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A Hansol le había ocurrido lo que menos quería: encariñarse de una persona más. Ahora él vive con el temor de despertar y volver a estar solo. Le aliviaba ver a ByungJoo cada mañana junto a él, dandole ese amor incondicional, pero también le molestaba que fuese tan bueno con él, ya que eso solo provocaba que lo quisiera tener siempre junto a él.

—¿Hansol?— y como por arte de magia el chico se presentó en el marco de la puerta.

—¿Si?— preguntó con su típica dulzura.

—Quería . . . Estar contigo un rato, ya sabes, para que no te sientas solo— confesó un sonrojado ByungJoo.

—En serio te lo agradezco Byung— dijo Hansol invitandolo a pasar. 

—Oye. . . Una buena forma de desahogarse es hablar las cosas, ¿sabes?— ByungJoo trataba de hacer que Hansol le dijese qué fue lo que le hicieron sus padres.

—La verdad no soy mucho de palabras— confesó un apenado Hansol.

—Mmm. . . Ya veo— dijo un comprensivo ByungJoo, sentándose en la cama de Hansol.

Acarició los sedosos cabellos del chico. A Hansol le agradaban esas caricias que el menor le brindaba con tanto cariño y en una forma de corresponderle acarició cuidadosamente la mano del chico, quien sonrió ante la acción, sonrisa la cual no fue devuelta por Hansol.

—Al menos muéstrame una sonrisa como señal de que te encuentras bien— dijo un afligido ByungJoo.

—¿entonces ya te diste cuenta de lo que significa que no sonría?—

Habitación 56 [HanJoo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora