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ByungJoo miraba al chico de cabellos negros con preocupación en su rostro. El chico poseedor de aquella piel pálida y suave, esos cabellos azabaches y esos ojos, esos ojos que se encontraban inundados en lágrimas, su piel blanca se encontraba una vez mas manchada por el rojo carmín de la sangre que chorreaba verticalmente desde su muñeca por toda la extension de su vena. Por suerte ByungJoo había logrado interferir a tiempo vendando la zona afectada.

—Otra vez Hansol, ¿cuantas veces lo hemos hablado ya?.— preguntó algo molesto el mas alto.

El azabache no respondió, solo se dedicó a sollozar mientras limpiaba sus lágrimas con la manga de su polera. Mordía su labio inferior debido al ardor que provenía de la herida.

—Por poco mueres.— dijo terminando de vendar su brazo.

ByungJoo fijó su mirada en los profundos ojos de Hansol. Acarició sus mejillas secándolas un poco con su acción.

—Gra-Gracias.— susurró Hansol mientras ByungJoo lo acogía en sus brazos.

No era la primera vez que pasaba, de hecho todos los días son así desde que él llegó al hospital.

Era un día como cualquiera cuando el chico de cabellos azabaches llegó a rastras al hospital, tenía heridas por doquier y apenas tuvo fuerzas para llegar hasta el hospital. La enfermeras lo llevaron a una sala en la cual sería atendido y descansaría hasta que se recuperara.
Cerraron sus heridas y limpiaron la sangre. Las enfermeras y enfermeros se encargarían de cuidarlo hasta que le dieran de alta.

ByungJoo era un chico joven de no más de 22 años, quien trabajaba de enfermero en el hospital.
Un día uno de los doctores le dijo que tenía que cuidar a un paciente en la habitación 56. Cuando ByungJoo llegó vio que en la primera cama se encontraba vacía y la cortina que separaba ambas camas estaba cerrada. Con cuidado la abrió y se encontró con lo que bien podía ser un ángel que acababa de caer del cielo, pues el pobre se veía muy lastimado. El chico se encontraba viendo la pared con curiosidad.

ByungJoo carraspeo su garganta para llamar la atención del pequeño ángel, quien en seguida se giró a verlo con ojitos de esperanza.

—Hola.~— dijo el paciente con una sonrisa.

—Hola, soy Kim ByungJoo y cuidaré de ti hoy, ¿como te llamas?.— ByungJoo trataba al chico como si se tratase de un pequeño niño, pero es que su rostro se parecía al de uno.

—mi nombre es Kim Hansol, pero puedes llamarme Hansol.— dijo el chico con una sonrisa.

Esa sonrisa iba a ser una imagen que se quedaría en la mente de Byung por siempre, pues era una sonrisa que reflejaba paz.

En el tiempo en el cual se quedaron hablando ByungJoo se dio cuenta de que Hansol era un alma pura e inocente que no quería estar sola ni por un segundo y ByungJoo estaba dispuesto a cuidarlo el tiempo que fuese necesario con tal de verlo tranquilo.

—Byung.— la voz del contrario lo sacó de sus pensamientos.

—¿Qué sucede Hansol?.— preguntó ByungJoo volviendo en sí.

—Sácame de aquí, déjame salir—

Habitación 56 [HanJoo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora