carteles, anunciando un quinto, sexto álbum; o si todo quedaría en eso, en promesa y nada más.

Joonmyun soltó el aire con fuerza por la nariz y se puso la mano en la frente, para masajearla hasta que los síntomas de una incipiente migraña que sentía se atenuaran, o para dejar de mirar al chico de la portada. Tenía el brazo levantado, como si estuviera animando al público a gritar más, a disfrutar más. Llevaba una camiseta de los Rolling Stones, o lo que quedaba de ella, porque los costados estaban totalmente cortados y dejaban ver un tatuaje sobre sus costillas. ¿Sería de verdad? Quizá fuera otra de tantas cosas sobre Chen queparecían, pero no.

El taxista se detuvo frente a su edificio y Joonmyun le tendió su tarjeta para que se cobrase el viaje, agradecido por llegar a casa por fin tras un día que se le había hecho muy largo y que el trabajo no le había puesto nada fácil.

Cuando abrió la puerta, ni siquiera se sorprendió al ver la televisión encendida y la coronilla de Jongin asomando por el respaldo de su sofá.

—Sé que fui yo quien te dio la llave para entrar a casa por si te surgía alguna emergencia, pero a lo mejor voy a tener que empezar a pasarte también el recibo de la luz —dijo, con pesar fingido y una sonrisa que su vecino no podía ver.

—Hyung. Era una emergencia. No me quedaban Doritos —dijo Jongin, y se incorporó para mirar a Joonmyun. Sonaba cansado—. Es tarde. Ya no sabía si ibas a venir a casa.

—¿Y por qué no iba a venir? —preguntó Joonmyun, con calma.

Jongin lo miró con los ojos entornados.

—Bueno, he estado viendo el stream de tu programa, y no sabía si alguien te iba a entretener... —La mirada que le devolvió Joonmyun fue suficiente para que supiera que no debía seguir por ahí, así que se mordió el labio inferior.

Joonmyun se arremangó la camisa y se dejó caer en una de las dos sillas de la cocina con un profundo suspiro.

—Veo que ha sido un día duro para ambos —murmuró Jongin, con una expresión indescifrable—. ¿Empiezas tú o empiezo yo?

Joonmyun no tenía muchas ganas de hablar, más bien quería darse una ducha, tirarse en la cama y dar por terminada la jornada. Pero charlar con Jongin siempre le venía bien, así que se levantó de la silla y se dirigió al sofá. Cuando lo rodeó, vio a Jongin sacar las patatas fritas de la bolsa con la mano izquierda y se le cayó el alma a los pies al ver que llevaba el brazo derecho en cabestrillo.

—¿Qué te ha pasado? —exclamó Joonmyun, con los ojos como platos. Notaba el corazón acelerado en la garganta, un terror demasiado familiar le atenazaba el pecho.

Jongin levantó la vista, y le dedicó una sonrisa evidentemente forzada.

—Vale, entonces empiezo yo.

te tengo y no [suchen/fake dating!au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora