Eifersucht (Celos)

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Dios, estando en este lugar me siento tan incomoda, es un antro tan a desacorde conmigo, pero él me ha obligado a venir, Sebastián es tan malditamente terco, incluso me llevo a que me arreglaran, supongo que con todo lo que nos conocemos se tenía que dar cuenta que no me va a conquistar con regalos, odio que la gente piense que puede comprar a otros.

Llevo una blusa que tiene como lentejuelas negras, un pantalón justo y unos altos tacones, y mi cabello esta acomodado con ondas, el maquillaje es obscuro, creo que se dice ¨ahumado¨.

Hay mucha gente que Sebastián conoce y otros que yo conozco casualmente, no soy de las personas que se viste así seguido y menos que use tanto maquillaje, no tengo nada en contra de eso, pero no es mi tipo.

La música esta tan alta que muevo la boca y no sé qué es lo que se escucha. Saben... siempre les he tenido algo de miedo a estos lugares, quizá alguno de ustedes comprenda.

Yo me quede sentada en una de las mesas, como no tomo nada de alcohol y Sebastián lo sabe pero no le gusta se ha empeñado en pedirme una cerveza, no le he hecho mala cara, solo la dejo en la mesa sin tocarla, en la mesa esta: Sebastián, dos amigos suyos más que sinceramente no me importan o más bien yo no les importo, siempre que salgo con Sebas a estos lugares siento que más bien soy su mascota, sentada, sin hablar, esperando a que alguien le dirija la palabra para solo hacer señas con la cabeza. Sebastián no sabe cómo me siento en este momento.

Después de fingir que le di un trago a cerveza lo mire y sonreí porque en eso sonó una canción que el siempre canta, no es como si fuera mi favorita, pero me trae buenos recuerdos ¨si tú te vas de Enrique Iglesias¨ y comenzó a tararearla, movió los hombros y me miro con una sonrisa pícara, la canción es bastante boba, pero tiene buen ritmo, después entrelazo mis dedos con los suyos y escondió la mano bajo la mesa, siento lindo que me tomara la mano, pero al parecer le doy vergüenza...

Si quieren motivos por los cuales no estoy con él, ese es uno bueno.

Retiro mi mano y junto mis muñecas sombre el regazo,  el me mira y yo sonrió, sabe que estuvo mal lo que hizo, pero, ni quiero llevarlo más lejos de lo que es así que me decido ir un poco antes.

- Sebastián, ya me tengo que ir – fingí que vi la hora en el celular, tome el bolso y pues un pie sobre el piso.

- No te vayas, aún es temprano y vamos a ir a mi casa a estar un rato – esta vez tomo mi mano en público – por favor.

No está bien que yo seda tan rápido.

- Me tendrás que llevar casa - suelto su mano y le doy un golpecito en el hombro derecho.

Creo que ya se dieron cuenta que el me gusta muchísimo, pero no, es alguien pedante y horrible, y no quiero que siempre me trate como su mascota.

Me senté en la silla alta y espere de nuevo a que pasara el tiempo, pero esta vez llego otra chica, a ella la conozco se llama Lizet, es hermosa y tiene treinta años, tiene un buen cuerpo y buen trabajo, es igual a los demás, no se da cuenta de que estoy ahí.

me agaché un poco para sobarme el pie -malditos tacones- pensé en voz alta. Cuando subí la mirada para sentarme correctamente vi que la mano izquierda de Sebastián tocaba de manera ¨indebida¨ la pierna de Lizet, me quise levantar tan rápido que mi banco se hizo para atrás y por consecuencia yo también,  adivinen quien esta cayendo y sufriendo la vergüenza de su vida, si, esa persona soy yo.

Ya en el piso y después de un horrible sonido que hizo que todos me miraran, todo el cuerpo me dolía, empece a levantarme, Sebas está a punto de darme la mano, cuando alguien me sujeta de los brazos y me ayuda a levantarme, claro que estoy batallando tengo unos tacones de diez centímetros, y un pantalón ajustado.

me giro para darle las gracias, pero está levantando el banco, solo veo su cabello que esta sujeto como cuando uno no tiene tiempo. Su cabello no es amarillo ni blanco, es dorado, recién termino de levantar mi asiento.

- Disculpa, y muchas gracias – le digo lo más alto posible para que me escuche.

Se pone de pie completamente y veo que tan alto es, yo diría que 1.90 metros cuando menos, le estoy mirando el rostro y lo que veo es un par de hermosos ojos de eso si no les podre decir el color porque el lugar es demasiado obscuro, tiene la nariz alargada, los labios ligueramente delgados, y tez muy clara, al menos lo suficiente como para que el color de las luces se refleje casi intacta en su rostro, es alguien delgado, pero no se ve mal.

- No te preocupes, son cosas que pasan – dijo gritando también.

Lleva una camisa negra, pantalones de mezclilla, no alcanzo a ver bien los zapatos.

Sebastián lo mira, sonríe, le da la mano, se acercan el uno al otro y comienzan a murmura, Sebas le dice en voz alta

- Siéntate – le extiende la mano.

No distingo que dice el hombre, pero creo que dice ¨gracias¨.

Como cinco minutos van a tardar en darnos otra silla así que él se queda parado entere Sebas y yo.

- Él es Norbert Boehum – Sebastián se sonríe y Norbert se sonríe.

Llega un hombre a interrumpirnos con el banco.

- Gracias – alcanzo a escuchar que dice el rubio.

Se sienta y hasta parece que queda más abajo a que si estuviera de pie.

- ¿de dónde eres? – por su físico no es mexicano pero su acento no es tan diferente.

Me mira y sonríe con cordialidad.

- Soy alemán, pero tengo toda la vida aquí – se encoje de hombros

Es hora de practicar mi alemán.

- Yo tome clases de alemán un tiempo – le digo en su idioma.

- Linda he inteligente – se sonríe y muestra sus hermosos dientes blancos

Hay que dar crédito a que no me derretí.

- Muchas gracias – dije sonrojada – mi nombre es Sarahí Estrada –

Sebastián nos mira feo.

- No sabía que hablabas alemán – me dice levantando la ceja izquierda, pero esta vez aprieta los labios.

- Hay muchas cosas que no sabes – le digo con indiferencia y continúo hablando con Norbert.

No es tan frio como para ser alemán.

Chrysina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora