Capítulo 6: ...Dos

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La sensación de satisfacción aún no llegaba, su médula se sentía serena. No sintió ni una pizca de orgullo al ver el cuerpo de Yaco salir disparado por el aire hasta colapsar contra un frondoso árbol. Suspiraba con pesadez, sus ojos se tornaron rojos y brillosos mientras observaba la escena, sus labios de fruncieron, apretó la mandíbula con mucha fuerza, agarró los binoculares arañándolos provocándose gran daño en sus delicados dedos por el tenaz material.

-Y... ¿Qué piensas hacer ahora?- Le preguntó Cassandra, alejando los binoculares de sus ojos para prestar más atención al muchacho.

-No lo sé- Mintió, él ya sabía cuál iba a ser el próximo paso. –En realidad, sí. Fueron tres los que me violaron y ahora uno está muerto así que quedan dos.- Cassy entendió a lo que el castaño se refería.

-¿Los matarás al igual como lo hiciste con Alexander?- Preguntó curiosa, ella quería presenciar la tortura que muy pronto les propinaría a los otros dos.

-No! No lo haré.- Respondió Franky con composición pero que en realidad camuflaba algo peor que la misma muerte.

-¿Entonces qué harás?- Cassy pensaba que los mataría, pero tal parece que no sería así.

-Existe algo peor que morir, corazón.- La miró con seducción en sus ojos. –Eso es seguir viviendo.- Se acercó mucho más al rostro de la fémina mientras acariciaba su barbilla con su ensangrentado dedo índice. –Matarlos sería acabar con su sufrimiento.– Cada palabra la pronunciaba con galanteo, dejando su delicioso aliento sabor a menta sobre los belfos de Cassandra quien se quedó estática disfrutando la forma tan placentera de hablar del otro. –Quiero que nos les quede nada de lo que solían ser. No los mataré como a esta lacra.– Se viró bruscamente mientras buscaba con la mirada la dirección por donde el cuerpo inerte de Yaco había sido lanzado. –Se acordarán de mí por el resto de sus días. Los mataré lentamente en vida. Estaré en sus recuerdos y en sus sueños, como una bacteria de la cual no se podrán despegar jamás.– Sus puños se cerraron, haciendo sobresalir sus nudillos de una forma inhumana. –¿Quieres saber cómo me siento?- Ojos brillosos con el rubí más hermoso, adornaban su furia.

-¿Có...cómo te sientes?- Atinó a decir Cassy quien se encontraba asombrada por las palabras dichas por su secuas.

-Nada, no siento absolutamente nada. Ver su asqueroso cuerpo no me produce satisfacción alguna. Al menos espero que tú lo hayas disfrutado. Me siento pesado, no quiero pensar. No es remordimiento por si te lo preguntas, sé muy bien lo que acabo de hacer.-

-Lo que acabamos de hacer, querrás decir.- Lo contraatacó.

-¿No te arrepientes?- Volteó a mirarla asombrado. -¿No te sientes culpable por lo que le hicimos?

-¡Claro que no!- Se lo dijo con ardua seguridad. –Estamos juntos en esto.- Se acercó hasta posicionarse delante de él. –Ambos acabamos con esa escoria, tú y yo compartimos la sed de venganza por el daño que nos causó ese malparido. Yo ya lo hice y estoy satisfecha.– Lo acarició de forma amistosa sobre su mejilla. –Ahora faltas tú.- Secó sus amargas lágrimas con su dedo pulgar. –Y yo te quiero ayudar.-

-Gracias, y te agradezco mucho por compartir este suceso conmigo, pero ahora debo seguir solo.-

Un hombre de traje azul marino descendió del lúgubre auto que impactó contra el deshecho cuerpo de Yaco. Alto, muy alto a decir verdad, corpulento, moreno de ojos grises, barba tupida pero ordenada, cabello corto, cejas pobladas, nariz gruesa al igual que sus labios, manos firmes y grandes, piernas que quedaban a la perfección con ese pantalón de vestir. Un singular caballero de andar calmado pero firme, con confusión en su mirada, a caso ¿no estaba feliz con lo que acaba de hacer? Llevó su mano derecha apretando su entrecejo con un par de dedos antes de llegar a donde los otros dos se encontraban.

Ya no aguanto más...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora