(*)

26 0 0
                                    


Le conteste que no podía ayudarlo demasiado: nunca los había visto personalmente. Pero el siguió preguntando. Quería saber si yo era antigua en el barrio, cuantos años tenia mi quiosco, que tal eran los vecinos... Tardo unos diez minutos hasta que por fin soltó lo que se le traía entre dientes:

Me ofreció trabajo de guía.

Suena raro, si, pero eso es lo que quería. Que yo oficiara de abre-puertas. tenia la impresión de que conmigo iba a lograr que la gente le contara lo que no le había dicho a los otros periodistas.

Honestamente, no se bien por que acepte. No fue por plata, de eso que no tengan duda. Lo que me ofreció no era suficiente para tentar a nadie. Creo que me gustaba la idea de ver como trabajaba un periodista, que me hacia sentir importante guiarlo por el barrio. O tal vez no fue mas que la excusa para abandonar la rutina por un par de horas diarias. Eso fue lo que acepte: solo un par de horas al mediodía, cuando mi prima solía reemplazarme en el quiosco.

Se que ustedes van a preguntarse después por que no le dije todo lo que sabia. Tampoco me resulta fácil explicar eso. En verdad, intente algo en un principio. Pero el hombre no me escuchaba. Estaba demasiado sumergido en sus razonamientos para prestarme atención. Demasiado convencido de su inteligencia para considerar las opiniones de una persona común y corriente como yo. Entonces no dije nada mas: decidí dejar que siguiera el camino que se había trazado. E hice otra de mis apuestas mentales: veamos quien llega mas lejos.

Café SoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora