Capítulo IX

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Ahora estaba más segura que nunca de que Rodrigo tenía algo que ver con esto, tenía que hacer que pague lo que hizo.

Él no estaba solo en esto, tenía una aliada, alguien que no conozco y si él tenía quien lo apoyara yo también necesitaba un aliado, alguien que me ayude a destapar que Rodrigo es el culpable.

—No sé si sea lo correcto

—Vamos Gaby eres mi mejor amiga, no me dejes sola en esto—le supliqué, y yo odiaba suplicar.

—Pero necesito que me prometas algo—decía amenazante, sus condiciones siempre son realmente extrañas, no puedo imaginar cuál condición tiene en mente, pero sé que no será fácil cumplirla— sólo así podré ayudarte— estaba jodida, tenía que aceptar.

—¿Cuál es tu condición?

—Que nadie se entere de que estoy en esto, no puedo dejarme descubrir de nadie, ni de tu padre o alguien de confianza. Promete que nadie nos descubrirá y lamento decírtelo pero si nos descubren afrontarás esto tú sola.

¿!Qué?! Gaby estaba sonando a Julia, parecía que Julia estaba en su cuerpo. Daba lo mismo si no aceptaba prácticamente estaba enfrentando esto yo sola, como si Gaby fuera sólo mi imaginación.

Fui camino al trabajo, había llegado tarde y de alguna manera tenía que entrar sin que se notase.

Entre silenciosamente al restaurante sin llamar mucho la atención dirigiéndome a la cocina; cuando me dirigí allá antes de al menos apoyar mi bolso en una de las sillas escuché a Ana Belén hablar por teléfono, estaba bastante alterada como si le temiera a algo.

Estaba ella de espaldas sobre mi, no había notado para nada mi presencia, me quede ahí de pie sin hacer ruido, no quería molestar su llamada y también me asustaba que me golpeara, ella me detesta.

—¿Quieres decir que alguien estaba en la casa?—parecía interesante la conversación—eso quiere decir que alguien sabe lo que hicimos, Rodrigo nos van a descubrir—¡Ella era la chica desconocida! Cómo no lo pensé, ella detesta a Julia.

Me escondí tras la pared y ya me estaba cansando esto de tener que ocultarme para no correr peligro, y tarde o temprano me descubrirían.

—La maldita esa no ha llegado de trabajar—seguía en el teléfono—nos ha facilitado vigilarla desde que entró a este restaurante—...—sí como no, tengo que trabajar.

Me fui rápidamente a atender una mesa para disimular que había escuchado algo.

Me han estado vigilando ¿Desde cuándo? ¿Planean acaso desaparecerme a mi también? No podía permitirlo, yo estaba un paso más adelante que ellos, yo podía hacer que ellos cayeran primero.

—Buenas tardes.

—¿En qué te puedo ayudar, Heidi?

—Aunque no lleve aquí mucho tiempo, bueno pues casi un mes—no quería hacer esto pero tenía que—quiero pedir mi renuncia.

—¿Por qué?

—Empiezo mis estudios de nuevo—sonreí, no quería mentirle pero había sido tan buen jefe todo este tiempo que en realidad no quería que pensara que iba a renunciar porque sí.

— Heidi, me alegra que por fin vuelvas a la escuela, te lo mereces.

—Sólo quiero pedirte un favor más, por si no te molesta.

—Claro que no, sólo pídelo.

—No le digas a nadie porqué renuncie.

—No tengo necesidad de hacerlo, espero que puedas volver pronto.

¿Dónde está mi hermana?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora