Capítulo especial: Max.

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(Max POV)

Desde mi recién heredado “Audi a5”, cortesía de mi madre, observe como Marcel le entregaba a Aria la dona que le había mandado. Una sonrisa empezó a extenderse por mis labios cuando vi como se le iluminaba el rostro al leer mi nota. ¡Dios! como me gustaba esa chica, lo más ilógico de todo es que apenas llevaba conociéndola menos de una semana y ya se había alojado en mis pensamientos a tiempo completo. Aunque la verdad, no era tan ilógico, siempre era así, era costumbre para mí ser muy enamoradizo, mucho más de lo que debería ser un hombre. Aun tenía problemas con mi antigua novia por eso, me había enamorado profundamente muy deprisa y me estaba costando resolver las consecuencias.

La pantalla de mi teléfono se ilumino con un mensaje, revise el buzón de entrada e inmediatamente la sonrisa desapareció de mi rostro, hablando del rey de roma.

"Necesito hablar contigo, conocí a Aria y déjame decirte que puedes buscarte alguien mejor, alguien como yo.

Ester."

¡Por Dios! esa chica no tenía vergüenza, después de lo que me había hecho con qué cara era capaz de escribirme. Honestamente no recordaba porque había empezado a salir con ella, bueno, la verdad es que si, ella era una empleada del parque de diversiones y aunque tenía prohibido salir con el personal había caído rendido a sus pies, igual que siempre cuando se trataba de una chica guapa, por lo menos así había sido la mayoría de la veces, hasta Aria.

Reconocía que Aria no era una gran belleza pero, eso no era lo que me gustaba de ella, me había enamorado por los pequeños detalles que la hacían especial. Cuando la vi por primera vez en la discoteca en ese estado de ebriedad, mientras varios depredadores se la comían con la mirada, no pude resistir el impulso de protegerla, luego cuando observe aquellos ojos café tan expresivos no pude apartar la mirada, quería rozar su cuerpo con el mío y bailar hasta más no poder.  Más tarde, cuando se desmayo y la cargue en mis brazos, decidí que tenía que conocer a esa chica tan frágil, aunque estuve equivocado enormemente con lo de frágil, de eso me había dado cuanta al verla, sin que se diera cuenta, montarse tantas veces en las atracciones del parque de diversiones sin vomitar, pararse para asentar el estomago o ponerse pálida ni una vez, siempre con un aura tan radiante y feliz.

Luego, vi lo mal que se puso en el barco pirata en el que trabajaba y la rete queriendo ver que tan fuerte era, estuvo mal, pero quería empujarla al límite de sus capacidades y me impresiono, pero no tanto como con la motocicleta, al verme montado en ella supe por su expresión que le tenía terror, pero supero ese miedo con valentía. En la cena me encanto que comiera sin inhibiciones y cuando me beso, justo en ese momento supe lo mucho que me gustaba. Cuando ocurrió lo del accidente, sentí que una parte de mi pendía de un hilo y mi desbocado corazón quería salirse de mi pecho en su rescate. Descubrí que esta vez me estaba enamorando en serio, podía notarlo, podía sentirlo en mi pecho, no era como las otras veces en las que apenas veía un par de piernas, unos buenos senos y sobre todo una insinuadora sonrisa y creía que estaba perdidamente enamorado.

Aria era una chica muy especial, el destino la había puesto en mi camino a propósito, me la conseguía en todos lados, aunque no me quejaba de eso, y a diferencia de otros hombres, yo si quería una relación estable, me gustaba la idea de que una mujer fuera solo mía y de nadie más, así que pensaba que lo menos que podía hacer era ser igual de fiel con ella.

Volviendo al tema de Ester, ella llevaba una semana trabajando en el parque de diversiones de mi padre cuando la invite a salir. Nuestra relación avanzo muy rápido, a las dos semanas ya estábamos hablando de la boda y demás cosas por el estilo, hasta que descubrí la verdad. Ella estaba en una relación con otro, y no, ella no planea estar conmigo por mi dinero, planeo estar conmigo para vengarse de su novio por engañarla, el cual le importo una mierda que saliera conmigo y la abandono cual trapito sucio. Yo por mi parte la hice renunciar y que se fuera al infierno, sin retorno, a paso de caracol.

Ignore el mensaje, justo como lo había hecho con muchos otros, ya me tenia harto con su acoso. Llevaba dos semanas escribiéndome, llamándome, incluso me buscaba en el trabajo y me espera fuera de mi casa. No entendía el porqué de su acoso, sospechaba que esta vez me estaba buscando por dinero y estaba casi en lo cierto. Me había enterado que estaba embarazada, y no, no era de mí, ni de su ex, era de su novio anterior a este. Ella quería convencerme de que era mío, claro, que mejor que encaletárselo al niño rico. Resople empezando a sentir la ira fluir por mis venas, eso de ir ahora detrás de Aria tenía que parar. Agarre el teléfono nuevamente y le conteste el mensaje presionando más duro de lo normal la pantalla descargando un poco mi ira con algo.

"Mi casa en cinco minutos."

Mientras estacionaba y bajaba del carro, observe como Ester se levantaba de las escaleras que daban a la puerta de mi casa, una mueca de asco me deformo el rostro mientras me acercaba a ella. Se veía feliz, radiante y triunfante. Ella creía que le pediría volver, si solo supiera porque le había pedido que viniera. Ester era alta, de piel pálida y cabello rojo llamativo, sus ojos eran color miel, tenía unos rasgos delicados y muy femeninos, perfectos para engañar a cualquiera con su fingida inocencia y llevárselo a la cama, justo como había caído yo y me odiaba por eso. Vestía con unas botas de tacón de aguja negras hasta las rodillas, unos shorts cortos y ajustados del mismo color, y una franela de tela semitransparente de color amarillo, la cual disimulaba un poco su barriga de embarazada. Llevaba el cabello suelto y lacio, maquillaje en exceso pero muy bien aplicado, sus ojos dorados resaltaban por el delineador negro al igual que su boca, la cual estaba pintada de un rojo tan fuerte como su cabello.

- Sabia que regresarías conmigo - dijo con voz seductora mientras me recorría lenta y atentamente con la mirada -. ¿Acaso la inocente Aria no te satisface en la cama como lo hago yo y necesitas que te haga el favor?

- ¿Cual es el precio para que desaparezcas de una vez por todas de mi vida? - contraataque llegando directo al grano, la pregunta me había salido entre dientes mientras apretaba los puños para evitar estrangularla por meterse con Aria.

- Déjame ver... - dijo fingiendo interés mientras se llevaba el dedo índice a la barbilla como considerando la propuesta, la muy perra sabia que le preguntaría eso -. Dale tu apellido a nuestro hijo, por cierto, es varón, creo que lo llamare Max como su papá.

- Sabes perfectamente que eso... - dije elevando cada vez más la voz mientras señalaba su hinchado abdomen -. Es bebé no es mío, no es mi hijo.

- Pero eso no importa, en absoluto, si tú le das tu apellido y te casas conmigo como teníamos planeado, podríamos ser una familia de lo más feliz - dijo la muy cínica -. Solo tienes que dejar a la niñita esa con la que andas y volver conmigo.

- Te propongo algo muchísimo mejor, te daré el dinero suficiente para que tú y tu bebé hagan su vida desde cero al otro lado del país bien lejos de aquí, y te olvides de mi existencia par siempre - le dije con mi mejor tono de amenaza mientras la apretaba y zarandeaba por los brazos, la aludida ni se inmuto -, o me encargara de que tu vida sea un infierno.

- Me lo pensare - dije zafándose de mi agarre y caminando hasta la acera, momento en el que me miro por encima del hombro y agrego -. Por cierto échale un ojo a Aria.

La observe en estado de shock mientras desaparecía calle abajo, un repentino sentimiento de sobreprotección se encendió en mi. Tenía que hablar urgentemente con Aria y contarle todo.

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