Capítulo I

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Estaba retocando el color del labial de mis labios cuando observe el reloj de mi habitación, marcaba 15 minutos antes de las 7:00 am así que deje el labial en mi tocador para mientras que tomaba mi cartera para irme a trabajar. De nuevo me mire en mi espejo para ver si todo de mí andaba bien y claro me veía hermosa, así que con una sonrisa grande, salí de mi apartamento para comenzar a caminar por la pequeña ciudad, pasaba observando como las personas comenzaban a salir para adueñarse un día más en sus trabajos, así como también varios abrian las ventanas altas de sus casas donde algunos sacudían la ropa de esa altura al estar mojada o llena de polvo para mientras que otras solo se quedaban observando a las personas que pasaban por sus tranquilas avenidas. Muchos saludaban con una sonrisa en sus rostros cuando me veían pasar, apenas unos comenzaban a limpiar su negocio cuando a veces llegaba el cobrador de la renta y le quitaba esa sonrisa que parecia estar reesplandeciendo hace unos segundos. Pase por un pequeño puesto de café para mientras que me compraba un capuccino de vainilla, cuando me lo dieron, le di el primer trago a la bebida caliente donde lo mejor de ello fue que me queme la lengua y la garganta haciendo que el cajero de la pequeña cafeteria se riera de mí al ver mis gestos de dolor. En el camino fui pensando en que haría en mi primer día de trabajo, apenas ayer había entregado mi curriculum a la empresa de la edición del periódico nacional cuando resulto ser que los requisitos que pedían para el nuevo trabajor, yo los acaparaba así que sin pensarlo mucho más me dieron el puesto, así que a partir de hoy me habían dado ordenes de comenzar con mi labor.

Cuando fui llegando, abrí las puertas de vidrio que conformaban parte de la editorial, la secretaria que parecía tener unos 50 o 60 años levanto su rostro para sacar una sonrisa en sus labios al verme, antes de interrumpirla, ella estaba escribiendo algo en su maquina de escribir vieja, note como ella busco unos papeles en su escritorio para luego pasarmelo y yo agradecerselo. Camine de nuevo hacía la oficina de mi jefe para ver las instrucciones que me daría en este día así que me subí en el elevador para que me llevara al último piso, me quede viendo por un momento la nota que me había dado la señora, deje ir otra sonrisa para mientras que guardaba la nota en mi agenda donde me di cuenta que sus palabras estaban grabadas ahora en mi mente 《Que tus deseos se cumplan especialmente en este día con mucho esfuerzo y amor》.

Fui a buscar la oficina de mi jefe donde antes de llegar su asistente me recibió y me menciono que debía de esperar unos segundos antes de pasar a la oficina de sus superior. Tuve que sentarme en una de las sillas que estaban en el lugar para mientras que esperaba que el jefe terminara de hacer lo que debía de estar haciendo por ahora, mire a mi alrededor y me di cuenta que varios comenzaban a llegar con cafés en las manos, buscaban su puesto en la sala, se sentaban en frente de la computadora para luego comenzar a escribir posiblemente planos de información que se verían en la primera plana del día siguiente. El ambiente cada vez se fue agilizando más con el pasar de los minutos, muchas personas iban de un lado hacía el otro, unas con papeles impresos en las manos, otros pidiendo la información a la asistente del jefe, otros seguían sentados escribiendo, para mientras que otros salían de la empresa para buscar la nueva información que será repartida hoy por la tarde para mañana estar lista y ser leída por todos los ciudadamos de Italia.

-Isabelle, puedes pasar. -Escuche que me llamaba una voz ronca.

Al ver que mi jefe se encontraba apoyado en la puerta de su oficina, me levante para luego ir hacía él; cuando pase a la oficina de él, con una seña me dijo que me sentará así que al hacerlo, comenzó a hablar.

-Buen día señorita Leone.

-Buenos días señor De Rosa.

Observe como él comenzó a anotar con un lapicero color gris algo en un post-it. Mis ojos no sé quedaban quietos, seguían rodeando el lugar para ir conservando en mi mente lo que había dentro de aquella oficina, pero solo se encontraba un solo desorden, cajas de un lado hacía el otro, papeles en desorden, lapiceros tirados, el basurero pequeño lleno de bolas de papel que ya alguna se habían salido del lugar al no caber, el olor a cafe se inundo por la sala para mientras que en su escritorio veía un portaretratos de él junto con su esposa e hijo.

Mi Dulce TormentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora