Capítulo 11.

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-¿Y Effy? – Preguntó Pipo, un día donde yo estaba pasando el recreo sola, sentada dentro del salón. Lo saludé con la mano y me encogí de hombros. – Hola, Jules.

-Hola, Pipo. No lo sé, simplemente... no vino.

-Eres su mejor amiga, deberías estar al tanto. – Una sonrisa se dibujó de lado en mi rostro, mientras volvía a enfocarme en la lectura de mi libro. - ¿Pelearon o algo así?

-Algo así.

Se acercó a mí y me rodeó en un abrazo repentino. No tuve tiempo para devolvérselo, pues estaba sorprendida por el gesto. Le sonreí ampliamente cuando se separó; necesitaba un abrazo como ese. Habían pasado dos semanas desde que había discutido con mi mejor amiga, Alex había regresado a su casa hacía unos días y tanto él como Bruno estaban ocupados con exámenes. De vez en cuando veía a Pipo e Ian, pero la mayoría del tiempo me la pasaba leyendo en soledad.

Pipo se marchó, después de asegurarse de que me había dejado alegre y sonriendo gracias a algunas de sus bromas casuales. Dirigí mi atención a mi libro, pero una presencia dentro del ambiente captó mi curiosidad. Alex. Estaba cuidadosamente apoyado en el banco frente al mío y me miraba desde arriba, sin quitar sus ojos de mí. Esbocé una pequeña sonrisa y, al ver que no hablaba, continué con lo mío.

-¿Te referías a Effy? – Curioseó, mientas tomaba un lápiz de mi cartuchera y comenzaba a moverlo entre sus dedos. No tenía idea de lo que estaba hablando, y se lo dejé en claro. – Dijiste que querías ayudarme a mí tanto como a alguien, pero nunca especificaste a quién.

Abrí los ojos como platos. ¿Cómo recordaba aquella frase que había dicho dos semanas atrás? Dejé el libro sobre mi mesa y sacudí mi cabeza, frotando mis manos contra mi rostro. No quería mirarlo, estaba intentando pensar en algo que decirle para que se sacara el tema de la mente.

-Puedes confiar en mí, Jules. – Se acercó a mí, tanto que su nariz casi chocaba con la mía, y en un susurro, continuó: – Después de todo, eres mi novia.

Mordí mi labio inferior para reprimir una sonrisa. Abandoné mi asiento y me acerqué, queriendo abrazarlo. Sus brazos, cubriendo mi cuerpo, lograron sacarme un peso de encima que no sabía que tenía. Con él era fácil pelearse y acabar totalmente furiosos el uno con el otro, pero se nos pasaba rápido el enojo. Eso sí, él nunca se disculpaba, era muy orgulloso y decir esas dos palabras necesarias para acabar con un problema le resultaba imposible. Pero sabía escuchar y, en esos momentos, era justo lo que necesitaba.

-Discutimos hace unas semanas. – Me fulminó con una mirada de "eso lo sé, idiota" que logró quitarme una corta risa. – Le hice un comentario inofensivo y lo tomó de mala manera, se enojó y salió corriendo, no sin antes darme un fuerte golpe.

Hice una pausa y me quedé pensativa, pero acabé por terminar aquello que quería decirle.

-En realidad, es normal que le agarren esos ataques de salir corriendo porque se enojó pero... ¿por qué no puedo ayudarla, Alex? Intento, intento e intento, pero no logro nada. A veces quisiera meterme en su mente para saber qué decirle y cuándo decírselo para hacerla sentir mejor. Soy tan inútil que ni para eso sirvo, pero realmente quiero ayudarla.

-¿Te sientes igual en lo que a mí respecta?

-A veces.

-Jules... – Arrimó su mano a mi mejilla y comenzó a acariciarla. Cerré los ojos, agradecida de que todos se fueran al patio en los recesos largos, permitiéndome estar así con él. – Effy te quiere, yo te quiero y eso es lo que importa. Siempre estás ahí para escucharnos y eso cuenta más que aquellas cosas que no puedes hacer, deberías saberlo ya. Te preocupas demasiado por esas cosas, lo cual es lindo pero no te hace bien. El caso de Effy no es sencillo, lo sabes tú y lo sé yo. Respecto a mí... bueno, tú me has visto en peores momentos que Bruno y no te inmutaste, te quedaste firme y prácticamente me obligaste a reponerme. No sería lo mismo si no estuvieras, tu presencia ya es suficiente.

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⏰ Última actualización: Oct 15, 2016 ⏰

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