Después de mi fin de semana en casa, vuelvo a las clases.
El día transcurre bien, hasta que mi profesor de última hora me anuncia que debo ir a hablar con el director. ¿Qué he hecho?
Camino por el campus, apresurada para no llegar muy tarde y me dirijo a llamar a la puerta cuando oigo una voz desde dentro que dice que pase.-¿Señorita Azalea?-pregunta el director.
-¿Sí?-le digo mientras veo a un hombre delgado con traje sentado en la silla de su escritorio.
-Soy el director Paul Howard. La he llamado para felicitarla por sus notas, he visto que solamente tiene matrículas de honor. También quería comentarle que hace unos días vi que tuvo un incidente en el edificio de Ciencias. Respecto a eso...
-No sucedió nada, solamente me choqué con un chico-me apresuro a decir antes de que acabe la frase.
-Ese chico es mi hijo, y en unos minutos estará aquí para pedirte disculpas por el modo en el que te trató.¿Cómo? ¿El chico que me gritó y me agarró del brazo es el hijo del director, un hombre tan amable y educado?
-¿Azalea, me has oído?-me pregunta el director mientras me saca de mis pensamientos.
-Sí, discúlpeme.En ese mismo instante la puerta se abre, y me imagino que será el hijo del director, ya que decido no girarme.
-¿Qué quieres?-pregunta maleducamente a su padre.
-Te he llamado para que hables con Azalea Gruber y la pidas disculpas por tu comportamiento el otro día con ella.
-¿Pretendes que pida perdón a esta mocosa? ¿Una niña que acaba de entrar en la universidad, que seguro que estudia para sacar dieces? La próxima vez que mire por donde va y deje el móvil.
-¿Cómo qué mocosa y niña? ¡No tienes idea de quién soy y cómo soy! Y no tienes ningún derecho a meterte conmigo. Si tanto te molestó que me chocara contigo, pues lo siento-le digo mientras siento que me estoy enfadando.
-La próxima vez mira por dónde vas y no tendrás problemas conmigo, Azalea-me dice muy tranquilo.
-Ya basta Steven. Pídele disculpas y vete a clase. Te pasaste con ella-le dice su padre.De malas maneras, Steven se disculpa y decide irse del despacho. Se le oye reírse mientras camina por el pasillo de vuelta a las clases.
-Perdóname Azalea, no sé qué le ocurre a mi hijo-me dice el director Paul.
Asiento y le prometo que la próxima vez intentaré no chocarme con Steven, mientras salgo del despacho.
Pero la cosa no acaba aquí, porque veo a Steven esperándome en la puerta del final del pasillo.
Intento hacer que no lo he visto y tomar otro camino, pero noto como viene detrás de mí. ¿Ahora qué he hecho? Si hasta he pedido disculpas.-Eh, ¿vas a parar? ¿Quieres dejar de caminar y hablar conmigo? Sé que me estás evitando-me dice mientras intento tomar varias direcciones.
Veo que no tengo solución y decido dejar de caminar. Estamos en medio del campus y no hay nadie, todo el mundo está en clase. Tengo miedo, ¿y si me hace algo? Simplemente nos chocamos en un pasillo.
-¿A ti qué te pasa en la cabeza? ¿Tenías que ir al director a chivarte y comentarle que dije que mirases por dónde vas?-me pregunta Steven gritando.
-¡Yo no he ido a chivarme al director, ha sido él quién me ha llamado a su despacho y me ha felicitado por mis notas! Luego me dijo que eras su hijo y que vio como me trataste el otro día-le contestó malhumorada.
-Con qué eres una empollona, ¿no? ¿Y te dijo qué soy su hijo? Ese hombre no es mi padre-me dice riéndose.Al ver que sigue riéndose decido continuar caminando y dejarle solo, pero vuelve a agarrarme del brazo y no me suelta.
-Suéltame, no te he hecho nada-le digo. Veo que sigue riéndose y me agarra más fuerte-Por favor, suéltame. Por favor-le suplico.
Al ver mi cara decide soltarme, pero me avisa que cómo vuelva a chocarme con él o le mire a la cara, esto no va a quedar así.
Llevo menos de dos semanas en la universidad y ya he conseguido un enemigo, uno que da mucho miedo, que está repleto de tatuajes en los brazos, y no tengo ningún amigo.
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Tu alma es mía
Novela JuvenilElla, una chica buena, él, un chico malo. Ella, un corazón puro, él tenía el alma negra. Ella sin ningún error cometido y él todo lo contrario. Se evitan continuamente sin saber que están destinados a que sus caminos se junten.