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En ese preciso momento creí que mis ojos se iban a salir de sus órbitas y mi corazón del pecho y cada uno tomaría un lugar diferente en la anatomía de mi cuerpo.

Pasaron unos minutos cuando un joven que aparentaba ser de mi edad, alto y ligeramente escuálido que inspiraba todo lo que a simple vista odiaría en un chico, altivez y arrogancia.

Trate de hacer mi jugada típica de ignorar las personas hasta el momento que era innevitable hablar:

- Hola soy David – dijo el chico con mucha energía y una basta sonrisa.

- Hola soy Engels.

- El es mi "cuidador canino" y la persona en quien confío mis bebes – dijo Katherine.

No fue necesario hablar para que mis ojos dijeran todas las bromas que tenía para el.

- Lindo nombre y !si soy su perrero¡ – señaló sin el menor atisbo de vergüenza y con su mueca en la cara.

- Ya vi – comentario que me anoto un punto en el retrovisor por la mirada que me dio Lucrecia.

- Chicos – interrumpió Katherine como si estuviera acostumbrada a mi brillante personalidad- sabia que se iban a llevar de maravilla, por lo que los llevare a un lugar que me gusta mucho, es muy apropiado para la ocasión.

Mientras conducía fue el momento propicio para David hiciera un escrutinio de mi persona, ese análisis de rayos x que lo chicos son capaces de hacer sin ninguna maquinaria aparente, y justo cuando llegaba a mi cara le fulmine mis dagas hacia su rostro, lo que él entendió como un chiste ya que sonrió con más fuerza.

- Y Engels, ¿Así me dijiste? ¿En qué curso estás?

(En el que no te importa pedazo de escoria social)

En último año.

- Ah pues yo termine el año pasado, justo ahora estoy en un trabajo de medio tiempo en una de las sucursales de la empresa en que trabaja tía Katy.

(Y se puede saber ¿Quién te pidió esa información? A mi me importa en lo más mínimo.)

Waooo que interesante e importante.

Una rabia injustificada que estaba haciendo proyectar la segunda bomba de Hiroshima sobre este chico.

- ¿Y qué harás cuando termines?

- Ser periodista, porque ME ENCANTA hacer preguntas tontas.

- ¡Engels! – dijo Lucrecia – que niña tan amable tenemos aquí – ya agote mis puntos – disculpen todos por su comportamiento últimamente está así.

Justo en ese momento llegamos, era un restaura frente al mar, muy lujoso. Todos entramos, y con avidez un mesero nos condujo a una mesa, nos acomodamos y entregaron un menú a cada uno.

Antes de este momento no se me había ocurrido la necesidad de estudiar chino-italiano para poder interpretar los enigmas que habían en ese pedazo de papel. Por lo que me guié de tía Lucrecia.

En poco tiempo estábamos todos comiendo y disfrutando de algo que fue preparado por dioses.

Estar en ese momento abrió una puerta que tras sí había infinidad de medidas de seguridad y siempre he querido evadir, porque al abrirla me encontraría con respuesta y cosas que no estaba dispuesta a enfrentar, pero sin el menor esfuerzo y como todas esas medidas de seguridad se convirtieran en una la abrí ¿Qué pasará con mi futuro?, esa estúpida pregunta que hizo mi profesor que respondí con esta puerta cerrada, como la responderé ahora que está abierta y un sinfín de miedos y limitaciones atormentan mi visión. Fue en ese momento que mi apetito seso y mi mirada quedo enganchada en la distancia donde un portal en el cielo se abrió y comenzaron a entrar y salir seres de todos los planetas y dimensiones, ¿Dónde se supone que estaré en diez años? ¿O al menos en cinco años?, ¿De qué voy a vivir? Mi tía Lucrecia depende de un mísero trabajo, donde vivo no hay universidades ni muchas fuentes de empleo, y ligeramente no esa incertidumbre fue estremecida por una pisada que momentáneamente cerró el portal hacia otra dimensión y encapsulo la puerta con ese terrible dolor físico. Por lo que mire la fuente de esa pisada con una sutil mirada.

- Engels ¿Dónde estabas? – dijo Katherine - estabas muy ensimismada en tus cavilaciones.

- Perdón solo pensaba en ciertas cosas.

- Bueno aprovecho tu doble presencia corporal y mental – dijo con una leve sonrisa – para dar una noticia muy importante, sé que no he estado muy presente en sus vidas, por lo que he se me ha presentado una importante oferta y es trabajar fijamente en una nueva oficina que se abrirá en Julio de este año y me nombraran con gerente, lo que me dará un estabilidad que según mi madre necesito - la hizo sonreír más.

Todos de una manera u otra hicimos el ademán de sorpresa y alegría, a pesar de todo había algo en ella que inspiraba sinceridad.

-  También aprovecho para hacerte una oferta Engels – casi me atragante cuando escuche mi nombre – seria un placer que cuando termines en Mayo tus estudios vengas a vivir conmigo, así podrás estudiar y trabajar, creo que es una importante oportunidad que quiero consideres.

Al parecer toda la sorpresa fue mía, porque Lucrecia estaba como si comido y digerido ese plato, con anticipación, y sostenía su mirada hacia mi en espera de una obvia respuesta.

- Bueno gracias, pero aun así lo pensaré.

- Esta bien, eso supuse.

Ni siquiera Lucrecia se sorprendió con mi respuesta.

- Espero que exista la posibilidad de que trabajemos juntos - dijo el fantasma de David que resurgió después de haberme olvidado de él.

- Lo pensaré.

Y como si fuera algún tipo de comediante, todo nos reímos y Katherine propuso un brindis por una velada inolvidable. 

Déjame VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora