Se trata de... escucharles

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-¿¡Qué le ha pasado!? ¿¡Está tonto!?- Vegetta no había parado de gritar desde que Willy se había marchado y a Mare le comenzaba a entrar dolor de cabeza.

-Grandullón me da igual, es normal. El primer día que me vio una tía que me conocía le apuntó con una pistola. Yo también me habría asustado.

-Ya, y eso lo entiendo, lo que no entiendo es por qué no confía en mí, le he dicho que eras de confianza, que me ayudabas y él ha reaccionado como si hubiese visto un fantasma. ¡Es que no me lo creo!

Tal vez habían pasado unas dos horas desde que Willy se había ido y justo unas llaves abrieron la puerta.

Sin decir nada Willy se metió a su habitación, con cara de pocos amigos y dio un fuerte portazo.

-Deberías ir a ver cómo está. Vamos.- Mare empujaba a Vegetta, que se resistía a ir, aunque finalmente la fuerte chica le llevó hasta la puerta.

-¿Se puede, Willy?

-Depende, va a entrar Mare también.- Dijo con tono irónico, el cuál Vegetta no entendió.

-No, ha sido ella la que me ha dicho que viniese, se ha preocupado por ti más que yo.- Vegetta se tomó la confianza y entró en la habitación de Willy para sentarse en la cama, puesto que él estaba sentado en la silla del escritorio.

-¿¡Vamos es que no vas a parar ya!?

-¿¡Parar con qué!?

-¡Con el tema de la chica! ¡Déjalo, no tiene gracia!- A Vegetta aquellas palabras le descolocaron bastante pero aun así le respondió.

-Willy, no sé qué te pasará, pero tan solo llevo una semana viviendo con Mare y confío en ella, me ha contado cosas y...

-¡YA BASTA!- Se levantó de la silla, y como tenía ruedas, se estampó contra la pared, haciendo que Vegetta se sobresaltase.- ¡DEJALO YA VEGETTA! ¡DEJA A LA PUTA NIÑA EN PAZ, DEJATE DE TONTERÍAS Y PONTE EN SERIO CON ESTO! ¿¡ES QUE ACASO NO VES QUE TE ESTÁN PERSIGUIENDO!? ¡ESTO ES PELIGROSO! NO PUEDES PONERTE A JUGAR.

Lo soltó todo de golpe, estaba rojo de furia, Vegetta, en cambio, estaba blanco como la leche, nunca había visto así a Willy.

-Lo... lo siento Willy, pero ella me ayuda.- En ese momento Willy se dio cuenta de que Vegetta hablaba en serio, hablaba de la niña como alguien que le ayudaba y Willy estuvo a punto de desmayarse.

-¿Cómo es Mare?- Susurró sentándose a su lado.

-¿No la has visto antes? Alta, con el pelo castaño y ondulado en las puntas y ojos grandes y de color miel. Tiene una enorme cicatriz en la parte izquierda de la cara, pero no le gusta hablar de ella.

Willy asintió, aterrorizado.- Vegetta, tengo miedo.- Se pegó a Vegetta, este le rodeó con su brazo y besó su cabeza.

-No me pasará nada, lo prometo.- Pero Willy no se refería a eso, tenía más problemas a parte de ese.

-Vegetta, ¿te importaría si una amiga viene a vivir unos días a casa? Es nueva y no tiene dónde alojarse.

Vegetta se sorprendió por el cambio tan repentino de tema, pero igualmente lo siguió.- Por supuesto, Willy.

A la mañana siguiente

Willy se levantó con un enorme dolor de cabeza. Esa noche apenas había podido dormir, tenía miedo y problemas y no eran la mejor combinación para conciliar el sueño.

Solo podía pensar en Vegetta en ese momento, ¿qué está haciendo? ¿Por qué hace tanto ruido? Lo iba a matar.

Se levantó, bostezando y un poco mareado, aún con el pijama y salió a la cocina.- Buenos días, chiqui.- Saludó Vegetta. A Willy, aunque nunca lo reconocería, le encantaba que Vegetta le llamase chiqui.

-Buenos días, Vegetta. Hoy viene Daniela, mi amiga.-Miró el reloj de la pared.- Debería estar a punto de llegar, suele ser bastante puntual.

-¿A qué hora has quedado con ella?- Preguntó Vegetta.

-A las once y media, son y cuarto, voy a arreglarme, no quiero que me vea así.


Vegetta no se sorprendió cuando Willy salió de la sala sin siquiera mirar a Mare, ella tampoco le había prestado la más mínima atención a Willy, pero Vegetta pensó que ella tenía derecho a estar enfadada, le había tratado realmente mal.

Alguien tocó el timbre y Willy salió disparado hacia la puerta, serio, Vegetta se arriesgó a decir que incluso estaba nervioso, cosa que no sabe por qué, le molestó.

Willy abrió la puerta y una chica apareció en el umbral, estatura media, pelo rubio, ojos azules y delgadita, muy mona, pensó Vegetta.

-Hola, Daniela, te presento a Samuel. Samuel ella es Daniela.- Vegetta le dio dos besos a Daniela y dijo:

-Encantado Daniela, ella es Mare.- Se hizo a un lado y señaló al sofá.

Daniela miró a Willy de reojo, que estaba pálido y sudoroso, a continuación miró a dónde el otro chico apuntaba y sonrió en esa dirección.

Mare tan solo levantó la mano y soltó una especie de saludo urbano, algo así cómo << ¿qué pasa, sister?>> y no dijo nada más en todo el tiempo que estuvieron hablando.


-¿Cuánto tiempo te vas a quedar en Barcelona, Daniela?- Willy estaba sentado a la izquierda de Vegetta en el sofá, Mare a su derecha y Daniela sentada en uno de los orejeros de enfrente.

-Unos meses, tengo un trabajo interesante por aquí.- Dijo con una amable sonrisa.

-¿Un trabajo? ¿A qué te dedicas?- Preguntó Vegetta, Willy casi no hablaba.

-Soy psicóloga. Desde pequeñita quise serlo.- Dijo con una sonrisa nostálgica.

-¿Psicóloga? ¿Nunca tienes miedo de... no sé, que algún paciente se vuelva loco en tu consulta?- La chica rio cómo respuesta y añadió.

-La verdad es que sí. Tengo algunos pacientes que están bastante locos, pero al final a todos les coges cariño.

-Tiene que ser interesante estar dentro de la cabeza de los chicos que te visiten, entenderles.

-No a todos los puedes llegar a entender, pero sí a ayudar. No se trata de hacer entrar en razón, puesto que para ellos ya la tienen, se trata de que no enloquezcan, se trata de ayudarles, se trata de... escucharles.

Amor Forzado- WIGETTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora