Siempre había creído que tenía un amplio repertorio de formas personalizadas de medir el dolor. «Me duele más que un chiste malo de Joonmyun». «Me duele más que el final de la primera película de Pokémon». «Me duele más que una bolsa de Doritos vacía». Pero Jongin no tenía palabras para esto.
En cuanto la bola curva había salido de su mano había sentido un extraño latigazo en el interior del codo, pero no había notado el dolor de inmediato. El dolor había comenzado unos minutos después, cuando intentó volver a lanzar y la vista se le puso totalmente blanca al instante. Las rodillas le fallaron y cayó al suelo, y al menos tuvo el tino de no intentar apoyarse en el brazo lesionado al caer, aunque apenas podía pensar con claridad.
Una lesión. Había esperado que jamás le tocara, y en ese momento, en lo único que podía pensar más allá del dolor era qué demonios iba a hacer con su vida si era grave. Solo tenía el béisbol, nunca se había planteado nada que no fuera el béisbol. Estaba cursando Estudios del Deporte, maldita sea, los únicos que estudiaban eso eran los que necesitaban estudiar cualquier cosa para centrarse en ser los mejores jugadores y optar a un puesto en ligas profesionales. Quizá podría estudiar el máster de Gestión y ser el mánager de algún equipo, pero quizá también se moriría de pena si tenía que observar el campo desde fuera, sin lanzar, sin batear.
—¡Jongin! —Una voz grave resonó en su oído segundos después de que cayera y Kyungsoo, el cátcher, intentó levantarlo. Jongin dio gracias en silencio, aliviado porque lo hiciera por el lado izquierdo—. ¡Entrenador!
El entrenador Jung llegó junto a él enseguida, con un gesto de terror en la cara. Jongin quería sujetarse el brazo, lo notaba en llamas, o como si estuvieran atravesándole el codo con un machete. No podía decidirse. No sabía con qué compararlo. No había sufrido un dolor así en su vida. Mientras le ponían hielo en el codo y Kyungsoo lo ayudaba a entrar en el coche del entrenador para ir al hospital, Jongin temió por primera vez en su vida por sus sueños.
Al atravesar la puerta del hospital para salir se sentía diez mil veces mejor que al cruzarla para entrar. Tras hacerle las pruebas pertinentes, los médicos le habían mencionado esguinces, un «desgarro parcial del ligamento colateral cubital por desgaste», y Jongin, que por suerte o por desgracia sabía exactamente de qué hablaban, había empezado a temblar. Al ver su palidez, uno de los médicos le había insistido con voz tranquilizadora en que la lesión no era grave, que no haría falta cirugía si seguía sus indicaciones, que solo tendría que llevar la escayola que le habían puesto un tiempo y cumplir a rajatabla con la rehabilitación. Le advirtieron con seriedad que no podría jugar a béisbol en unos meses si pretendía curarse por completo, como si pensaran que Jongin iba a ignorar su consejo. Odiaría cada segundo que no estuviera jugando o entrenando, por supuesto, pero mientras pudiera seguir haciéndolo a largo plazo, no le importaba esperar a estar plenamente recuperado. No le importaba mientras sus planes para el futuro quedaran intactos.
De vuelta en el coche, el entrenador insistió en llevarlo a casa.
—No es necesario, entrenador, de verdad, vivo justo aquí al lado... —El hospital de la Yonsei estaba muy cerca de su casa, en Sinchon, pero la verdad es que Jongin agradeció que lo llevaran. Se sentía muy cansado de repente, como si no pudiera andar ni dos pasos.
Kyungsoo estaba sentado en el asiento delantero. Aunque se había quitado el casco antes de subir, todavía iba con el chaleco puesto, y se daba la vuelta de cuando en cuando para mirar a Jongin con una mirada seria, bastante asesina. La verdad es que Jongin no se atrevía ni a hablarle desde que había empezado a entrenar con ellos hacía unas semanas.
Kyungsoo había llegado desde otra universidad cuando comenzaron el curso en marzo, y se había inscrito en los Iron Bats casi antes que en las clases de Estudios del Deporte, como Jongin. Era un año mayor que Jongin, pero no había conseguido entrar en el equipo titular de inmediato. Como eran un equipo tan grande practicaban en grupos y Jongin solía entrenar solo con los titulares, por lo que nunca había coincidido con él más que unos minutos. Sin embargo, a finales de mayo Kyungsoo había salido del banquillo definitivamente para sustituir al cátcher titular, un estudiante de cuarto que ya estaba a punto de terminar los estudios y había conseguido un buen puesto en prácticas en una empresa de electrónica a base de renombre familiar. El béisbol era solo un hobby para el antiguo cátcher, pero en cuanto lo vio entrenar, Jongin se dio cuenta de que ese no era el caso de Kyungsoo. Se tomaba el béisbol muy en serio, con una dedicación digna de un profesional, y Jongin, por supuesto, lo admiró fervientemente desde el primer momento. Hasta la primera mirada asesina.
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te tengo y no [suchen/fake dating!au]
FanfictionLlevaba mucho tiempo esperando el empujón que le faltaba para dar el salto a la fama, pero los rumores que lo relacionaban con Jongdae no entraban en los planes de Joonmyun, y mucho menos la estratagema de su empresa para aprovecharlos. ************...