Capítulo 10|| El músico.

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Nuevo día, Sebastian abrió los ojos y volteó inmediatamente la mirada, encontrándose con el pelirrojo durmiendo a su lado, abrazándole. Nada raro conociéndole. Estaba en ropa interior. ¿Se cambió de ropa? Ni recuerdo de ello tenía siquiera. Tocó su mejilla con suavidad y sonrió un poco.

-Castiel-san~ Despierta~...- susurró con suavidad y dulzura.

-Mhg...- gruñó abriendo uno de sus ojos un poco -No quiero... Cinco minutos... Más...- Sebastian rió enternecido y besó su frente.

-Iré a ver...-se comenzó a impulsar para levantarse -a los dema-...- al tratar de levantarse Castiel jaló de su brazo y lo volvió a acostar, estrechándolo entre sus brazos como si de un peluche se tratase.

-Nooo~, me dejarás sólo~- plantó besos en la nuca de el peliazul. El cual se estremeció por el gesto.

-Tra-Tranquilo... Iré a ver como están las chicas y los niños.- rió un poco nervioso. -También iré a comprar las cosas para hacer la comida...-

De mala gana soltó al peliazul soltarndo un bufido emberrinchado y desaprobando la decisión de el contrario.

-Ow... No te enojes...- besó su mejilla en gesto de cariño. -Regresaré rápido y les cocinaré~-

El pelirrojo, algo... Emocionado por probar la comida de Sebastian, asintió con la cabeza y besó su mejilla despidiéndole.

Sebastian se fue a paso algo rápido fijandose cómo los chicos y chicas dormían en su habitación y de paso vio a Kei en su cuarto. Asegurado de que todos estaban en sus respectivas camas -a excepción de Saori, siendo que ella la pongas como la pongas en la cama, siempre acaba con medio cuerpo fuera de ella - se vistió y tomó su celular, cartera y las llaves de la casa.

Salió con tranquilidad de su estancia y comenzó a caminar con el propósito de llegar al mercado y poder comprar las cosas para la comida.

[...]

Finalmente terminó de comprar lo que necesitaba. Y unas cosas más, regalos, dulces y de más. Siguió vagando por el lugar para ver si encontraba otra cosa interesante.

Un dulce y alegre canto llegó a sus oídos.

"Mainichi hi ga shizumu made doro mamire ni nagara~"

La melodía le recordaba a su infancia. Esa canción la conocía.

"Mujaki ni sugoshita hibi mo sutenikui keredo..."

Acompañada de un piano. Siempre alegre y melódica. Hace años que no la escuchaba...

"Yumemiru boku ga itemo sore ha sorede boku dakara."

Comenzó a buscar el origen de la melodía con cierta desesperación y entusiasmo. Siguió aquellos cantos hasta finalmente encontrar el lugar de donde aparentemente provenían; una tienda de música.

Entró al establecimiento con cierto nervio y emoción, encontrándose con un pelinegro tocando el piano. Era él. Se quedó parado un momento para no interrumpir al chico y porque quería seguir escuchando esa bonita canción.

Sin embargo, pasados unos minutos más, el desconocido volteó y fijó sus orbes oscuros en el recién llegado al lugar.

-Oh. Bienvenido señor.-

-Eh, hey... ¿Cómo sabes esa canción? - preguntó tímido, tratando de no ser muy ocurrente o descortés.

-Desde pequeño la sé...- se levantó y caminó hasta quedar frente a Sebastian. Era alto. Mucho.

Diferentes caminos, uno para escoger.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora