Punto de partida

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Nunca he visto una mujer siquiera parecida, me provoca un escalofrío que recorre mis brazos y me eriza los vellos. Cualquiera se alejaría, pero no es mi caso, no soy de los que temen a lo desconocido. Me acerco al marco de la ventana para verla mejor, contemplo su figura unos minutos antes de atreverme a conocerla. Cuán hermoso es el cabello blanco que adorna su rostro y el vestido negro que resalta su delicada piel blanca. Me deja atónito, sus grandes ojos me transmiten una sensación de felicidad e intriga, dos oscuras joyas que brillan mientras me observa. 

Llegó el momento, ya esperé suficiente y aunque sea mi última decisión ella vale cada parte de mí, me paro sobre la abertura y doy el salto final hacia sus brazos, la tomo con fuerza, la aprieto contra mi pecho, sin pensarlo dos veces la beso intensamente. Pasan algunos segundos, y sus labios tibios comienzan a sentirse fríos gracias a la enorme ráfaga de viento que nos asola incesantemente, todo instante de aquel beso fue perfecto.

De pronto un rayo de energía recorre todo mi cuerpo, el viento se detiene para siempre, una exhalación permite que se escape mi último aliento, un dolor intenso y fulminante que dura solo un segundo me posee...

Luego el dolor se desvanece junto con mi vida terrenal, puedo sentir la tranquilidad de la muerte, quizá no fue tan mala idea saltar del piso treinta y dos del edificio donde solía trabajar... 

Castigo en el limboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora