Capítulo II
Florida, séptima noche de Julio, del 2010
Evangeline se había preguntado más de una vez que significaba exactamente el ser normal.
Con su cabello trivialmente rubio entre un montón de otros rubios en Coral Spring, sus ojos de un azul aciano ni muy claro ni muy oscuro, y su tez clara que rechazaba constantemente el bronceado cubriéndose en consecuencia de un rojo furioso, su persona no resultaba más memorable entre otros que poseían los mismos rasgos de un común americano. Mucho menos cuando su vida estaba estrictamente diseñada aún por esas constantes obligaciones de una joven de dieciséis años. Con su carrera matutina para alcanzar el autobús estudiantil, el repaso apresurado de deberes antes de ingresar a una clase y su trabajo de medio tiempo que le proporcionaba el dinero suficiente para sus mundanos caprichos, se le clasificaba regularmente como demasiado corriente. Bueno, casi en su totalidad. Y como a cualquier otra chica que fingía no ser anormal entre un montón de normales, también la rutina de levantarse por las mañanas, el tener una baja popularidad entre compañeros y comprar diariamente tiempo con Ricky por sus entradas tardías al trabajo, se le extinguían también hasta las barreras más resistentes de su naturaleza.
Una naturaleza que dibujaba una línea divisora demasiado gruesa entre la normalidad Humana, y Evangeline.
Pasados unos minutos, cuando el delantal negro se ajustó perfectamente en la cadera de Evangeline y su celular fue voluntaria y pacíficamente depositado en la canasta de Ricky, las campanillas sobre las puertas del Domo resonaron anunciando la llegada de un nuevo cliente. Desde la periferia, ella observó como un chico alto, de hombros anchos y cabello rubio caminaba hacía una de las mesas y depositaba su cuerpo todo despatarrado en uno de los acolchados sillones color naranja. Evangeline lo reconoció al instante. De hecho, no había nadie que no reconociese a Joshua Lewis, el capitán del equipo de fútbol en Corenstone.
El Apuesto, Ardiente, y Rey del Instituto Joshua-Lewis.
A Evangeline le extrañó el que viniese solo, cuando normalmente era perseguido por su séquito de jugadores y animadoras. De todos modos, tomó eso como una oportunidad. Respiró hondo, y reajustando su coleta alta se dirigió hasta Joshua. En una de las mesas de la esquina se percató que Jazmín, su compañera de trabajo y buena amiga, le levantaba un pulgar en señal de aprobación.
Joshua no la miró cuando pasó a su lado y tampoco lo hizo cuando estuvo frente a él. Sus dedos vagaban sobre la pantalla de su celular despreocupadamente. Cuando Evangeline sintió que sus nervios iban a explotar, carraspeó y sacó su libreta de apuntes para tener sus manos ocupadas y estas dejaran de moverse.
—Hola... —balbuceó— Soy Evangeline. Me siento detrás tuyo en Literatura. Y compartimos laboratorio en Química I.
Oh-Dios —pensó—. Di algo coherente, Evangeline, que no están en el Instituto. Pregunta si necesita algo.
—Uhm... —restregó su mano libre y sudorosa contra su delantal negro— Voy a todos tus partidos, ¿sabes? Yo... realmente no entiendo mucho de fútbol, pero pienso que eres un mariscal increíble. Bueno, no es que conozca a muchos, de todos modos. Pero, pienso que realmente se nota que sabes lo que haces.
El alzó su mirada como quien se percata de pronto que un mosquito se inmiscuyó en su comida y, como cada vez que un profesor se dirigía a él en clases, extendió una mano y tiró de sus audífonos.
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Heartagram: Almas Sombrías #YoSoyAnarky2018
FantasiSumergida profundamente en los engranajes de Saint Land, una realidad en forma de prestigiosa Academia Mestiza, Rowen Strauss llegará a las puertas de otra vida y se verá obligada a caminar entre dos mundos -el tuyo y el de ellos-, separados por una...