LAS CARTAS BOCA ARRIBA

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Costia agarró del brazo a Lexa y la obligó a volverse hacia ella.


-Lexa, escúchame, por favor. Te necesito en mi vida 

-No  -negó Lexa rotunda-.   Nunca más me vas a volver a partir el corazón. Sé que John es muy amigo de  Lincoln  y   sólo  por él prometo ser correcta contigo, pero no me pidas nada más. Tú y yo ni siquiera podemos volver a ser amigas.  No después de lo que pasó.  No después de seis años.  Prometo ser educada. Pero nada más

-Pero yo te  quiero todavía   -declaró desesperada Costia.

-Tú nunca has querido a nadie más que no fueras tú misma.  No quiero ser cruel  contigo Costia, por favor, dejémoslo así  -suplicó Lexa.

-Pero tú  todavía me quieres   -afirmó Costia.

-Si hay algo  de lo que me acabo de dar cuenta esta noche es de que por fin he  soltado todo el lastre que llevaba encima.  Estoy segura de que ahora voy a caminar ligera.  No, Costia, no te quiero.  Te quise mucho pero mi amor no te sirvió entonces de nada;  ahora ya no me queda más para ofrecerte.  Nunca ya habrá un tú y yo,  nunca habrá un nosotras

-¿Estás con él verdad?  -dijo entonces con tono resentido Costia-.  Siempre te gustó.

-No digas  tonterías  -contestó Lexa.

-Maldigo el día en el que te lo presenté  -dijo Costia con rabia.

-Pues esa es seguramente la única cosa buena que me dejo mi relación contigo.  Me diste a Lincoln .

-Le quieres  -la voz de Costia destilaba rencor.

-Pues claro que le quiero. Es mi mejor amigo   -repuso Lexa.

-Pero, ¿estás enamorada de él o no?  -preguntó Costia desesperada.

-¡Pero cómo  puedes ser tan hipócrita!   Yo no tengo problemas con mi identidad.  Mira ( trazó con su dedo índice una L imaginaria sobre su vestido)   L de lesbiana, que es lo que soy.  Hace años que dejé de esconderme  -zanjó así Lexa la conversación.


Lexa se dio media vuelta y dejó a Costia en medio del pasillo. Cuando  Clarke salió de los aseos vio a Lexa seguida de cerca por otra mujer desaparecer de nuevo en el restaurante.  Y pensó que como siempre, ella no era la más hábil del mundo eligiendo en quien fijarse.  Siempre lo hacía de heteroflexibles, de lesbianas torturadas o bisexuales libertinas.  Porque ella, que había vivido un estable y feliz matrimonio de sus padres, buscaba algo parecido, sólo quería encontrar a alguien con quien compartir su vida, pero sus relaciones eran un desastre y saltaba de drama en drama.  Sólo quería algo fácil.  Algo sin complicaciones.  Alguien a quien querer y que la quisiera. Nada de almas torturadas ni personalidades retorcidas.   Y después de lo que había oído desde el interior del baño, Lexa parecía tener heridas en el alma sin curar.  Y lo suyo era la cocina, no la medicina.


Cuando volvió a la mesa, Lexa se despidió de la familia, les agradeció la agradable compañía e indicó que se retiraba a descansar.   Lincoln  se excusó un momento y se dirigió con ella fuera del restaurante.


-¿Qué ha pasado?   -le preguntó a su amiga.

-Nada, Lincoln.  Que Costia debe de pensar que soy estúpida  -respondió Lexa

SIENA (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora