Capítulo 7.

73 5 2
                                    

Los lunes a primera hora tengo Religión y normalmente solemos escribir sobre temas que no tienen nada que ver con la asignatura, aunque a veces hay debates.
Hoy es uno de esos días. Y como siempre, Steven habla. Decido no girarme para no mirarle pero comienza a hablar sobre mí.

-Volviendo al tema, yo no entiendo por qué las mujeres son tan difíciles. Me explico profesor: Ellas buscan alguien que las quieran y que estén a su lado, pero cuando nosotros les decimos que queremos algo, se hacen las tontas y hacen cómo que no lo han escuchado. Además, luego vuelven y dicen que sienten cosas, pero nosotros ya no queremos nada-dice Steven muy calmado.
-Perdona, pero no todas las mujeres son iguales. Algunas necesitan tiempo para creérselo, debido a que el chico que le ha pedido o dicho algo hasta ese momento fue un cretino con ellas-le contesto.
-Me acabas de confirmar que el viernes escuchaste lo que te dije, y me has dado a entender que eres cómo las demás.

Y después de decir esto, coge y se va de clase. Todo el mundo me está mirando, y no sé qué hacer. Decido salir y hablar con Steve.

-¿A ti qué te pasa en la cabeza? Sí, te escuché perfectamente, pero no me lo podía creer. ¡Me amenazaste el primer día que entré aquí, me insultaste en el despacho del director, me llamas mocosa en cada momento que nos encontramos, y además me saltas con una tontería de que te intereso! ¿Pretendes que me lo crea?-le digo furiosa.
-No pretendo nada, solo te he dicho que me interesas. No voy a ir detrás de ti para poder salir contigo, pero tampoco voy a dejar de llamarte mocosa.

Al escuchar estas palabras me doy cuenta de que todo es mentira y solo quiere jugar conmigo. Si realmente le interesara no me llamaría mocosa ni me amenazaría. Me vuelvo al aula de Religión, recojo mis cosas mientras se acaba la clase y me voy a la siguiente. Pero mi cabeza solo se concentra en las palabras de Steven.

<<Me interesas>>
<<Mocosa>>

¿Por qué le intereso? Si ni siquiera tengo el cuerpo de las animadoras, o visto como el resto de compañeras. Soy normalita.
Pero intento olvidarme de lo que me ha dicho y decido pensar que todo es una mentira, que solo quiere jugar conmigo. Me centro en las últimas clases que me quedan y después voy a la biblioteca.
Mi padre me ha dicho que coja el coche siempre, no vaya a ser que se haga muy tarde y me toqué volver andando, y me pase algo. Pero visto desde el punto de vista de mi padre, me puede pasar algo vaya en coche o no.

En la biblioteca cojo los libros que necesito y me preparo para los exámenes que tengo dentro de un mes. Son fáciles, pero decido empezar para que no se me eche el tiempo encima. Me siento en una mesa con cuatro sillas y ocupo casi todo el sitio, pero como veo que la biblioteca está casi libre, no recojo mis apuntes y lo dejo todo tirado.

-¿Te importa qué me siente aquí? Es la única mesa que queda libre-me dice un chico moreno muy amable.
-Por supuesto, pero dame medio segundo para recoger todo esto.

Miro el reloj y veo que han pasado tres horas desde que estoy aquí y la biblioteca se ha llenado. Realmente, mi mesa es la única que queda libre, pero por el desorden que tengo, me imagino que nadie habrá querido sentarse a mi lado.
Le ofrezco media mesa al chico moreno y decido continuar con mis apuntes. Al acabar veo que el chico está concentrado, pero me despido de él.

-Perdona por el desastre que viste antes, es muy normal cuando me preparo para los exámenes. Bueno, espero no haberte molestado mucho. ¡Adiós!-le digo sonriendo.
-No, tranquila, yo soy igual. Creo que es normal, sobre todo para los que nos preparamos con antelación. Por cierto, soy Asher Collins y vamos juntos a clase de Religión. Me encantan cuando surgen debates y contraatacas a Steven Foster-me dice riéndose.

La bibliotecaria nos manda callar y empezamos a hablar más bajito.

-No sabía que fuéramos juntos a clase. La verdad es que no tengo muchos amigos por aquí, por no decir ninguno. Soy Azalea Gruber.

Después de hablar unos cinco minutos más, me pide mi número de teléfono y me promete llamarme mañana, después de clase. La mayoría de sus clases se encuentran el en edificio de Ciencias, excepto Religión. Parece buen chico, y me alegro de encontrar un amigo en la Universidad.
Al llegar a mi cuarto, llamo a mi padre y le pregunta cómo se encuentra Lauren. Le explico que hoy he estado en la biblioteca y no he podido ir a casa, que me pasaré mañana para ayudarla. También pregunto por mi pequeño Ian. Mi padre me explica que de momento, las cosas van bien, que se siente cada día mejor, aunque está muy débil comparado con antes del accidente. Cuelgo y decido irme a dormir.

Aparte de que eres una mocosa, hablas de mí con otras personas, cuando ni siquiera estoy delante. Por lo que veo, te gusta atacarme en los debates de Religión. Prepárate para los siguientes, tienes un largo curso por delante.

Steven me ha mandado un mensaje. ¿Steven? ¿De dónde tiene mi número? Comienzo a pensar, pero me doy cuenta de que su "padre" es el director del campus. No sé si contestarle o no, pero tampoco sé que decirle. Me ha sonado a una amenaza, y prefiero dejar las cosas como están.
Definitivamente, me voy a dormir. Estoy muy cansada.

-Señorita Gruber, preséntese en el despacho del director. Es usted una chivata y una mocosa, y por ello le impondrán una sanción. Además, sus notas ya no son de dieces y eso la ha convertido en una más. Ya no destaca señorita Gruber.

Me despierto al oír estas palabras, pensando que puede ser una pesadilla. ¡Pero al abrir los ojos veo a Steven tumbado en mi cama!

-¿Qué haces aquí? Vete, ¡fuera! Te juro que se lo voy a contar al...-pero me paró cuando sé perfectamente que va a llamarme chivata.
-¿Al director? ¿A mi "papá"? No lo hagas, que luego me pega en casa y no quiero llorar-me dice Steven riéndose-Chivata.
-Steven, ¿por qué estás aquí? ¿Cómo has entrado? He cerrado con llave-me explico mientras me tapo con el edredón.
-Azalea, con un horquilla y un par de herramientas puedo abrir hasta la cerradura de tu casa. Pero tranquila, que no sé dónde vives y no lo voy a hacer. Solo he venido a hablar contigo-me dice esto último algo nervioso.
-¿Y tenía qué ser justamente ahora? ¿A las cuatro de la madrugada? No sé tú, pero yo nunca he faltado a ninguna clase y necesito dormir.
-Acabo de llegar de fiesta y necesitaba verte.

Noto que está borracho, por lo cerca que me ha confesado que necesita verme. ¿Por qué viene a decirme esto ahora? ¿Qué le pasa a este chico conmigo? ¿Qué quiere de mí?

-Azalea, estoy interesado en ti. Desde el día que nos chocamos empezaste a gustarme. El día que hablamos con el director, volví para preguntarle información sobre ti. Me pareces una chica diferente, que tiene las ideas claras y lucha por lo que quiere. Por lo que he visto en los debates que tenemos, no das tu mano a torcer y eso me gusta. ¡Me vuelve loco! Necesito saber si podríamos conocernos mejor.

No sé qué decirle, o cómo debería actuar. Acaba de revelar que le gusto, que quiere conocerme. ¿Eso implica tener una relación? Yo no quiero una relación con un chico con su carácter. Pero quizá reaccionó a la defensiva porque no me conocía.

-No sé qué decir, sinceramente. ¿Cómo sé qué no es mentira?
-Porque si fuera mentira no estaría contándote esto a las cuatro de la madrugada borracho. Dime que vamos a poder conocernos, o dame una respuesta al menos. Te llamo después de las clases, voy a descansar.

Tu alma es míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora