Sentí unas manos rodeándome el cuello, no era como si me quisiesen estrangular, más bien eran como una especie de caricias. Lo empujé y cayó al suelo.
-No juegues conmigo, ¿qué buscabas? -volví a preguntar, esperando una respuesta.
-¿Y tú qué buscas? ―respondió, levantándose.
-No te incumbe. Dame una razón para no matarte ―Mis ojos comenzaron a sangrar, él entrecerró los ojos, como si no acabara de creerse lo que veía, esperando que fuera una pesadilla.
Mierda, pensé.
-Tú eres...
-Sí, lo soy.
Tantos años ocultándome para que un chico me descubriese en menos de cinco minutos y de esta manera.
-Podemos ayudarnos mutuamente ―sugirió él.
-¿Y qué te hace pensar que quiero trabajar con alguien como tú? -pregunté molesta.
-¿A qué te refieres con alguien como yo? -Su tono de voz había cambiado drásticamente, ya no sonaba tan divertido.
Idiota, arrogante y aparte bipolar, me dije llena de ira.
-Todos tenemos secretos, ¿tú qué eres? ―contesté.
-¿Acaso mi apellido no te da ninguna pista? ―dijo.
-Un lobo... Pero, ¿por qué tu aroma es tan extraño? Por no decir casi indetectable -cuestioné y entonces vi que llevaba una pulsera que cambiaba de color. Era una pulsera hecha por bruja Forthen, ese tipo de accesorio camuflaba el olor para no ser detectado por otros lobos o brujas.
Notó que miraba su pulsera y sonrió con arrogancia. Necesitaba averiguar quién era la bruja Fothen que le había fabricado eso.
-Exacto, pelirroja. Me llamo Max Villalobos y creo que te conviene que hagamos un trato -dijo mientras se sentaba en el escritorio del profesor―. Tú me ayudarás a buscar más información sobre el profesor Flin y yo te ayudaré a recuperar tu amuleto.
-¿Por qué debería confiar en alguien como tú? -Aún seguía recostada contra la puerta y no me pensaba mover de ahí; no confiaba en él.
-No lo hagas. Sólo digo que sería la mejor opción y los dos saldríamos ganando.
-Lo pensaré -dije.
No estaría mal recibir su ayuda; además, podría aprovechar la oportunidad para saber la verdadera razón por la que estaba aquí. También quería saber más sobre el profesor Flin; me preguntaba cómo había conseguido mi amuleto y qué tanto sabía sobre mí. Pero eso no significa que pudiese confiar en Max, tendría que tener mucho cuidado con él, no sabía nada del chico y él parecía saber mucho de mí.
-Tienes hasta mañana después de clases para tomar tu decisión -dijo mientras bajaba del escritorio-. Te llevaré a tu casa.
-No hace falta -dije. No quería que supiera dónde vivía, ya bastante tenía con que supiese quién era.
-Creo que sí lo haré.
-Llegué sola y me voy sola.
-Llegaste sola y no te vas sola.
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Madelina: Una condena por siempre.
WerewolfEl infierno puede ser divertido si encontramos el demonio perfecto. Han pasado más de mil años desde aquella noche, paso marcando la vida de Madelina. Su padre la maldijo con la maldición de los 12 sacrificios condenándole a la inmortalidad y aproxi...