Ellionor Andreotti era más que una mutante renegada, una ladrona o una asesina. Ella era una persona capas de ver las cosas con diferente perfectiva, con ángulos abstractos y nada normales. Estaba loca, uh sí, completa y totalmente desquiciada.
Y ah...
"No tengo licencia para que me importe una mierda"
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Esperar, no era algo que se le diera bien. Esperar no era algo que le gustaría repetir en un futuro sin ninguna rabieta de su parte de por medio. Ella podría aparentar ser despreocupada, y lo era totalmente, pero le podrían llegar a preocupar ciertas cosas. Aunque en aquel momento más que preocuparle le estresaban, y esa aveces era la causa principal por la que actuaba por puro impulso ignorando su sentido común.
Pero lamentablemente para ella si quería que las cosas resultarán bien tenía que comportarse, aunque sea un poco, y retener sus ansías de ser una metiche en problemas que, en propias palabras, no le incunbian. Aunque el propio sentido que ella le daba a ser una metiche era el que la búsqueda de la diversión aveces se la puede conseguir en los lugares que menos te convenían.
Sobre todo si te acabas de escapar de la custodia de un montón de nenitas lloronas a las que el mundo llamaba héroes y ahora te quieres volver a involucrar con ellos después de haberles dado la golpiza de su vida.
Ella no era torero, pero les hizo un olé inolvidable.
Es así como muy alejado de su propia conveniencia y poniendo en dudas, si es que se podía poner en dudas, su estabilidad mental. Ahora estaba allí frente a un enorme buque de carga encallado mientras se llenada las botas de lodo.
Era más fácil preguntar como había llegado allí que explicarlo, así que si lo resumía terminaría en; contactos, transporte ilegal y un viaje movido en el que trataba de llegar antes que los Vengadores.
Y estaba orgullosa de decir que les ganó.
Solo Ellionor escapaba de sus "captores" para después volver a ellos. Lo nombró un raro síndrome de Estocolmo llamado Steve. Y sí, quizás planeaba secuestrarlo.
O divertirse formando parte de aquel desastre con inresponsables padres llamado Ultrón. Cualquiera de las dos opciones le era válida.
—¡Carajo! — se quejó en un bajo murmullo sacudiendo uno de sus pies al llegar al fin a la escalera que le llevaría dentro del barco —Odio el barro.
Su estrategia principal era pasar desapercibida, pero a último momento le dió flojera. Así que solo noqueó a los sujetos que cuidaban el ingreso al lugar y se dispuso a esperar el momento indicado para subir esa empinada escalera.
Pero joder que le era difícil esperar.
—Las pelotas que no tengo con esperar... —gruñó tamborileando con sus dedos sobre su brazo izquierdo al tenerlos cruzados.
