Capítulo dos

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Una vez, un compañero comenzó a discutir con un profesor. Todo el instituto sabía que él estaba involucrado con las drogas, así que nadie se atrevía a meterse con él... A excepción de aquel hombre, claro estaba.

En una de esas, Isidora se puso de pie y se marchó del salón junto con su viejo y pequeño bolso celeste, donde con suerte cabían las cosas que necesitaba para estudiar. El profesor se quedó perplejo observando cómo la puerta se cerraba tras la chica de las estrellas, quien no pronunció palabra alguna al irse.

Al ver cómo se iba, unos repentinos deseos de seguirla a dondequiera que se fuera me asaltaron. Por un momento estuve a punto de realizar lo mismo que ella, pero fui demasiado miedoso como para atreverme a hacer algo así. Sabía que tenía tanta mala suerte que el profesor acabaría enviándome con el director, y no tenía ganas de recibir un sermón por parte de un adulto que cree tener el control sobre toda una escuela, cuando en realidad no es así.

Me arrepiento de haber sido tan cobarde. Si la hubiera seguido, puede que aún siguiera aquí, tan invisible como siempre, rodeada de personas que jamás brillarían como ella y que nunca lograrían comprenderla.

La chica de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora