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Pero antes de seguir avanzando quisiera decir algo: para mi, buena parte de la culpa de lo que sucedió la tienen los que hablan sin saber. Los padres, los vecinos, los chismosos. Ese tipo de gente que se pasa la vida anticipando que algo malo va a suceder. Los que piensan que un adolescente siempre esta al borde de la catástrofe. Si alguien se hubiera tomado el trabajo de preguntarles, de buscar las respuestas en lugar de inventarlas, entonces las cosas nunca habrían llegado hasta donde llegaron. 

Pero otra vez me estoy precipitando. Mejor volvamos al taller. Porque el narigón quería saber mas. Mas sobre como se desencadenaron los hechos.


Eso nos llevo de nuevo a aquella famosa noche. Es cierto que los chicos faltaban desde el día anterior de sus casas, contó Ramón, pero hasta ese momento parecía haber una buena explicación. Los padres de Marcelo creían que se había quedado a dormir en la casa de un amigo y volvería de un momento a otro. Por eso no estaban preocupados hasta que sonó el teléfono. El que llamaba era el padre de la chica, quien había descubierto todo.

-¿Como? -Volvió a desconcertarse el periodista-. ¿Los padres se hablaban? ¿no era que un mundo separaba a los chicos?

-Bueno -se apresuro a aclarar Ramón-, las familias eran vecinas. se hablaban lo indispensable, nada mas.

-Estaban peleados. había una guerra familiar que duraba años. ¿O no?

El narigón parecía ponerse nervioso.

-Habia existido una disputa, si -lo tranquilizo Ramón-. Muy dura, es cierto, pero ya habían pasado varios años. Para ese momento las cosas se habían enfriado un poco.

-Y ademas los padres de la chica eran ricos y los del chico pobres -insistió el periodista.

-Ricos, lo que se dice ricos, no diría, pero tienen una excelente propiedad, casi diría una mansión. Y si, los padres del chico están en una posición económica mucho peor.

Hay que decir algo a favor de Ramón, y es que se esfuerza por complacer a su publico. ¡Excelente propiedad! ¡Por favor! por supuesto que yo -como el noventa por ciento del barrio- fui a mirar la casa donde todos decían que vivía Julieta. Y de mansión no tiene nada: apenas una casa agradable, dos plantas, un jardincito. Según me dijeron, Marcelo vive a una cuadra, en uno de los típicos edificios de la zona. Un buen edificio. Si me preguntan a mi, entre una y otra casa no hay gran diferencia.

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