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Si me preguntan si soy una chica normal la respuesta que daría es: - No. Y mi respuesta es tan rotunda y seca que produce interés saber el porqué. Puedo decir que no me siendo particularmente atada a nada, nunca me he enamorado, no sé lo que es el amor, todo mi mundo gira entorno a una nube gris, una tormenta llena de pesimismo, hipocresía y desagrado por los demás, no tengo amigos y mucho menos amigas. Mis padres murieron en lo típico, un accidente, cuando yo apenas tenía cuatro años, bla bla bla. Ni yo misma sé en qué grado eso me ha afectado, pero simplemente prefiero no pensar en ello. Pues bien, mi vida es totalmente solitaria, y no porque no sea lo suficientemente importante para alguien sino porque cada vez que alguien intenta acercarse termina herido, es lo que yo le llamo " mi campo de fuerzas antipersonas ", no es que tenga un superpoder o algo así, a menos que no permitir que nadie sentimentalmente se acerque a mi sea considerado un poder, pues llámenme la reencarnación de la "Mujer maravilla".

Con tan sólo dieciocho años y en mi último año en la escuela, no tengo ni la más mínima idea de lo que será mi vida en los próximos diez años y si a mí no me interesa, imagínense a ustedes.

                                                                                                                                                      Att: Ángela Lachapell

Cuando terminé de leer mi magnífico monólogo. Dirigí mis ojos hacía las caras de mis aburridos compañeros. Hice un gran esfuerzo por no reírme, explotar en unas consecutivas carcajadas. Pero me contuve por la penetrante mirada de mi maestro, era un señor de unos cuarenta y tantos años, con muchas canas y una expresión en su cara de total decepción y preocupación, como si hubiese visitado el médico y le diagnosticaron cáncer terminal y yo era la última persona que tuviese que escuchar. Esa idea me dio más motivos para reírme y esbocé una diminuta sonrisa con un tono burlón.

- Puede sentarse, Ángela.

- Gracias, pero sabe que me llamo Engels - Digo y para añadir un final de rebeldía, que producirá un daño en mis calificaciones irreversible - y fin de mi crucifixión, muerte súbita – terminé gritando.

Cuando comienzo a dar los pasos necesarios para llegar a mi pupitre, puedo observar que a muchos de mis compañeros no les ha importado en lo más mínimo lo que he dicho, y en otros surtió un efecto parecido al del profesor. Una chica a la cual odio, por cierto, dice en voz alta:

- Que triste por los y LAS - palabras que resalto y dirigió hacia a mí - que le gustan llamar la atención.

Inmediatamente un grupo de mis compañeros soltaron unas carcajadas. Y con rapidez el profesor hizo un intento de calmar la multitud. Ya yo estaba en mi pupitre y de igual manera no me molestó porque la verdad es que lo que dijo la estúpida chica no estaba muy alejado de la realidad. Me gusta llamar la atención de los demás para después enviarlos a todos al abismo. Segundos después sonó el timbre que nos permite irnos a nuestras casas. El verdadero sonido de mi salvación.

- Bien chicos nos vemos el lunes - dijo el señor disgusto, mientras todos lo ignorábamos y salíamos como una estampida de animales salvajes. Gracias-Dios dije a mis adentros, porque el profesor no dijo que me quedara a darme un sermón sobre mi conducta, al parecer ya llegó a la etapa de me importa una mierda los que hagas Engels, mi etapa favorita en la personas que me conocen. Pero es precisamente parte de mi naturaleza causar una mala impresión en todos los que me conocen o intentan hacerlo. Todo lo que hago, digo, mi forma de vestir a estilo "heavy metal" ropa negra, accesorios negros, pelo negro, es mi color favorito y a la misma vez parte de mi política de rechazo a toda forma de vida. Ese día llevaba ropa normal, era día de colores, normalmente era los viernes, y aparte de eso que usábamos en el colegio un estúpido uniforme que casi me hizo vomitar la primera vez que lo vi, tan "femeaburrido". Mientras pienso en eso voy por el pasillo de la escuela y otra vez suelto una pequeña risa, aunque a nadie le importo porque soy invisible para el mundo.

Déjame VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora