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Cuando sentí que el vehículo se detuvo abrí los ojos y al parecer llegamos a la gran ciudad, se podría decir así porque es la capital de mi país, República Dominicana, el centro de todo, por así decirlo. Hay muchas tiendas, cines, empresas, edificios, supermercados, e infinidad de lugares para divertirse, ¡Hey eso está emocionante!, pero esa foto arruinó todo sentimiento de diversión.

Katherine continúo manejando y entró en un residencial muy lindo, habían casas realmente grandes, parecía un lugar para personas como supuse de ella, personas muy acomodadas.

Creo que notaron mis ojos como platos y dijo Lucrecia:

- Engels, Katherine es una persona muy importante, trabaja para una empresa de Relaciones Internacionales, por esa razón no la habías conocido porque viaja muy frecuentemente, pero teníamos tanto tiempo sin vernos que aprovechó estás sus vacaciones para reencontrarnos.

- Okey – Solo dije.

Inmediatamente pensé lo presumida que Lucrecia podía llegar a sonar, que me importa que Katempresaria-tiene-mejor-vida-que-tu-en-tu-cara.

Pero en verdad, vivía en un departamento, precisamente en el más alto, y si por fuera era increíble, por dentro era un sueño en decoración y comodidad, realmente lo era, tenía mucho espacio, lo que me hizo decir:

Me imagino que compartes todo este espacio con alguien.

Bueno sí, tengo tres perritos, Preciosa, Terry y JayDi.

Eso me dio risa. Y creo que todas nos echamos a reír.

No, pero en serio vives sola aquí.

Realmente sí, mi vida es tan ocupada que es un repelente para hombres, en verdad me acabo de recuperar de una relación difícil, viajo mucho, estoy poco en casa y eso es duro, pero no te preocupes amo mi vida.

Lo que de una extraña manera me hizo preocupar más en los perros solo en casa, que por Katherine Sola en el Mundo.

Luego no dio un recorrido por el departamento tenía una habitación principal, la de ella, muy grande y un closet que Kim Kardashian sentiría celos. Luego vimos dos habitaciones más, tenía una cocina espléndida, sala y un balcón, y como bono al parecer la azotea también estaba alquilada por ella, y tenía un jardín hermoso una vista como pocas, como vivía cerca del mar, se podía ver el azul y el sol a lo lejos. Sumamente una espaciada muy drástica de lo que estoy acostumbrada a ver, y pensé: ¿POR QUÉ LUCRECIA NO HABÍA MOVIDO SUS INFLUENCIAS EN LA REALEZA ANTES? Que tonta.

Dejamos las maletas en habitaciones respectivas, al parecer una para cada una, para tener nuestros espacios, y que mejor porque en la casa que tenemos nuestros traseros no están adheridos unos a otros por milagro.

Cuando estuve ahí me tiré en la cama, y era como si había recolectado grandes nubes del cielo y las habían modificado para que no se deshicieran y la entraron en el colchón. El baño tenía una tina muy lujosa, me di un baño de 30 minutos, y disfruté el jabón, la tranquilidad por un rato, hasta que Lucrecia entró a la habitación y me gritó:

- ¿Estás?

- No una versión más pomposa de mi – dije.

- Okey, su majestad, solo la interrumpo para decir que en 30 minutos más vamos a salir a cenar.

- Está bien, criada, voy en seguida – dije con voz gruesa, como si fuera la reina de Inglaterra.

Salió de la habitación contigua riéndose pude escuchar.

Me puse un vestido negro y marrón, alise mi cabello que estaba hecho un desastre por cierto, me puse sombra negra en los ojos, un poco de brilla labios, y mis converse negras. Y salí de la habitación, por suerte ambas ya estaban listas sentadas en la sala, y soy sincera casi me pierdo para encontrarla, y estaban hablando, cuando particularmente Katherine me ve sorprendida, y me apuñala su sinceridad:

- No te gustaría que te preste zapatos altos.

- En serio – puse cara de duda.

- Si el lugar es muy lujoso – y si no fuera por la cara de Lucrecia no digo:

- Está bien.

- Y que crees si te prestó un vestido – dice Katherine.

Hay si no, pienso: - No está bien así, solo los zapatos altos.

Y claramente entendió, y saltó del mueble por ellas.

- Que te dije de portarte bien Angela Rosalí Lachapell Montaz – dijo Lucrecia en voz baja y realmente enojada, y sí dijo mi nombre completo.

- Estoy haciendo lo que puedo, si no estás de acuerdo... 

- Aquí están – se dejó oír Katherine – lo bueno es que somos de las mismas proporciones increíblemente.

Lo que aplacó la molestia de Lucrecia y mía, me las puse sin más y aún fue mi tercera o cuarta vez, trastabille un poco, obviamente Katherine y Lucrecia lo ignoraron, y después de varios pasos me acostumbré.

Por increíble que pueda parecer nos detuvimos cerca del departamento de Katherine, tomó su teléfono y dijo: - Ya estoy aqui, puedes bajar.   

Déjame VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora