Alexander Rivadeneira, más conocido como "Yaco". El primero en la lista de los que perecerían a manos de Franky, pero primero debía de informarse sobre todo acerca de su primera víctima. Su pasado, su vida social y familiar, vicios, debilidades, fortalezas y demás. Claro, no era necesario ser vidente para averiguar su futuro ya que este estaba prescrito con mucha anticipación, desde el momento que se le ocurrió meter su asqueroso y putrefacto miembro en el pequeño ángel que ahora se convertiría en el peor de sus pesadillas, no sería nada comparado con Freddy Krueger. La calle Elm no se asemejaría ni un poco en el escenario que muy pronto pisaría.
Dinero, el dinero mueve el mundo y Franky lo tenía, un par de billetes por aquí y otro par por allá bastaron para obtener toda la información que necesitaba. Tenía que ser precavido, no podía exponerse tan fácilmente, además de que no asistía a clases ni mucho menos contaba con su inseparable amigo. Ya se encontraba en su nueva vivienda, así que sus padres lo llamaban a cada instante para saber cómo estaba, incluyendo Martín quien ya se olía los planes del castaño, a pesar de insistir tanto no obtenía una respuesta certera, conocía muy bien a Franky y sabía que algo estaba tramando, ya se enteraría en su momento.
Tal parece que Yaco no era una persona muy noble, no era la primera vez que cometía una atrocidad. Según sus informantes hallaron un caso no resuelto de hace unos meses atrás, pero él quería palparlo como si fuera suyo. Lo leyó, sin embargo quería sentirse el principal actor y defender a quien no pudo hacerlo. Una dirección resaltada en la primera hoja del documento que tenía en sus manos. En la tranquilidad de una sala que escondía sus macabros pensamientos, como el firmamento esconde la hermosura de sus hijas, las más brillantes, aunque en ese instante quienes brillaban eran sus iris llenos de excitación al saber lo que iba a acontecer.
Un Aston Martin One color negro fúnebre recorría toda la ciudad en busca de sus futuras ayudantes, para no querer llamar la atención, el pequeño lo hacía muy mal, pero en fin, nadie tendría por qué enterarse de su propósito. Tenebrosa, esa palabra definía a la perfección la mirada y postura de Franky. Los dedos muy fuertemente apretados al volante, tanto que sus nudillos se volvían blancos por la presión. Brazos rígidos al igual que sus hombros pero flexionados. Su espalda encorvada hacia adelante en compañía de su cabeza. Su rostro mostraba una leve sonrisa macabra, como una suave línea trazada por Da Vinci al dibujar a la Mona Liza. Esos ojos color esmeralda se volvieron amarillos cual leopardo al asecho. Mirada profunda y muy concentrada, más por llegar a su destino que en su propia seguridad. Pisando con fuerza el acelerador, le importaba un comino las cabezas que tendría que cortar por llegar lo más rápido posible a desencadenar su suculenta actuación de súplica. Música a alto volumen ensordecían su oídos y mente, todo era blanco, pero ese color gélido le daba vida a su crueldad marcada en cada poro de su piel. Desesperaba por llegar, lo tenía que hacer, necesitaba cómplices para acabar con quienes más daño le hicieron. Les iba a doler en lo más recóndito de su médula. Con un freno en seco y
muy peligroso llegó finalmente a su destino, no se movió ni un pelo por la fuerza del paro, su estructura ósea parecía hecha de metal, tan recio por la sed de venganza. Giró la cabeza empotrando sus ojos en la puerta color caoba que aguardaba a quienes esperaba fueran sus aliados.
Como galardonado por un Oscar, cambio todo su aspecto pasando a una cara angelical y bondadosa que solo necesita explicaciones y ayuda. Descendió del vehículo con el portafolio con la información en su mano derecha. Caminó suavemente rodeando su auto por delante para divisar mejor la estructura que tenía en frente. Hombros relajados y piernas calmadas, sin mostrar ninguna desesperación, lo hacían lucir en un estado que solo un adolescente de diecisiete años podría enmarcar a la perfección. Gran actuación. Pero en su cabeza planeaba cada una de las cosas que tenía que decir, una corazonada le decía que no se iría con las manos vacías. Ahí adentro alguien más compartiría su anhelo, alguien más cercenaría poco a poco los deseos de vivir del pobre Yaco.
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Ya no aguanto más...
Mystery / Thriller"A veces, nos suceden cosas en la vida que uno no esperaba ni por casualidad. Ya sea el dolor o el amor lo que nos tenga deparado el destino, nunca se podrá evitar. Y quién sabe, quizás los dos vengan juntos." ¿Qué sucederá cuando se intercambien lo...