Capítulo 4||Después de la tormenta, llega la calma.

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4:32 p.m.• Casa de Sebastian.

El sol comenzó a colarse por las ventanas de lo que era la estancia del peliazul, pegándole a él y a su acompañante en la cara. Esto hizo que ambos abrieran los ojos con pesadez, soltando gruñidos y bufidos cada que podían por la horrible luz de aquella tarde.

Pasaron un par de minutos hasta que al fin se dignaron a mover sus culos de el suelo y hacer algo de sus vidas...

Sin exagerar.

Y aunque tanto Castiel como Sebastian miraron con sumo deseo el sofá -como si les llamara o algo parecido - no se acostaron. Tenían cosas que hacer.

Sebastian subió al segundo piso, encaminándose por el extenso pasillo entró a una habitación de puerta multicolor; el cuarto de juegos de su hermano.
Abrió la puerta con lentitud y efectivamente, ahí estaba, acostado en su alfombra con Momou a un lado echado, jugando videojuegos.

Sonrió ladeadamente y cerró la puerta, se dio vuelta para regresar a la parte inferior de la casa pero algo lo hizo detenerse... O bueno, alguien.

-¿Qué es este lugar?- dijo el pelirrojo mirando con curiosidad la puerta.

-O-Oh... ¿Esto? Es el cuarto de juegos de ni hermano. - respondió algo nervioso por la repentina aparición del chico frente a él.

Castiel miró por varios segundos la puerta, deseando invadir aquel espacio lleno de lo que serían probablemente videojuegos. Para tener su edad a veces era algo inmaduro, pero la idea atraía a cualquiera.

Al final se resignó y soltó un resoplido para después tomar la muñeca del mayor de ambos, llevándolo a la parte inferior de la casa al fin. Se vistieron "decentes" -tomando en cuenta que sus vestuarios sólo consistían en unos jeans y una camisa cualquiera- y salieron en busca de comida porque ganas de cocinar no tenían. Ya con hacerle el desayuno a Kei les bastaba. Mucho esfuerzo por hoy.

Salieron, no sin antes dejar una nota para que el castaño supiera el paradero de su hermano y del pelirrojo.

"Salí con Castiel-san por comida, volvemos en 30 6(• w )9"

Corto pero entendible.

Vagaron por las calles de la ciudad a pié, aún sin llegar al centro de la misma. Aunque ir a un centro comercial no les haría mal...
A todo esto ¿Qué acaso no tenían cosas que hacer este par de inútiles? Ah, al parecer la idiotez los cegó -o quizá algo más -. Rodaron los ojos por tal pensamiento, pero sinceramente al ser domingo no había mucho que hacer en realidad, encima era el único día de descanso para ambos. Decidido, ese día se la pasarían como amigos por la calle... Osea, como vagos.

La idea no era mala, puesto que ambos se la pasaban en la calle como si fuera de todos los días por lo cual Castiel le propuso esta loca idea a Sebastian y el otro, llevadero como siempre, se dejó arrastrar y aceptó. Sonrieron cómplices y corrieron, compraron la comida, se la dieron a Kei y salieron nuevamente, y no, no comieron siquiera. Al parecer la vagancia es más importante que tu propia salud... Por lo que se ve.

[...]

Llegaron al tan anhelado centro comercial, caminando por aquellos pasillos que parecían calles con un mármol brillante por suelo. Miraban con acombro las ropas que les gustaban y con indiferencia las que no. Mientras comían en los comedores de aquel lugar la gente los miraba mal, pensando que ellos eran otra cosa... Tontos.

Diferentes caminos, uno para escoger.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora