¿ERES RICA?

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El verano pasó anodino.  Por primera vez en muchos años Lexa  no hizo un viaje con su abuelo. Él no se lo propuso y ella no quiso forzar la situación. Lexa, que era un espíritu libre se había adaptado muy bien a su vida independiente.  Como le aconsejó Lincoln, no renunció a estar con Gustus y lo visitaba frecuentemente. No se podía decir que la relación entre ambos se hubiera acabado de normalizar, pero con el transcurso de los días al menos ninguno de los dos se sentía incómodo ante la presencia del otro, que para empezar, ya era bastante.


En cuanto a Costa, no tuvo ocasión de verla. Hizo un par de intentos más de contactar con ella, pero no tuvo éxito, y al final, incluso se alegró de que así fuera. Había sido un primer amor fallido, un primer amor traumático y Lexa sólo deseó que no marcara sus relaciones futuras. Por Lincoln supo que Costia y John se habían ido de vacaciones juntos y que ella había cambiado al final de opinión a la hora de elegir Universidad y estudiaría en una ciudad diferente a la que en su momento pensó hacerlo.  Así pues, Lexa casi respiró aliviada pensando que al menos no tendría que encontrarse con ella mientras cursara su grado universitario y ella sí se atuvo a lo que había planeado. Solicitó plaza en la Universidad en la que tenía previsto hacerlo, pero en lugar de alojarse en una residencia universitaria decidió hacerlo en un piso de alquiler. Así pues, ayudada por Lincoln encontró un céntrico apartamento donde alojarse en la capital.


En esa ciudad aprendió a conocerse y sobre todo aprendió a quererse y aceptarse. Tuvo varias novias, chicas con las que comenzaba una relación ilusionante, que nunca llegaba a cuajar.  No se enamoró de ninguna como aquella primera vez, las quiso, las deseó, pero nunca llegó a amarlas como a ella. Visitaba frecuentemente a su abuelo.  Lo quería muchísimo, eso no cambió nunca y poco a poco su relación volvió a los parámetros de antaño. Pero su abuelo nunca le preguntó por su vida sentimental. Jamás.  Viajaban juntos, compartían tiempo juntos,  pero un tupido velo de silencio se cernía sobre la vida afectiva de Lexa,  como si de repente se hubiera convertido para su abuelo en un ser asexuado.  A ella tampoco le importaba mucho;  quizás si hubiera encontrado a alguien de quien se hubiera enamorado perdidamente hubiera surgido algún problema, pero durante su etapa universitaria jamás sintió la necesidad de llevar a su casa a nadie que fuera realmente importante para ella.


Los años fueron pasando. Lexa había cursado un doble grado de Turismo e Historia del Arte  y Lincoln un grado de Administración y Dirección de Empresas. Se veían frecuentemente y su amistad se había ido estrechando cada vez más con el paso del tiempo.  El año que se graduaron decidieron hacer un viaje juntos.  Así pués, se colgaron la mochila al hombro y cogieron un pase interrail dispuestos a no dejarse ningún rincón de Italia sin conocer.  Ese viaje, marcó la vida de ambos.


Estaban visitando Siena y descansaban exhaustos en la terraza de una cafetería cuando se fijaron en un magnífico edificio medio en ruinas del que colgaba un cartel de "Se vende"


-¡Mira qué preciosidad de edificio y que pena da verlo tan abandonado!  -comentó Lexa ante la imponente edificación que tenían delante.

-Cierto. Sería un magnífico emplazamiento para un pequeño hotel  -comentó Linconln mientras apuraba su cerveza.

-¿Tú crees?  -preguntó Lexa.

-Mira a tu  alrededor  -la hizo notar Lincoln-.   Una zona céntrica pero tranquila, un edificio esplendoroso y de buen tamaño, pero sin ser excesivamente grande. Con el dinero suficiente, se podría adaptar la estructura.

SIENA (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora