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Pronto me encontraba de pie, frente a mi madre, en la huerta de la casa. Estaba ella acurrucada con una canasta de verdura limpiándola. En aquel momento salí de la casa y me despedí de mi madre. Si tan solo hubiera sabido lo que ocurriría. Aunque tampoco se lo que pasa ahora. Intenté darle un abrazo, pero claro está, no pude. 

No sucedía nada. No llagaba nadie. Ella no se movía. Allí no estaba encontrando respuestas así que decidí buscar en otro lugar. Entré a casa y todo estaba muy normal. Volví a salir y vi a mi madre quitándose su delantal para ponerse a hacer lo que sea que hiciera todas las tardes mientras yo me iba a leer... ¡El libro! ¿Que había sucedido con el libro? Recuerdo haberme olvidado de él en cuanto escuché los gritos, pero ahora tenía otras cosas en que ocuparme. 

Bien, cabía la posibilidad que mi madre hiciera otras cosas mientras yo no estaba. Claro, cosas de las que yo no tenía ni la mas remota idea. Iba entrando mi madre a la casa cuando de repente, como si olvidara algo, se devolvió a la huerta y... ah, claro, tomó la cesta de verduras y de nuevo entró. Esto no estaba funcionando,  no daba respuestas. 

Pronto el hechizo de tiempo revertido se desharía y tendría que volver antes de que éste se agotara o quedaría mi espíritu totalmente perdido en un mar de tiempo. 

No había ya nada que hacer. Me arrodillé, puse las manos una sobre otra en mi pecho y vociferé el hechizo de tiempo revertido para volver a tiempo presente: 


   ''  Un tiempo para cada cosa

Y cada cosa en su espacio

Remueve los que se ha movido

En el tiempo y en el espacio  ''


Justo cuando mi espíritu se desvanecía, mi madre salía corriendo rumbo al bosque y de la falda de ella caían pedazos de papel, tal y como los pedazos de tela que había visto esparcidos. 

Crónicas de una niña bruja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora