Capítulo 8

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Victoriano volvió a mirar a su mujer quien estaba echando chispas, vio cómo se puso las manos en la cintura y lo miró con firmeza esperando una respuesta.

El celular seguía sonando.

—Contesta. —le exigió furiosa.

Él dudó en hacerlo, efectivamente era Verónica quien lo llamaba. Extrañado por la llamada ya que a penas un rato antes se habían reunido, lo pensó un poco y finalmente contestó. Inés lo escuchó atenta.

—Bueno.

—Victoriano, soy yo Verónica, perdóname que te moleste, lo que sucede es que dejaste acá tu cartera, uno de mis asistentes se dio cuenta que se te cayó pero cuando corrió a avistarte ya te habías marchado.

—Ah Verónica, gracias, yo mando a mi chofer para que la recoja en un rato. Te lo agradezco.

Inés al escuchar el nombre de esa mujer lo fulminó con la mirada y abrió la boca indignada.

—No hay de que. Hablamos.

Victoriano colgó la llamada y soltó el teléfono en la mesa que estaba a su lado, su mujer se acercó a él.

—Eres un desgraciado. Todos los hombres son iguales. —le dijo con voz dura muy cerca de su rostro.

—Y tu estas malinterpretando todo mujer. Se me cayó la cartera y ella la encontró, solo llamó para avisarme ¿no oíste que le dije que voy mandar por ella?

—Ay sí, se te cayó. —dijo con voz sarcástica. —De seguro la dejaste luego de… hacer quien sabe que cosas.

Victoriano empezó a reír sin poder evitarlo al ver a su mujer tan molesta por algo que no era para nada lo que ella creía. Dejó escapar una carcajada que solo hizo que Inés se molestara aun mas.

—¿De que ríes baboso? —agarró un cojín y comenzó a golpearlo con este.

Mientras ella lo golpeaba, mas risa le daba a Victoriano. Le causaba mucha gracia ver a su mujer así tan pequeña y enojada golpearlo con el cojín, él se tapaba con las manos y trataba de dejar de reír.

—Ya mi amor, perdóname. Es que me rio porque estas tan molesta y celosa sin ningún motivo.

Ella le lanzó el cojín y dejó de golpearlo.

—¿De verdad tu crees que es sin motivos? —preguntó enojada.

—Claro que lo es. Ya te expliqué todo lo que sucedió, lo de los mensajes, el por qué la vi ayer y hoy y lo de la cartera que fue un descuido mío, se me cayó y ella solo me llamó para dejarme saber. Inés no ha pasado nada malo, esa mujer no significa nada para mi, no es lo que tu crees. Estas malinterpretando todo mi amor.

—¿Y por qué las constantes llamadas en los últimos días? Quiero que me digas la verdad Victoriano.

—¿Pero cual verdad mujer? Que sé yo, fueron llamadas por qué habíamos quedado de reunirnos para cerrar un negocio y luego se cancelaba la reunión por alguna razón y teníamos que reprogramarla, no sé, no tiene importancia para mi. Además solo fueron un par de llamadas, hablas como si viviera pegado al teléfono con esa mujer.

Inés respiraba agitada, ya no lo miraba.

—Mi amor, créeme por favor y cálmate, estas muy alterada.

—Esta bien, supongamos que todo lo que dices es cierto, que es una “inversionista” con la que solo tratas negocios, de todos modos eso no quita que parecen tenerse mucha confianza, además si nunca la habías mencionado es por algo.

LO QUE SIEMPRE SOÑAMOS SERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora