Capítulo 11: Emily

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Tenía un escombro gigante en mi pierna. Ahora de seguro estaba rota, estaba muy herida y apenas me podía mover. Tenía cortes en cada parte de mi cuerpo, los cuales sangraban mucho, tenía miedo de que pudiera morir ahí. Mi vista se nublo y quede inconsciente en el lugar.

•••

- Oye Em - Dijo una niña pequeña y frágil con una trenza y un broche con forma de flor. - Seremos amigas por siempre, ¿Cierto? - Dijo avergonzada.

- Claro Soph, nada nos separará nunca - Le respondí segura de que nada cambiaría jamás.

•••

Abrí mis ojos, me encontraba en una pequeña habitación, no tenía idea de donde podía estar ubicada. Eché un vistazo a mi alrededor, me encontraba en un sofá cómodo y de color blanco con una sábana blanca cubriéndome, un televisor encima de una pequeña mesa y una gran ventana al lado izquierdo del sofá, de una habitación contigua a la sala salía humo, olí y mi boca se hizo agua, era comida, más específicamente carne, no tenía hambre, pero era imposible no antojarse con ese exquisito olor.

Mis heridas estaban debidamente vendadas al igual que mi brazo y pierna, parecía una momia. Extrañamente no me dolía tanto como esperaba.

Me levanté lentamente del sofá y me dirigí a la cocina del lugar, era un apartamento pequeño y acogedor.

- Por fin te despertaste - Dijo Natasha desde la cocina.

- ¿Donde estamos? - Fue lo primero que se me vino a la cabeza.

- Es la casa de mi tía, con ella vivo - Dijo mientras agitaba una sartén con la mano derecha.

Estaba vestida diferente, llevaba su larga cabellera azul recogida en una cola de caballo alta, un delantal de cocina rosado y un pañuelo amarillo en la cabeza que resaltaba sus hermosos ojos color miel.

- ¿Porque vives con tu tía? - Pregunté con los ojos llenos de curiosidad.

Me arrepentí al instante de haberle preguntado eso, ¿Quien soy yo para meterme en su vida? La mirada de Natasha no demostró ningún sentimiento, y así mismo me respondió.

- Eso es algo que no te interesa, Emily -

Yo me busque esa respuesta seca y sin sentimientos, aún no somos lo suficientemente cercanas, pero espero poder llegar a serlo.

- ¿Qué cocinas? - Pregunté tratando de liberar el ambiente tenso que yo misma formé.

- Carne, espero que te guste, porque es lo único que hay - Dijo en un tono que me recordó a mi madre.

- Si, si me gusta - Dije.

Seguido a eso, Natasha abrió un gabinete encima de la estufa y saco dos platos hondos, los puso encima del mesón de la cocina, y procedió a servir la comida.

Cogió los dos platos con la comida ya servida y se dirigió al comedor ubicado al lado de la sala.

Ubicó los dos platos de tal manera que quedamos sentadas una frente a la otra.

- Siéntate, ya está servido - En serio, se parecía mucho a mi madre en ese sentido.

- Claro -

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