Prólogo

183 5 1
                                    

—¿Podrías decirme qué es lo que le mandaste? Está devastada.

—Su recuperación está tomando más de lo que suponíamos, la necesitamos, ¿entiendes eso?

—Nada de lo que dices responde a mi pregunta.

Marcel suspiró por el teléfono.

—Zacarias... debes entender que todos nos preocupamos por ella. Lo que le mandé... le hará bien al final del día.

—¿Todos? ¿De verdad? Deja que me ría dado que soy el único que no se movió de su lado.

—Y lo mal que haces. Te advertimos del mal que le causas, eres un recordatorio de todo lo que sucedió aquí.

—No la voy a dejar.

—¿Sabes algo, muchacho? Kiki solía decirme que en su pequeña había una chispa, y yo no podía estar más de acuerdo, pero también me advertía de cómo la apagaban constantemente, aunque se empeñara por volver a encenderse. Sus padres lo hicieron, te invito a que recuerdes cómo termino eso, Régine también, aunque lo suyo fuera una noble causa... No seas tú la siguiente persona en extinguir esa diminuta chispa, temo que sea la última.

Zac no supo qué responder y Marcel cortó el teléfono sin despedirse, sabía que las posibilidades de ablandarse y darle la gran noticia de que volverían a abrir el Instituto y limpiar el nombre de Amelia eran muy grandes. Y ni hablar de aquel otro... tema; la policía no podía perder más tiempo, era hora de sacar a Diana de su escondite, era hora, entonces, de que la heredera del imperio Étoile estuviera en boca de todo el mundo.

Mírame (Diez Estrellas #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora