XI: NUEVO AMANECER

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Javier suspiraba y todo su cuerpo entrelazaba el mío. La habitación estaba embargada de la cálida luz de medio día. Mis manos sujetaban su rostro mientras sin dejar de besarnos hacíamos el amor. Sus manos acariciaban, mientras sonreía en mi boca, los costados de mi almohada yo enrollaba mis piernas en su cadera. Nada se le comparaba a ese momento y a ese lugar, las sábanas nos cubrían la caderas, y  su espalda se contraía con cada mordida y parte del ritual.
Su cuerpo y el latido de su corazón me llenaban por completo mientras mis cicatrices lentamente iban desapareciendo. 
Sin dejarme atormentar por nada grité su nombre mientras el calor de nuestros cuerpos iba en aumento, el fuego que emanaba su boca y todos sus movimientos me llevaban al cielo. Sus palabras al besarme la piel me llevaban a un límite inexplicable, su piel morena se fusionaba entre las transpiración de nuestros vientres y el placer de nuestros espíritus los veía en el reflejo de sus ojos brillantes.
-Sabes que te amo, preciosa...-susurró al mismo tiempo que recorría con besos mi cuello. Los fuelles de la cama sonaban sin parar y nuestros suspiros llenaban todo el lugar, Javier sonreía con cada suspiro mío y yo no podía dejar de mirar su rostro escondido entre mi cuello que dejaba entrever su barba de dos días y la sonrisa de su boca,  su pelo que me cubría la mejilla izquierda y me entibiaba de una manera extraña  mi cara. Lo amaba y lo sentía en el alma, él me amaba lo sentía en el cuerpo, nos amábamos los sentía el corazón.
Su centro llenaba el mio aún más con el paso de los minutos, y con esto el calor era mucho más fuerte, el fuerte cosquilleo de mi vientre y de mis espalda hacían que me arqueara y quisiera más de Javier, todavía más. Con urgencia nos movíamos más rápido junto al mismo tiempo que mis 1000 sentidos me entregaban cientos de sensaciones por todo el cuerpo, algo diferente, placentero y cálido iba naciendo en cada poro al correr del tiempo y sin que nadie pudiese detenerme, mi cuerpo se tenso y grité su nombre mientras poco a poco iba recuperando la calma.
-Te amo -dije.
-También te amo, Ro.

Desperté cuatro horas más tarde con el cuerpo agarrotado y una sonrisa de tonta en la cara, unas piernas y unos brazos me apretaban a su cuerpo y el olor de éste me saciaba por completo, suspire el momento llenando de besos su pecho, Javier se removió riendo ronco y con un movimiento limpio se sentó encima mío, juntó nuestras manos y se agachó a mi cara a besarme, su pelo cayó   y su sonrisa iluminó su rostro. Nuestros torsos volvieron a tocarse y me estremecí, besó mi boca, mi nariz y mi frente, y lentamente fue bajando hasta mi cuello, ahí se detuvo y con ternura me fue mordiendo, bajo su mano izquierda a mi muslo derecho y lo subió a su cadera, levantó la cabeza para mirarme y se mordió el labio, me levantó el otro muslo y yo gemí.
-No dejes de mirarme - me ordenó con dulzura. Yo asentí como una tonta y me acomodé a su cadera. Sus ojos brillaron con la primera embestida, y yo suspire con fuerza al sentir su mirada clavada en mis ojos, necesitaba cerrarlos a medida que iba transcurriendo el tiempo, cada vez era más fuerte. Gemí. Javier dejando mis muslos entrelazados en su cadera colocó sus brazos en noventa grados a los costados de mi cabeza y comenzó a besarme con ternura, yo me agarré a su espalda  y cerré los ojos dejandome llevar por sus labios. Su boca volvió a  bajar por mi cuello succionando mi piel,  aperlada nuevamente por el fuego de nuestro tiempo.
Sus manos bajaron y  se acurrucaron en mi cintura apretándome con fuerza, el calor de mi vientre fue en aumento y nuestras respiraciones entre cortadas también, me obligué a no detenerme aún y aguanté, Javier no me daba tregua, si la primera vez había ido lento ahora me demostraba todo lo contrario, sus movimientos eran fuertes y a la vez dulces, pero sin dejar de tener menos deseo, es más a cada segundo quería más y más de mí, yo de él. Los movimientos se volvieron cada vez más acalorados, gritamos nuestros nombres y sin poder más arqueando mi espalda me deshice y me tumbe en la cama, jadeba mientras Javier aún continuaba sus embestidas, tomó mi espalda con sus manos y la levantó aumentando la velocidad en sus movimientos y al gritar mi nombre cayó encima mío abrazando y guardando el momento entre sus brazos.
Su respiración golpeaba mi sien y yo agotada recuperaba la noción del tiempo, abracé a Javier con fuerza y salí de debajo de él, él agotado me tomó entre sus brazos y yo me acurruqué junto a su cuerpo, aspirando su olor y dejándome llevar por  el sueño.

Horas después abrí los ojos y Javier no estaba a mi lado, la noche había llegado a la habitación. Me levanté y encendí la luz, tirada en el suelo estaba su camisa, la tomé entre mis manos y me la coloqué.
La luz del baño estaba encendida y fui a curiosear, Javier se estaba bañando, sin pensarlo dos veces me quité la camisa y me metí con él.
-Creí que nunca despertarias.

Entré a la ducha y me mojé de agua tibia, besé a Javier bajo el grifo de agua y me reí en su boca mojada. Tomé la esponja y le vertí un poco de gel de ducha, recorrí el cuello de Javier, su pecho y su espalda, me detuve en sus glúteos y le pegué unas nalgadas, nos reímos y continué. Cuando llegó mi turno me colocó a  espaldas de su dorso tomando el jabón fue acariciando mi cuerpo, guió la pastilla por mi cuello, por senos, por mi vientre, con sus dedos fue esparciendo la espuma, con la mano izquierda tomó el envase de champú y me colocó en el pelo, con suavidad fue acariciando toda mi cabeza. Llevó el grifo a mi cuerpo y enjuagó la espuma de mi cuerpo y me entregó el grifo para que yo también lo hiciera con él, me di la vuelta y pasé por cada parte que quise mis manos y el agua, terminado, volvió a quitarme el grifo y me susurró que cerrara los ojos,enjuagó mi pelo y se apegó a mí.
-Te quiero, Ro. No sabes cuánto...

Terminamos recostados nuevamente contándonos los lunares, diciéndonos palabras repetidas en la historia y cautivando con besos los momentos tristes de nuestra vida, encontré en él el consuelo suficiente para sonreír una vez más y llenar de amor mi corazón.

-Lo sé, es inevitable...Lo sé, pero...Es que...Sí, estaré ahí a primera hora de la mañana...Muchas gracias, hasta entonces.
-¿Y?
- ¡Mañana me recibirán!- Una semana había pasado, una semana entre las sábanas de mi cama y sin querer la influencia de Javier me convenció a buscar un trabajo mejor, la librería me gustaba pero no ganaba lo suficiente para costear la universidad el año siguiente. Había mandado currículum a todos los puestos libres de la ciudad que ofrecían mejor sueldo al que estaba recibiendo, y luego de una semana me llamaron  para  una entrevista de trabajo en un café en el centro de la ciudad, el único inconveniente es que no tenía más experiencia social que la de la librería, por lo que me harían un mes de prueba.
- Amor, eso esto es increíble. Podrás retomar tus estudios, estoy seguro que puedes tener una beca, puedo hablar con algunos de mis...
-No, Javier, gracias...Pero prefiero que me cueste, así luego puedo sentirme orgullosa de mi esfuerzo.
- Nunca dejarás de sentirte menos orgullosa, Ro. Eres una mujer valiente, y aunque no quieras mi ayuda, sabes que cuentas conmigo por si te arrepientes.
-Lo sé, y te lo agradezco. Ahora solo quiero invitarte a caminar y disfrutar del día, ¿qué me dices?
- Nena yo iría al fin del mundo contigo.

YOU AND MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora