Deliciosa traición

16.6K 924 270
                                    

Sebastián Michaelis Pov

Con fastidio comencé a conducir hasta la empresa, el idiota de Claude me había citado y no me quedaba más que ir a verlo, a pesar de que hoy llegue de Estados Unidos. Siendo sincero, mi día perfecto hubiera sido quedarme en casa y dormir hasta mañana. El vuelo fue fastidioso, y las azafatas no eran tan hermosas como para mantenerme entretenido por más de una hora, al final dormí un rato, después maldije todo lo que estaba a mi alrededor, hasta llegar al aeropuerto de Londres. ¡Vaya día!

Al llegar, leí Infinity Corp en letras doradas, ubicadas justo en la parte de arriba del enorme edificio de quince pisos. Es sorprendente como no ha cambiado nada en estos siete años, ya que en cuanto cumplí la mayoría de edad me fue de intercambio al extranjero, con el único propósito de mantenerme centrado en mis estudios. Quería alejarme de todo y lo conseguí, tan solo le llamaba una vez por semana al idiota de Claude, y nuestras conversaciones no eran largas, más que nada me limitaba a confirmarle que estaba bien y que aun no tenía intenciones de regresar.

Supongo que para mi hermano fue un alivio el hecho de que yo me fuera, debido a que era un caos. Me metía en problemas, bebía, fumaba y me acostaba con cualquier mujer o doncel que se me pusiera enfrente. No sé si puedo considerarme un buen hermano. Tal vez lo fui hace mucho tiempo, pero todo cambio cuando papá murió de cáncer el día en que cumplí ocho años; mamá entro en una depresión tan grande que poco a poco comenzaba a consumirnos, aunque al final lo supero diciendo que aun nos tenía a nosotros, por lo que tenía que salir adelante, desgraciadamente murió en un terrible accidente cuando tenía doce años y Claude dieciocho.

Aquel día había prometido llevarnos al parque de diversiones, pero Claude tuvo que ir a casa de un amigo para terminar un trabajo pendiente, así que solo nos fuimos ella y yo. Íbamos por una carretera un tanto peligrosa, bajó la velocidad y puso música tranquila concentrándose en el camino, todo lo que paso después es confuso. Un camión se quedo sin frenos y terminó chocando con nosotros en la curva, mandándonos al precipicio...

Contuve la respiración al adentrarme a la empresa, siendo saludado por unos empleados que al parecer me reconocieron. No me encontraba de ánimo para detenerme e iniciar una charla sin sentido, sobre temas del pasado o contar anécdotas de mi estadía en el extranjero, tan solo me metí en el elevador, presionando el botón y escuchando la melodía de espera. ¡Odiaba esa maldita canción! Es la misma que mamá tarareaba aquel día, por lo que termine recordándola.

Mi mente evoco el momento exacto en que sus brazos me rodearon con fuerza, presionándome contra el asiento con su cuerpo. Asustado y temeroso solo pude aferrarme a ella mientras caíamos, siendo incapaz de comprender lo que había pasado, así que cuando el auto finalmente se detuvo y quedo bocabajo, sus brazos me soltaron de forma lenta. Extrañamente solo tenía un par de rasguños, mientras que ella se estaba desangrando por una vara de metal incrustada en su espalda.

Chasqueo la lengua y sonrió con melancolía al pensar que ahora llevo su apellido. Me costó meses convencer a Claude para que me ayudara, alegando que quería cambiar el apellido Faustus al de Michaelis en honor a la única mujer que sería realmente importante en mi vida, sin mencionar que ahora puedo negar fácilmente todo vinculo con el idiota de mi hermano, cosa que he hecho un par de veces para evitar problemas, ya que él se quedo al mando de la empresa familiar y sería malo que el otro heredero de Infinity se metiera en problemas.

-Tu mal comportamiento afecta la imagen de la empresa ante la competencia -musite con socarronería, intentado imitar la voz de Claude, mientras me adentraba en su oficina sin tocar la puerta, viéndolo fruncir el ceño al revisar unos documentos-. ¿Llego en mal momento?

-Sebastián -me ve arqueando una ceja, suspira y firma unas hojas de su escritorio-. Te cite hace más de una hora. Llegas tarde.

-No nos vemos desde hace siete años, ¿y tu solo te preocupas por que llegue un poco tarde? -Finjo lamentarme, levanto mi mano hacia la frente en un acto dramático-. Que mal hermano eres. Ni siquiera eres capaz de recibirme con un fuerte abrazo, flores y chocolates... los globos no estarían mal...

Sexo casualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora