Capítulo 9

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En la sonrisa de Inés se podía ver lo feliz que estaba. Volteó hacia su marido y lo besó en los labios abrazándolo por el cuello.

—¿Así que esto era lo que te traías entre manos Victoriano Santos? Te amo. —volvió a estamparle un beso en la boca, sus hijos chiflaban y aplaudían.

—Quiero que disfrutes este día y que recuerdes nuestros mejores momentos mi morenita. —la llenó de besitos por todo el rostro.

—Bueno ya tortolitos, saluden al menos a los invitados. —comentó Connie divertida.

Inés sonrió y se acercó a sus hijos quienes la abrazaron felicitándola una vez mas en el día, de igual forma saludó a los invitados con abrazos y muestras de agradecimiento por estar allí presente.

—Papá, ¿y Verónica? No la he visto. —mencionó Casandra.

El rostro de Inés se transformó.

—¿Esa mujer está aquí? ¿Tu la conoces Casandra?

Los jóvenes Santos rieron al ver como la voz de su madre adquiría un tono celoso.

—Papá yo creo que es hora de que le presentes a Verónica, porque sino mi nana te va matar. —comentó Diana y todos rieron, Inés no entendía.

—Sí, de hecho ahí viene. —dijo cuando vio que la joven se acercaba. —Ven Verónica, mira te presento a mi esposa Inés. Mi morenita, mira, ella es Verónica.

Inés la observó como examinándola, no era para nada el tipo de mujer que se había imaginado, de hecho era una jovencita, de la edad de Casandra prácticamente y parecía ser muy amable ¿pero quien era, que hacía allí? No entendía nada.

—Hola… —fue lo único que pudo decir y volteó a ver a su marido, éste sonrió.

—Mi vida, ella es Verónica Robles, es amiga de Casandra, estudió con ella hace algunos años hasta que se cambió de carrera y ahora se dedica a la organización de eventos, tiene una agencia. Ella fue quien me ayudó a organizar esta fiesta para ti.

Inés quiso que la tierra se la tragara, sus hijos la observaban divertidos, hasta la propia Verónica la veía con una sonrisa amistosa en los labios y su marido la penetraba con aquellos ojos verdes como preguntándole: ¿Ahora entiendes todo?

Y vaya que lo entendía, ella había pensado lo peor de su marido, lo acusó de engañarla, le armó escenas de celos pensando que la tal Verónica era su amante. Culpó al pobre Victoriano de estar actuando de manera rara y diferente con ella y resulta que todo, absolutamente todo fue por causa de una bonita sorpresa que él quería darle. Que tonta había sido.

—Mi amor… —lo miró sin saber exactamente que decir, aunque no podía decir mucho en aquel momento, varios pares de ojos se clavaban sobre ella observándola. Solo le apretó la mano a su esposo como si deseara decirle que ya hablarían luego y volteó a ver a Verónica. —Me da gusto conocerte muchacha.

La joven se acercó y le dio un abrazo con la amabilidad que la caracterizaba. Inés solo pudo sentirse peor.

—¿No se acuerda de mi señora Inés? Porque yo sí la recuerdo, vine con Casandra varias veces a estudiar aquí a su casa y la conocí a usted.

—Claro, ahora que lo pienso, sí te recuerdo, pero es que van varios años que no te veía y bueno tu nombre, no me sonaba conocido. —se excusó.

Verónica sonrió, sabía lo que Inés quería decir, Casandra le había comentado del malentendido que habían tenido su papa y ella a causa de las llamadas y los mensajes y ésta se sintió mal de que por su culpa hubieran tenido problemas.

LO QUE SIEMPRE SOÑAMOS SERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora