Capítulo 3||Confusión

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Si, un niño era lo que los verdozos orbes del pelirrojo observaban. Se parecía mucho a Sebastian aquél crio, ¿Será su hijo? A decir verdad, tenía algo de curiosidad, pero sería imprudente el preguntar algo así.

-¡Al fin llegas!- exclamó el chiquillo abalanzándose sobre Sebastian.

-Estoy en casa.- dijo el más grande.

La curiosa vista alcanzó a captar a Castiel, mirándolo con cierto ímpetu.

-¿Quién es ese chico?- señaló a Castiel, haciendo qi el mismo volteara a verle; un chico de orbes grises y cabello castaño con pequeños mechones blancos. Era, sin duda, tierno.

-Oh ¿Él?, es un amigo.- Castiel se acercó a la escena y se puso en cuclillas para estar a la altura del niño.

-Un gusto, soy Castiel.-Le saludó sin más.

-Kei... Kei Okumi...- dijo escondido tras la pierna de Sebastian.

El pequeño castaño era muy bajito, unos 6 años le calculaba de edad Castiel. Pero las apariencias engañan.
Los tres chicos pasaron a la estancia, alejándose del frío exterior. Y al estar a mitad del pasillo un hermoso, banco, peludo y enorme perro corrió hacia ellos, perro el cual Castiel miró aterrado por su gran tamaño.

El animalito paró en seco al ya estar cerca de Sebsstian. El nombrado sólo acercó la mano y comenzó a acariciarle cariñosamente la cabeza, tacto que el perro siempre adoraba.

-¿Q-Quién es él?- preguntó con el alma casi escapándose de su cuerpo.

-Oh ¿Este pequeñin? Es Momou- ¿¡Pequeñin!? Claro, y él era Peter Pan.

Momou, al captar la presencia del pelirrojo, caminó hacia él. Lo miró feliz, meneando su cola de un lado a otro.

-Quiere que lo acaricies - dijo Kei, animándole a tocar al animal.

Castiel, inseguro, accedió. Aunque a decir verdad Momou no era peligroso. Acercó la mano y el perro comenzó a oler la misma para posteriormente dejarse acariciar.

En fin. Pasaron por completo a lo que parecía ser un "pequeño" palacio.

-Me iré a bañar.- dijo Sebastian tomando una toalla y dirigiéndose al baño.

Castiel se levantó del sofá donde estaba sentado.

-¿A dónde vas?- le preguntó Kei con curiosidad.

-¿Hmm? A acompañar a Sebastian, niño. - respondió secamente.

-¿Puedo acompañarlos? Nii-chan y yo normalmente nos bañamos juntos...- Oh, así que era su hermano. Se sintió aliviado por un instante, pero... Cierta incomodidad y agrura en la boca se hizo presente, sólo porque escuchó que Kei se bañaba con el peliazul.

¿Eso eran celos? No, no podían serlo... A él no le importaba. Era más bien... Inquietud.

-Nope.- acarició el cabello del pequeño, despeinandole en el acto. -Los grandes se bañan con los grandes por hoy.- y así, pidió una toalla, el pequeño castaño de muy mala gana se la entregó y finalmente de encaminó al baño.

Abriendo como si nada la puerta, se encontró con lo más hermoso que podrían detectar dus ojos en ese momento. Un esbelto pero bien formado cuerpo fueron lo que vieron sus ojos, contando el redondo y gran trasero que lo acompañaba. Sin duda, era un cuerpo esculpido por los mismísimos dioses del olimpo.

-Oh, Castiel-san ¿Qué se te ofrece?- le habló con tranquilidad mientras lavaba con sumo cuidado su cuerpo. Su hermoso cuerpo...

Diferentes caminos, uno para escoger.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora