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Al día siguiente como era sábado me levanté después del mediodía, mi tía ya estaba terminando de hacer el almuerzo y me senté en la mesa, y con mis puños comencé a golpear la mesa varias veces, mientras decía:

- Tengo hambre, tengo hambre, tengo hambre - a modo de coro.

- Levántate temprano, levántate temprano – mi tía también cantó, tratando de imitarme.

- No me da la gana, no me da la gana, estoy muy cansada, estoy muy cansada – seguí y pare porque ya me parecía muy infantil.

El sol que entraba por las ventanas era tan fuerte que me hacía tapar los ojos, me acordé de esas películas de vampiros, mi tía lucía un hermoso vestido con un estampado aunque pasado de moda, pero aun así la hacía ver diez años menos, algo que me sorprendió. Me quedé mirándola y le dije:

- ¿Para donde se supone que va la señorita?

Se quedó mirándome con ojos entrecortados y con un poco de enojo y dijo:

- En serio no te acuerdas para donde vamos hoy – Mientras se detenía de lo que estaba haciendo

- ¿V-A-M-O-S? Me suena a manada.

- En serio, no te acuerdas que te dije el martes que el sábado, es decir, hoy vamos para el cine, me invitó una amiga de otro pueblo a pasar este fin de semana, y te pregunte si querías venir, y tu dijiste que sí, aunque estabas en ese trance en el que a veces te metes.

- No, no me acordaba y como quiera no tengo ganas de ir.

- Pues irás quiera o no, no pienso dejarte sola por dos días corridos. Y te advierto quiero que te comportes, y trates de parecer normal no me hagas pasar una vergüenza, o no iras a ese concierto que quieres ir el próximo domingo.

Al final tuve que acceder porque tenía razón en muchos sentidos: con eso de los trances, me pasa muy a menudo, me hablan y hablan y luego no recuerdo nada, créeme eso me ha traído muchos problemas en toda mi vida, un día le dije que sí a un chico en la escuela mientras me preguntaba si quería salir con él, luego tuve que decirle que no, en otra ocasión el esposo de mi tía, me preguntaba algo que no recuerdo, y yo me quedé callada y me aventó una gran bofetada y son incontables las otras veces que han pasado con mi tía, la verdad no sé en qué me pongo a pensar, pero lo que sí sé es que no recuerdo nada, ni tampoco sé qué es lo que los activa. Sólo puedo decir que pienso demasiado. Y con la amenaza del concierto no me la puedo jugar porque es de un grupo que me gusta mucho y es la primera vez que vienen a este olvidado rincón del mundo.

Me levanté de la mesa después de terminar de comer y fui a mi habitación a cambiarme y cómo íbamos por dos días hice un bulto con otras prendas más de manera que pueda usarlas para salir, aunque por ahora no tengo deseos de nada, tal vez salir y ver personas nuevas me haga cambiar de parecer, y en ese momento esas palabras me golpearon en la cara, «Ver personas nuevas», y sin controlarlo dije:

- ¡Oh mierda!

Odio conocer personas nuevas, es algo que añado a mi lista, no sé qué amiga es de la que mi tía habla, no sé si tiene esposo, esposa (ya no se sabe), hijos, hijas.

- ¡Rayos!

Bueno, el plan es, odio decir esto, ser amable, comportarme y tratar, fingir hasta donde pueda. Pero es innegociable que vestiré mi ropa casual, t-shirts, tenis converse y pantalones, llene un bulto contras piezas, un vestido tal vez, y demás. Ya podía sentir el nerviosismo y el enojo subir por todo mi cuerpo, cuando escuché:

- ¿Ya estas lista? Llegaron por nosotras.

- Si, ya voy.

Tome mi bulto y camine hasta la sala, mi tía estaba aún tomando las llaves, cerrando puertas y ventajas, poniendo candados aquí, asegurando ventanas allí.

- ¡Que paranoica!, no es una prisión de máxima seguridad o la Casa Blanca – dije. Me miró con una mirada, que si matarán, estuviera muerta. Y recordé que probablemente tenía miedo de que Oscar entrara, mientras no estuviésemos, e incluso a mí me embargó el sentimiento y la ayude a cargar su cartera.

Cuando salí a la calle había un auto estacionado, era una hermosa Toyota Prado, parecía último modelo, y dentro había una mujer que nos estaba mirando, mi tía salió y la saludó de lejos y me haló por el brazo, mientras cerraba la puerta. Ambas entramos al vehículo. Y con una mueca en su cara Lucrecia le dijo la señora:

-Bueno Katherine ésta es mi sobrina Ángela.

- Hola mucho gusto – dije esbozando una sonrisa muy parecida a la del "Guason".

- El placer es mío – dijo la señora.

Inmediatamente sentí a la bestia rugir, encendió el motor, y nos alejamos rápidamente de mi vecindario. En ese momento me sentí incomoda porque mi tía siempre obvia detalles como estos, no me dijo con quién, ni cómo íbamos a ir, y ¡boom! Aquí estoy con una completa extraña, era una versión más moderna y linda que mi tía, tenía el pelo corto, ropa muy elegante, todo congeniaba, parecía una persona de un buen nivel de vida. Cuando me di cuenta, me estaban diciendo algo:

- ¿Ángela? ¡Hay esta niña!

- Engels, Si – respondí.

- Pero si Katherine le gusta que le digan Engels.

- ¿Creo que te gustaría saber quién soy? ¿Qué conexión tengo con tu tía? ¿Contigo? – dijo Katherine.

- Si – dije desconcertadamente.

- Soy – hizo una pausa- se podría decir que tu madrina – tenía un voz tan linda que creo ha de cantar muy lindo – conocí a tu tía en "La Gran Superfria" – es el lugar donde trabaja Lucrecia – trabajé ahí por aproximadamente cinco años, mientras iniciaba mis estudios en la universidad, créeme nos divertimos mucho en esos años – le guiño el ojo a mi tía, mientras ella se reía – ella me nombró tu madrina, ya que tus padres no pudieron bautizarte, ella lo postergó, creo que tenías tres años – hizo otra pausa – estás hecha toda una mujercita, y contra todo pronóstico estás aquí, mírate eres idéntica a tu madre.

- ¡Que divertido que te hayan – y hice con los pulgares los signos de interrogación – mi MADRINA, y no me hayan dicho antes, me parece muy divertido – dije con un risa hipócrita y sarcástica.

No lo grande la situación fue que ellas rieron como si fue un chiste verdadero. Luego me sentí muy molesta.

Katherine comenzó a buscar con la otra mano en la guantera, sacó una foto muy vieja y me la pasó. Era mi madre, la tía Lucrecia, ella y otro hombre que no era mi padre. La miré por detrás y decía, Ámbar (El nombre de mamá), Lucrecia, Katherine y Robert CONTRA EL MUNDO. Era tan bella, tenía cabello largo negros como yo, tenía una gran figura, ojos tan llenos de vida, hasta la tía Lucrecia lucia increíble, Katherine no ha cambiado mucho.

- Era muy linda – solo pude decir.

Creo que ese momento evocó un momento en su pasado con mi madre, porque pude notar por el retrovisor que se le aguaron los ojos, ¡genial! Dije, moriremos por a manos de una loca sentimental. Pero se contuvo y continuó manejando.

Me puse los auriculares y escuché música y dormí la mayor parte del camino, por momento veía como ambas se reían con mucha fuerza, ver a la tía Lucrecia en este estado de ánimo me parece muy raro, al parecer guarda la mayor parte de su amargura para la casa, puede ser que esta sea la Lucrecia-Laboral, es lo más suponible es un lugar de bebidas las personas asisten con el fin de olvidarse de dolor, y es lo que al final el alcohol termina evocando. Pero es una faceta buena de ver de vez en cuando.

Pero entre música y los ojos cerrados para hacer creer que estaba dormida, trate de trasladarme a la foto que Katherine me mostró, era fácil ver que eran felices en ese momento, eran jóvenes, fiesteras, hermosas y con el mundo por delante, lastimas que a veces el mundo mientras caminas te pone el pie delante de los tuyos para que caigas y te rompas más que la cara. Es claro ver que para Mamá y tía Lucrecia el futuro de fue muy brillante, como para Katherine y por eso comienza a surgir en mi interior un leve resentimiento contra ella, porque no la llevó consigo por su camino, y así tal vez, sólo tal vez por lo menos ella estuviera viva.

Pero si algo he aprendido, es dejar a los muertos en el cementerio, de lo contrario te atormentan para siempre.    

Déjame VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora