Un ángel venido del cielo

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La noche había caído ya en Barcelona y era especialmente fría. Willy llevaba un gorro de lana azul en la cabeza y Vegetta mantenía las manos dentro del abrigo negro que llevaba.- Tío, a la gente le está encantando la nueva temporada de Apocalipsis Minecraft.- Dijo Willy. Ambos caminaban por una calle completamente vacía y poco iluminada, en otras circunstancias habrían tenido miedo, pero estaban juntos.

-Ya ves, tío. ¡Por cierto! Se me olvidó decirte que leí un comentario hará unos dos episodios, fue muy votado, decía que instalásemos un Mod, uno que tengo en Planeta Vegetta, tiene un libro de tele-transporte.- Willy asintió con la cabeza y soltó vaho por la boca, causando una sonrisa en Vegetta.

-¿De qué te ríes?- Preguntó el menor con una sonrisa en los labios. La cena de esa noche había sido genial, convivir con Vegetta era realmente divertido.

-Tienes la nariz roja, chiqui.- Una ráfaga de viento sopló más fuerte y Vegetta tembló.

Estaban en la mitad de la calle y seguía completamente desierta, bueno, desierta excepto por un hombre, al menos Vegetta creía que lo era, llevaba una sudadera, con la capucha puesta y las manos en los bolsillos.

Willy escuchó cómo a Vegetta le castañearon los dientes y sintió pena por él. Antes de salir de casa le había dicho que cogiese unos guantes o una bufanda, pero él no había hecho ni el más mínimo caso, había salido con el abrigo y un jersey.

Comenzó a desenrollar su bufanda, una bufanda verde oscura, de lana, realmente calentita, se la había regalado su hermana la última vez que la visitó.- Toma anda, te vas a resfriar.- Le tendió la bufanda a Vegetta, quién la recibió con una sonrisa.

Un coche se comenzó a escuchar, y segundos después apareció en la calle. Era negro, tal vez un BMV, Willy no lo podía asegurar por la oscuridad. El coche comenzó a aminorar la velocidad hasta que se detuvo, unos metros delante de ellos.

El sonido de unos tacones se hizo presente cuando la puerta del coche se abrió. Una mujer, alta, eso es lo único que podían decir de su aspecto, se situó al lado del hombre que venía en dirección opuesta.

Comenzaron a caminar hombro con hombro, los tacones cada vez se hicieron más presentes, su sonido más fuerte en la silenciosa calle. Willy notó como Vegetta aminoró la velocidad y él lo imitó, ir con Vegetta daba seguridad, aunque él no se quedaba muy atrás respecto a un cuerpo formado.

La mujer y el hombre estaban tan solo a unos metros, siguieron andando. Ambos pasaron por una farola y Vegetta pudo ver el rostro de los desconocidos, la mujer, alta y esbelta, tenía una larga y lisa cabellera, aunque con volumen en las puntas, pelirroja y el hombre llevaba una capucha así que no pudo ver mucho de su rostro.

Vegetta se tensó cuando pasaron por su lado y notó cómo Willy también. Cuando hubieron dado unos pasos ambos soltaron una risita, eran muy tontos, pensaron los dos.

Willy sintió algo presionando su espalda, se detuvo y se quedó frío cómo el hielo.

-¿De qué os reíais?- Fue la chica quién pronunció aquellas palabras. Tenía una voz femenina, con un toque de crueldad y tal vez diversión. Vegetta pudo confirmar lo segundo cuando se giró, la mujer tenía una enorme sonrisa de medio lado, seductora y peligrosa, pensó Vegetta.

Vegetta se quedó sin palabras, la mujer sostenía una pistola en la mano y apuntaba a él en la distancia, mientras que el hombre la apoyaba en la espalda de Willy.

-¿Qué pasa, te ha comido la lengua el gato, tontorrón?- Dijo la mujer dirigiéndose de nuevo a Vegetta.

-¿Qué-qué queréis?- Tartamudeó.

-Oh vamos, ya sabes lo que quiero, querido, no te hagas el tonto.- La mujer acentuó esa sonrisa. Desde esa distancia Vegetta pudo ver que era guapa, tenía una nariz respingona, con unos ojos grandes y verdes puros como esmeraldas.

Metió la mano en el bolsillo y sacó su móvil y la cartera.- Toma, es todo lo que llevo.- Le tendió a la mujer dichos objetos.

La pelirroja soltó una carcajada sin gracia, algo más parecido a un ladrido.- No te hagas el tonto, querido. Vamos, cuéntame todo lo que sabes.- La mujer movió la pistola en un gesto para acompañar a sus palabras.

-No sé de qué me estás hablando.- Dijo con el ceño fruncido.

-¡He dicho qué no te hagas el tonto!- Bajó la pistola hasta su entrepierna.- Dímelo o no podrás tener hijos, chico. Dímelo.- Dijo con los dientes apretados de rabia. Llevaba pintalabios color carmesí oscuro, resaltando su perfecta dentadura.

-Prometo que no sé de qué estás hablando, chica.- A su lado, Vegetta, notó a Willy sollozar y temblar levemente.

El corazón se le encogió en el pecho. Aquella gente le quería a él no a Willy.- Está bien, te diré lo que quieras, pero a él déjale, deja que se marche.

La mujer desvió la mirada a Willy, como si acabara de percatarse que estaba allí.- Mira, te propongo otra cosa, o me dices lo que quiero saber o él dispara a tu amigo. Elige.- La mujer sonrió maliciosamente.

-¡No! Mira, tal vez me estés confundiendo con alguien, pero prometo que no sé de qué me hablas. De verdad. No arriesgaría la vida de mi mejor amigo por nada.- La mujer entrecerró los ojos y enseñó sus dientes de forma amenazadora. Miró al hombre que sujetaba la pistola, este asintió y cómo un ángel venido del cielo una voz se alzó.

-¡Te ha dicho qué no sabe nada!- Una chica, fue quien habló, detuvo el disparo del hombre.

-¿Qué haces aquí, enana?- La mujer desvió la mirada más atrás de Vegetta, este no se atrevió a girarse, pero miró de reojo a Willy, que aún miraba en dirección opuesta a la de Vegetta. Tenía los ojos abiertos cómo platos y la boca ligeramente abierta.

-Déjales irse, Nerea.- Vegetta no había oído los pasos de la chica, así que intuía que no llevaba tacones como la tal Nerea.

-La única que va a irse de aquí eres tú, vete ya enana.- La rabia era presente en la voz de Nerea, no apreciaba mucha a la chica, pensó Vegetta.

La chica fue andando hasta situarse delante de Vegetta, Nerea seguía con la pistola alzada, y pasó de apuntar a Vegetta para apuntar a la chica.

Vegetta cogió la mano de Willy, que estaba temblando, pero, al contrario de lo que había pensado no lloraba, y lo situó tras él, haciendo una fila con ella en cabeza, Vegetta en medio y Willy detrás.

-Dispara, dispara y explícale después qué ha ocurrido. No tendrás el valor suficiente... y lo sé.- Vegetta no podía ver el rostro de la chica, pero imaginaba que tenía una sonrisa de lado. Al contrario de lo que había pensado anteriormente, la chica no era para nada enana, como hacía pensar el mote puesto por Nerea, era alta, realmente alta, tal vez un par de centímetros más baja que Willy.


La calle por la que paseaban Vegetta y Willy tras su cenita... ;) 

#Z4

Amor Forzado- WIGETTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora