Treinta y seis días. Estuve en coma treinta y seis días. Al principio, todo era nebuloso, los recurdos se me escurrían al menor intento. Para el tercer día, podía recordar cada detalle.
Esther había intentado matarme. ¿Recuerdan la oración que escribí en mi cuaderno? "Si con mi ida te doy paz...." . Mis padres lo interpretaron como que había huído al saberme tan enferma. Fergus me había llevado a una fabrica de cerveza abandonada de camino al norte. Cuando la encontraron, estaba histérica, y lo atribuyeron al haberme encontrado en ese estado comatoso. Ni ella ni yo dijimos nada. Ella también estuvo hospitalizada, por ese ataque de nervios, y al salir,se refugio en su villa de Italia. Nunca más salió de allí. Nunca más nos volvimos a encontrar.
Los médicos continuaron haciendo estudios a mi cerebro, que al parecer no dejaba de funcionar a todo vapor cuando estuve en coma. No encontraron un nombre para mi enfermedad. Y como me reestablecí satisfactoriamente, quedé como un misterio para la ciencia.
Papá compró una casa en Edimburgo, ¡con jardín! Mamá quería estar cerca de un centro de salud especializado y Will cerca de la casa. Y hablando de la casa, volvimos.
Para Pascuas, la primavera había estallado en todo su esplendor. Como podrán imaginar, Fergus desapareció, asi que, se contrató a otro jardinero. Un tal Miles, un hombre bastante competente con dos hijos asociados. A pesar de su fachada gris, la casa se la veía hermosa.
Las mujeres Mac Owen salieron a recibirnos y ninguna estaba dispuesta a soltarme.
-¡Mi niña! ¡Mi niña! -la señora Magui me abrazaba llorando. -Bienvenida a tu casa.
-Gracias.
Ellas habían estado en el hospital y en cuanto pude hablar coherentemente, me bombardearon a preguntas. Les tuve que contar cómo había nacido la maldición, y mi teoría de que era Marianne quién se encargaba de matar a los propietarios de la casa. Así que, esta sería una visita tranquila.
-Estarás en su habitación. ¿Está bien? -preguntó Magui.
-Claro.
Pero no estuvo bien. Mis últimos recuerdos eran su enfermedad y su muerte. Lo menos que quería era quedarme en aquella habitación. Bajé a almorzar, pensando en la manera más delicada de pedir que me cambiaran de habitación, cuando vi a mi mamá salir corriendo por el pasillo de la planta baja, seguida de Will. Entré al comedor, dónde encontré a las mujeres Mac Owen.
-¿Qué le pasó ahora?
-Parece que no se siente bien. -contestó Rose.
-¿Otra vez? Es la tercera de lo que va de la semana. Hasta dejó de tomar café.-dije sin pensar, ocupando un lugar en la larga mesa.
El silencio que siguió me obligó a mirar a las mujeres, quienes se miraban con una sonrisa complice y picardía en la mirada. Me estaba perdiendo de algo.
-¿Qué?
Rose, que era la que estaba más cerca mío, me abrazó.
-Tendrás un hermanito. -dijo.
Me quedé dura. Lo juro. Las palabras de papá resonaron en mi cabeza. "... y dile a tu madre que puede ponerle el nombre que quiera."
-Debí imaginarlo.
Me levanté y salí corriendo, seguida de las Mac Owen. Will nos vio llegar y no podía ocultar su asombro.
-¿Qué ocurre?
Me colgué de su cuello y lo abracé.
-¡Felicidades! -le dije. O tal vez le grité. Estaba eufórica. ¡Al fin tendría un hermanito!
ESTÁS LEYENDO
León (editando)
МистикаAlgunas vidas están conectadas a través del tiempo. Portada hecha por 0HazelKennedy0