capítulo 1: La Winchester de papá.

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Todo lo que a veces queremos está fuera de nuestro alcance, pero si en realidad lo deseamos con la fuerza de mil mundos, con la fuerza de un huracán, tan solo estirando hasta el límite nuestras manos y poniéndonos de puntitas sobre los dedos de nuestros pies, como una bailarina de ballet, solo de esa manera alcanzamos lo que queremos.
Eso se aplica a todo.
Si queremos algo, y está al alcance de nuestras manos, nos levantamos y lo buscamos, como el mando de distancia de la televisión o como el frasco de galletas que mamá guarda en la repisa superior. O, como en mi caso, la winchester de papá.

Dicen que desear algo que no puedes tener es un pecado.

Es cierto, no trataba de alcanzarlo si no fuera de vida o muerte.

La última vez que traté de usarlo fue cuando acompañé a papá a cazar en el bosque, él me enseñó cada cosa que tenía que tener en cuenta para apuntar y disparar.
Lo había intentado con una botella a varios metros de distancia y ,cuando sonó el boom que casi me dejó sorda, me dio un empujón hasta caer de culo en el suelo de tierra.
Sin embargo, ahora era por algo muy distinto que implicaba asegurar mi vida.

Toda chica de dieciséis años correría a pedirles ayuda a sus padres, me incluía. Le había dicho a mis padres las cosas que me sucedían cuando estaba sola y cómo me sentía con respecto a alguien acechándome en cada esquina; sólo me hicieron una cita con el psicólogo y sus problemas estuvieron solucionados. Eso había sido hace unos años atrás, después de eso ya no traje a colación el tema.
Aunque mis problemas habían empeorado en niveles estratosféricos.

Habían llegado al límite de lo que pude aguantar sin hacer nada. Cosas sobrenaturales me ocurrían cada vez que estaba fuera de mi casa y ni hablar de adentro.
Todos decían lo loca que parecía tratando de explicarlo y hasta yo creo que me veía loca contándolo. No pude decirles a nadie cómo fue que esta mañana terminé de culo del otro lado de la vereda cuando iba a cruzar la calle o cómo también esta mañana, mientras estaba preparándome mi desayuno, desapareció de la encimera el filoso cuchillo que estaba utilizando. No pude contarle ni siquiera a mi psicólogo los sueños que estaba teniendo, no creo que fueran pesadillas, porque si un muchacho desnudo de la cintura para arriba los protagonizaba creo que estaba fuera de cuestión, sin embargo, perturba teniendo en cuenta la sangre que le brota de la espalda en dos finas líneas que se abren de apoco como una brecha.
Me inquietaba cada vez que quería ver su rostro él desaparecía y mi sueño se disolvía como sal en el agua.

Estaba harta de que a mí me sucedían esas mierdas que jodían con mi mente, tanto que sin duda alguna pude alcanzar el arma.

Haberme subido a una silla y estirarme sobre el alto ropero de mis padres para alcanzar la winchester de papá fue algo que nunca pensé que llegaría a hacer.

Busqué los cartuchos de pólvora en los cajones de la mesita de noche. El cajón, que sospechaba lo tenía, estaba cerrado con llave.

Eso nunca fue problema.

Solía abrir mi casillero en la escuela con una horquilla de alambre. Cuando se me perdió la llave debido a la desaparición de mis cosas, tuve que aprender a la fuerza.

Me tembló las manos cuando cargué el arma y puse algunos cartuchos en mi bolsillo. Sabía que estaba corta de tiempo y que me debía apresurar, ya que en la cocina estaba ocurriendo un desastre inminente.

Corrí sin hacer mucho ruido, mis padres no estaban nunca a estas horas ya que trabajaban mucho, pero si alertaba mi presencia con mis movimientos, lo que sea que había abajo desaparecería.
Bajé las escaleras empinadas y me dirigí a la cocina, levanté el arma y apunté firmemente. Mis manos temblaron un poco y eso es algo que me hizo sentir débil. ¿Tanto era pedir tener una vida normal?

El ruido anterior cesó, pero lo que quedó a la vista era algo que solo una demoledora podría hacer.
Bajé el arma para hacer un control de daños. Observé las ollas y cubiertos esparcidos por el suelo y el florero favorito de mamá hecho trizas en el suelo.
Todo me iba a llevar horas solucionar y no era la primera vez que algo por el estilo me ocurría.

El viento azotó la puerta, levanté mi arma y fui hacia la puerta que daba al patio trasero.

Caminé con un picor en los ojos, solo las lágrimas que parecían emerger podrían hacerme pestañear varias veces. Tenía miedo de morir sin haberles dicho a mis padres esta mañana antes de ir a la escuela, que los amaba. Sin haberle dicho a mi amiga lo mucho que la quería.

Salí al jardín y miré a mi alrededor hasta que algo apareció en mi campo de visión.

Algo estaba siendo tomado del cuello en un mortal agarre de alguien detrás, un fuerte brazo envuelto alrededor y una mano sosteniendo lo que parecía ser una espada con el filo en la garganta de esa cosa que no podía identificar. Lo único que sabía era que las dos cosas no eran normales y eso me aterrorizaba.

Los dos estaban en una danza mortal. Sólo que lo que estaba atrás era el que marcaba el ritmo y llevaba la delantera.

No me dio tiempo de registrar más detalles de la escena cuando tiré del gatillo, sólo cuando noté a alguien que sí parecía humano con un agujero en el pecho me di cuenta que la cosa que estaba sujetando desapareció en el aire, como polvo en el viento.

Asimilar lo que había pasado estaba siendo agotador.
Antes de que yo apretara el gatillo, él hundió profundamente la espada en la garganta de la cosa que sujetaba, hasta que se esfumó en el aire.

Estaba casi aliviada de tener a una persona humana a la vista, pero no ayudó que llevara una larga, brillante y afilada espada en sus manos.

Abrí la boca para articular algo, pero él bajó la vista y observó su pecho con los ojos abiertos, espantado, horrorizado. La espada que sostenía cayó sobre el césped con un ruido sordo y así como la espada cayó, sus ojos se pusieron blancos y se fue también al suelo.

Tragar el nudo que se formó en mi garganta era como tragar pan crudo. El agujero en su pecho tenía el mismo diámetro que un cartucho y fue cuando me di cuenta de que había asesinado a alguien.

Holaaa. Soy yo de nuevo pero en otro libro.
Esta idea se me ocurrió porque mi hermana quería que le dedique un libro, así que mientras estaba yo trabajando en el campo (específicamente hablando: extrayendo leche de las tetas de una vaca) se me vino a la mente el tema de los seres divinos (ángeles) y me pregunté ¿que pasa si una chica le dispara a un ángel? ¿Saldría sangre de su cuerpo? ¿Saldría leche de su cuerpo como las tetas de esta vaca? Uhmmm... Bueno... Esto último es broma.
Es algo imposible de ver y yo lo haré posible en letras. Solo necesito perseverancia de parte de ustedes y sus opiniones.
Necesito que me digan cuantas veces al día toman leche de vaca y que tal sabe. Jajajajajaja es broma.
Un poco de humor aquí.
Pero en en serio ¿ les gusta esta idea? ¿Sigo adelante?
Besos.
Bai.

Disparar A Un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora