➳Mi Muñeco está Llorando

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POV JongIn

Silencio, era todo lo que me rodeaba. Desde el momento que la oscuridad abandonaba mi cabeza todo se volvía silencio. Desde que recordaba, y no era como que mi memoria fuera muy buena, siempre había silencio y soledad a mí alrededor. Mi única compañía era SunHee, en los momentos más tristes y difíciles que podía recordar ella estaba ahí, no entendía como las demás personas no veían en ella lo que yo. Todas las personas que se acercaban a mi me tildaban de loco o algo así, bueno por algo estaba aquí ¿o no? Aunque realmente no me molestaba estar aquí, ahora no. Porque el venia todos los días a estar conmigo. No era como si estuviese aquí por su voluntad, pero él no había sido como las demás personas que venían a "cuidarme". Yo no necesitaba ser monitoreado todos los días, la mujer bonita de cabellos caramelo (La enfermera Go) me había enseñado a no depender de los demás. Pero con KyungSoo, Soo como él me había dicho que le llamara, las cosas eran diferentes. El se preocupaba por mí más allá de su responsabilidad o su deber. El recuerdo de ese primer día estaba muy claro en mi cabeza, quizás es lo más claro que tenía ahí. El sonreía y solo era amable conmigo, no entendía muy bien su actitud, no era normal; nadie era amable conmigo, solo Hong Il y Hae Ra.

Pensé que al día siguiente él se mostraría igual de cruel e hiriente como los otros, pero no lo hizo. Mantenía su sonrisa y esa chispa en sus ojos que me hacían querer confiar en el.

"No lo hagas. Te dañara igual que los demás" - SunHee me había dicho eso, pero no podía desconfiar de Soo, él me cuidaba. SunHee rara vez me hablaba pero cuando lo hacía era para cuidar de mí y yo debía hacer lo que ella dijera.

Así Soo venía todos los días y me traía desayuno hecho por el. Se lo agradecería mucho, su comida era deliciosa, pero quizás lo mejor de todo era su compañía que aunque a veces se volvía silente, yo sentía su presencia, sabía que estaba ahí. Cuando Hong Il venía y él se iba era extraño, porque no quería que se fuera. Cuando volvía a entrar por esa puerta era todo tan diferente para mí.

Al finalizar el día, siempre me daba palabras amables antes de caer en la oscuridad. Anhelaba poder verlo en mis tinieblas, tal vez así todo fuera mejor, pero jamás podía, él jamás aparecería ahí, ¿Cómo podría?

Tenía la esperanza de que cuando las penumbras se fueran él estaría ahí, aunque fuese solo para verlo de lejos. 

Pero esta mañana sus ojos no eran los mismos, su sonrisa no estaba, se veía cansado y sus ojos café están rojos. No sabía el porqué.

Como siempre, me saludo y yo hice lo mismo.

Me llamo para que desayunara, intentando que sus labios se levantarán en una sonrisa pero solo hizo que su rostro se viera mal.

-Bueno, hora del desayuno. Hoy traje huevos revueltos - dijo y yo hice lo que me indico.

La rutina era que él se quedaba ahí viendo que terminara de comer, pera esta vez se sentó en mi cama.

Por un momento hubo el típico silencio pero de pronto escuche un sollozo me gire para encontrar que el lloraba. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas y su mirada estaba perdida en algún punto de la habitación. Sin hacer ruido me levanté para sentarme a su lado.

-¿Por qué lloras?-

 -No estoy llorando. No te preocupes- ¿Que no lloraba? Claro que lo hacía. Su rostro estaba muy triste y no supe porque yo también me sentí así. Eran las lágrimas las que afeaban su rostro, él era muy bonito como para estar así, además él jamás estaba triste, siempre me sonreía y hoy no lo hacía, me encantaba su sonrisa. Pase mi manos por debajo de sus ojos y luego por sus mejillas quitando con delicadeza los rastros que las lágrimas habían dejado, su piel era suave y delicada,era hermoso y bueno, él no debía llorar, no debía sufrir.

-Estas triste. Tú nunca estás triste. Algo te pasa, y está bien que no me lo digas. Pero no me gusta verte llorar.- dije, sabiendo que el no me contaría nada.

"Tu no puedes hacer nada por el. Jamás puedes hacer nada por las personas que te importan."

Las palabras que resonaban en mi mente me dolieron porque eran la verdad. Yo jamás podía hacer nada.

-JongIn, ¿porque lloras tú?- me preguntó con dulzura sacándome de mi laguna mental.

-Ya te dije, no me gusta verte llorar. Por favor no lo hagas- le rogué ya no quería verlo así.

-Ok, no lloraré pero tu tampoco lo hagas.- dijo poniendo su delicada mano en las esquinas de mis ojos limpiando las lágrimas que se formaron. Pero el, en vez de calmarse lloro más y más fuerte.

"Lo ves, por más que quieras no puedes ayudarlo" 

SunHee quería que lo dejara pero yo no quería hacerlo. El subió sus manos a su rostro como si intentara detener el llanto y lo único que atine a hacer fue acercarlo a mí, abrazarlo, tratar de calmarlo; pero quizás fue al revés. Su calor, su olor, su ternura, todo lo que él era me invadieron. El era bueno, era dulce, era amable, era hermoso, era delicado, su corazón era delicado mucho más que una muñeca de porcelana. El era muchas cosas y no se merecía estar sufriendo así. Cuando por fin se calmó me separe de él antes que me alejara limpie sus mejillas una vez más sintiendo la tibieza de sus mejillas recorrer mis palmas llenando mi estómago de una sensación de cosquillas, vi sus ojos por un momento perdiéndome en su hermosura y calidez, me acerque a él y le di un beso en la frente. Era un gesto que alguna vez alguien usó para calmarme después de llorar mucho pero no recordaba quien, solo sabía que funcionaba.

-Ya no llores más. Eres muy lindo para hacerlo- le susurre antes de levantarme, antes de que se espantara por mi cercanía. Yo no debía acercarme a el, SunHee me lo había dicho, pero estaba tan frágil que no pude evitarlo. 

Pronto Hong Il llego y él abandonó la habitación.

-¿Como has estado JongIn?- No conteste. 

-¿Hoy no deseas hablar? ¿Te ha hecho algo Soo?- preguntó preocupado.

-No es eso. Él está triste y no sé por qué. No debe estar triste.- Murmuré más para mí que para él.

-¿Por qué crees que está triste?- 

-No tenía su sonrisa de siempre y luego estuvo llorando mucho. Durante mucho tiempo.

-Note preocupes, hablare con el-

-¿Le podrías ayudar?- le pregunté emocionado, tal vez yo no pudiera pero Hong Il si podría y él volvería a sonreír para mí.

"El no sonríe para ti"

Ignore eso y seguí hablando con Hong Il. Hasta que tuvo que irse.

Pase un rato solo y pensé que desde que Soo llegó SunHee decía cosas que me dañaban. ¿Qué no se suponía que ella era mi amiga?

Olvide por un momento a SunHee y estuve atento a la llegada de Soo, cuando por fin cruzo la puerta pude ver en sus ojos la felicidad que siempre había en ellos. Y su bella sonrisa me alegro a mí también.

El camino hacia su lugar de siempre, pero mientras pasaba lo escuche musitar un suave: "gracias".

-Cualquier cosa por verte sonreír- y era la verdad yo haría lo que fuera para ver su sonrisa. Él era ahora para mí como lo fue SunHee, era como mi muñeco y por eso no debía llorar.

Porcelana ➳ KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora