Inés se acercó completamente a Victoriano con una sonrisa un poco traviesa en los labios. No dijo nada, solo calló esperando la reacción de su marido. Victoriano estaba embobado, no fue hasta después de varios segundos que pudo decir algo.
—Tu escogiste el día de hoy para matarme mujer, no sé si pueda seguir resistiendo estas sorpresitas, primero el cambio de look y ahora esto, vas acabar conmigo. Ese camisón te queda tan hermoso, nunca te había visto algo igual. —la seguía mirando de arriba abajo encantado, estaba sentado aun y ella de pie delante de él.
—Me alegro que te guste, para eso me lo puse. Y claro, sientes que voy acabar contigo porque después de cierta edad las emociones fuertes son muy peligrosas, lo entiendo. —puso sus manos en los hombros masculinos y Victoriano posó las suyas en la cintura de su mujer.
—Espero que no me estas llamando viejo porque tu mejor que nadie sabes que no lo estoy, aun me quedan fuerzas para lo que sea. —le guiñó un ojo y ella sonrió.
—Lo sé, ya lo he comprobado. —le dijo dándole un piquito en los labios.
—Quiero verte bien, a ver modéleme esa ropita señora Santos.
—De acuerdo. —se alejó un poco para que él pudiera observarla mejor.
Victoriano se quedó sentado en la orilla de la cama con una sonrisa lujuriosa en los labios y mas que listo para observar el espectáculo. Inés se quitó la bata de seda que traía ya entreabierta y la dejó caer al piso, ahora su marido podía observar mejor aquel camisón tan revelador. Él tragó saliva y su respiración se aceleró sin poder evitarlo.
—Date la vuelta. —sintió como su miembro latió y comenzó a cobrar vida cuando vio la parte de atrás de aquella escasa tela. Era transparente y dejaba ver la tanga que su mujer traía puesta, no cubría mucho que digamos, pues le permitía observar la piel de sus pequeñas pero perfectas nalgas.
—¿Te gustó lo que viste? —se dio la vuelta para volver a acercarse a su marido.
—Me encantó pero para serte sincero quiero arrancarte ese camisón ya y… —no pudo seguir hablando porque Inés le estampó un beso ardiente en los labios que lo dejó sin respiración, sus lenguas se degustaron durante unos minutos, luego se separaron lentamente un tanto agitados.
—¿Y cual es la prisa mi amor? Tenemos toda la noche. —sus manos estaban cerca del cuello de su marido y él la tenia abrazada por la cintura con sus fuertes brazos.
—Tienes razón morenita, me tomaré mi tiempo para disfrutarte entonces.
Ella dejó escapar pequeño gemido cuando él sin mucho aviso se puso de pie y la hizo acostarse en la cama. Ahora las posiciones se invertían, Victoriano estaba en parado y ella acostada con las piernas un poco abiertas, el camisón rojo rozando su cuerpo y su larga cabellera negra esparcida por tela blanca de la almohada. La observó con deseo unos segundos deseando introducir su miembro ya duro como roca en el cuerpo de su mujer pero se contuvo. Quería disfrutar con calma el platillo que tenía en frente. Como cuando se va a un restaurante y te sirven el mejor banquete y te tomas todo el tiempo del mundo para saborearlo.
—Eres tan perfecta Inés, me gustas tanto. —sus grandes manos comenzaron a acariciarla desde las piernas subiendo por sus muslos hasta rozar esa parte tan sensible de su mujer por encima de la tela. Ella se arqueó sintiendo una corriente casi eléctrica recorrerla desde la punta del pie hasta la ultima hebra de su cabello. Su marido causaba ese tipo de reacciones en su cuerpo.
Victoriano se subió a la cama arrodillándose junto a ella, la besó dulcemente en los labios y luego se situó entres sus piernas, la ayudó a sentarse y entre besos le quitó el camisón y lo lanzó a un costado de la cama.
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LO QUE SIEMPRE SOÑAMOS SER
FanficDespues de tantos problemas, tantas lagrimas y tanto sufrimiento, al fin Inés y Victoriano habían alcanzado la felicidad. Ahora eran un pareja casada, viviendo su amor libremente y alcanzando por fin esa dicha que tanto soñaron tener y ahora era una...