Siempre admiré el amor que se profesaban mis padres. No, me corrijo. La imagen que me dibujé de su amor. Mi padre murió cuando yo tenía cinco años, y lo único que recuerdo de esa época es el deambular por corredores fríos y blancos, y después el llanto inconsolable de mi madre, que me ocultaba en las noches.
Ella nunca lo superó. Nunca volvió a sonreír. No hasta que conoció a Willbur. Este gringo era un modelo de galán de telenovela. Cabello castaño claro, ojos celestes y sonrisa de comercial de dentrífico. Su único defecto: fuma. Bueno, algo tenía que encontrarle, ¿no? No podía ser tan perfecto.
Pasé mi cumpleaños de quince con mis amigas en el cine del Abasto. No tenía tantos amigos como para organizar una fiesta, y lo de viajar lo dejé para el verano, sin saber lo que se avecinaba. A la semana siguiente, mi mamá me anuncia su compromiso con Will. Me caía bien, pero no tanto como para aceptarlo como el nuevo esposo de mamá. Sin embargo, no podía negar que mi madre era felíz.¿Quién era yo para arrebatarle esa felicidad? No la había visto sonreír como tonta y como una colegiala más que en viejas fotografías. Así que, con mi consentimiento, me dispuse a ayudarla con los preparativos del casorio. Fue algo sencillo, una ceremonia civil, un traje beige y un ramo de rosas blancas y rojas.
Pasó el tiempo. No eramos la familia Ingalls, pero tampoco "Casados con hijos". Will jamás traspasaba los límites que le puse. Aún seguíamos siendo mamá y yo. Pero intentaba de vez en cuando hacer buenas migas y jugar al padre modelo. Uno de sus intentos fue combinar nuestras vacaciones. Estaba terminando cuarto año del secundario, cuando nos anunció que un socio suyo acababa de fallecer y le había heredado una casa... ¡en Escocia!
-Podríamos aprovechar tus vacaciones de verano y viajar a Escocia a ver de qué se trata. Me ayudarán a decidir si la vendo o invierto en ella.
Will maneja una compañía de bienes raíces que se instaló en Buenos Aires después de la crisis de 2001. Conoció a mamá al contratarla para el markenting de dicha firma. El matrimonio no cambió el hecho de que mamá siempre fue una mujer independiente que mantiene a una adolescente.
Sinceramente, no quería ir allí. ¿No hace frío en esta época del año? Hubiera preferido la casa de la tía abuela María en Mina Clavero. Incluso un fin de semana en Mar del Plata si mamá tenía mucho trabajo.
El viaje a Escocia fue para el olvido. Se me ocurrió esperar el trasbordo comiendo papas fritas. Cuando llegamos al aeropuerto de Edimburgo, solo me faltaba tirar las amígdalas. Por fortuna, Will se apiadó de mí y pagó una noche de hotel. Se lo agradecí de corazón. Los cuidados de mamá y una noche tranquila de sueño, me ayudaron a no ver todo tan gris y horrendo. Aunque admito que los adoquines y las veredas estrechas me recordaron mi Buenos Aires natal.
Me había preguntado por qué nos habíamos levantado al alba para emprender el viaje al interior de Escocia. Tardamos casi todo el día en llegar a la dichosa casa. Los paisajes se sucedían entre los diferentes tonos de marrones ocres y amarillos, salpicados de pedruscos que mancillaban la imagen.
Hacía frío, pero mamá me preparó bien para este viaje. Además de que yo había cargado mi I pod y mi celular con música para dos días. El día era soleado con grandes motas blancas. Otro buen augurio.
Llegamos al atardecer a una casa de campo. Bueno, lo de casa era un decir. Mansión, caserón, casona. Era una mole de piedra gris verduzca con varias divisiones. Se me antojaba llamarlo palacete, el pequeño castillo que tendría Igor para vacacionar.
-No creí que fuera tan grande. -atinó a decir Will, estacionando el vehículo alquilado.
-Mira el lugar. Imagina las probabilidades. -la que hablaba era la experta en marketing. -Sería un estupendo hostal... En primavera y verano debe ser realmente hermoso.
-Primero veamos qué es lo que tiene.
Nos bajamos al tiempo que salió por la enorme puerta de madera una mujer regordeta, de cabellos rubios claros y una sonrisa maternal. La típica abuelita.
Se saludaron con Will. Pude apreciar el tono de cada uno. Es fácil saber quién es porteño y quién es provinciano con solo escucharlo hablar. En este caso, era lo mismo. Me había acostumbrado a la forma rápida y educada que tiene Will al hablar. Así que, el escuchar hablar a la señora Magui Mc Owen, así se llamaba la abuelita, me gustaba mucho.
-Sean bienvenidos. -dijo luego de que Will nos presentara. -Permítame que les haga un recorrido corto por la casa. Mi familia ha trabajado en ella desde 1823, la conozco muy bien.
El tour duró una hora. No estoy exagerando. La casona era inmensa, sus habitaciones espaciosas con altos techos y decoradas con un gusto exquisito aunque arcaico. Creo que cada dueño intentó dejar su impronta eligiendo una habitación en particular. Lo que me atrajo fue el jardín posterior. Tenía setos que lo dividía en sectores, bancas de madera, una pequeña fuente en el centro con una ninfa y una pérgola en la esquina más alejada. Se veía que estaba muy bien cuidado a pesar de estar en invierno.
-No sabemos aún si la conservaremos o la venderemos. -escuché decir a Will. -De quedarnos, tal vez la convirtamos en un hostal.
-O una casa de retiro. -ofreció mamá.
-No lo sé, señor. -me pareció que había algo más que duda en la voz de la abuelita. Me intrigo su actitud.
-Usted y su familia continuarían en la casa, si así lo desea. -se apresuró a asegurar Will. Tal vez él también vió lo mismo que yo.
La señora no dijo nada y continuó con el tour.
Bien, aquí el primer capítulo. No parece muy prometedor. Tened paciencia. La de la foto es Laura.
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León (editando)
ParanormalAlgunas vidas están conectadas a través del tiempo. Portada hecha por 0HazelKennedy0