ESCARAMUZAS

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Cuando llegó a la sala con su abuelo, todo lucía perfecto.  Había un buen  número de personas congregadas que disfrutaban de un cóctel,  mientras comentaban la primera buenísima impresión que les había  causado el edificio. Lincoln  se movía de grupo en grupo repartiendo apretones de mano y sonrisas.  Recibió a Lexa con un beso en la mejilla y al abuelo con un abrazo.

-Más guapa imposible, como siempre  -cumplimentó Lincoln a su amiga.

-¿Qué tal va  todo?   -preguntó Lexa echando una mirada alrededor y viendo que todo estaba perfecto.

-Creo que muy  bien, la verdad. ¿Tú cómo estás?   -se interesó Lincoln.

-Bien, Lincoln, bien.   No te preocupes. Tú a lo tuyo   -contestó Lexa intentando que Lincoln se relajara.

-Será a lo nuestro, bonita  (le susurró al oído y se dirigió a recibir a un nuevo grupo que en ese momento entraba en la estancia, no sin antes plantarle otro beso)

-¡Qué  encantador es Lincoln!  -comentó Gustus.

-Sí que lo es, abuelo.

-Estoy muy  contento de que sea tu amigo.  Te quiere mucho y creo que siempre te va a cuidar bien, hija   -afirmó Gustus.

-Yo también le quiero mucho.  La verdad es que he tenido mucha suerte de que se cruzara en mi camino  -reflexionó Lexa.

-Debo de confesarte que después de ver y sentir el cariño que os tenéis, me siento más tranquilo.  Siempre me ha preocupado que no  encontraras a nadie a quien querer,  a nadie que te quisiera.  Yo soy muy mayor, Lexa y mi tiempo se acaba.  Y me gustaría verte  completamente feliz antes de morirme.  Sigo esperando que te enamores  perdidamente de alguien que te corresponda y te haga feliz.  Pero mientras eso llega y aunque yo no lo vea, sé que Lincoln cuidará de ti  -dijo emocionado Gustus.

-¿Morir?  ¡Pero si estás como un roble, abuelo!   -dijo Lexa intentando desdramatizar las palabras de Gustus-.   Aquí de lo único que va a morir la gente va a ser de placer al probar el delicioso menú-degustación que ha preparado Clarke para la cena.

-¡Qué encantadora me ha parecido esa chica!   -comentó Gustus.

-Sí. La verdad es que es majísima. ¿Te apetece tomar un cóctel, abuelo?

-Claro


Se dirigieron a por la bebida. Lexa casi se atragantó con el primer sorbo porque al volver los ojos hacia la puerta la vio llegar.  Guapísima, con un brillo especial en sus ojos,  de la mano de John y con una prominente barriga que delataba un avanzado estado de gestación.  Lincoln, en ese momento no se encontraba en la sala y ellos tras pararse un momento en la entrada y echar un rápido vistazo, se dirigieron hacia Lexa y su abuelo, las únicas caras conocidas entre todas las personas que poblaban la estancia. John y su abuelo eran socios del mismo club y se veían allí con cierta frecuencia, por lo que John se dirigió directo hacia él y le tendió franco la mano. Saludó a Lexa con dos besos. El abuelo inclinó de mala gana la cabeza hacia Costia y la saludó con un escueto "Hola".   Para Lexa no pasó desapercibido el gesto. Su abuelo, que habitualmente era un hombre cariñoso con los amigos y amigas de su nieta, no quiso dar un par de besos a Costia, quiso dejar claro y patente su desapego y su indiferencia hacia ella.  Lexa vio cómo John y su abuelo se ponían a charlar animadamentey después el tiempo se paró. Todo parecía suceder a cámara lenta.  Costia con su vientre abultado y su preciosa sonrisa se acercaba a  Lexa y ella con el corazón desbocado en su pecho y la desazón  tamborileándole en las sienes no podía mover un músculo.  Sin apenas consciencia de lo que pasaba, notó como Costia acercaba su rostro a su cara y la saludaba con dos besos en las mejillas.  Su roce la estremeció.  Y supo que, aunque estaba segura de que nunca más volvería a estar con ella, por nada del mundo, Costia le seguía haciendo sangrar el alma.

SIENA (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora