Capitulo IV

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Siento frío y me duele la cabeza, veo borroso y escucho a alguien hablar pero no puedo oír claramente lo que dice miles de imágenes me vienen a la cabeza, estoy perdida.

—Oye muchacha, ¿te encuentras bien?

—¿Dón... dónde estoy?

Empiezo a mirar a mi alrededor, esta oscuro y me encuentro tirada entre bolsas llenas de basura, me he perdido. Parece ser de madrugada por la luz que veo reflejada en el cielo, algo está mal me duelen las manos.

—Tranquila, te llevaré a casa si quieres.—me dice aquel chico extraño, parece un poco mayor que yo, no puedo ver bien su rostro tengo borrosa la vista y sé que nota mi expresión confusa.

—¿Dónde vives? Es muy peligroso que sigas acá.

—¿Qué hora es?

—Son las tres de la mañana ¿vienes o no?

Me ayudó a levantarme, y me lleva en su auto bastante mareada.

—Estoy algo perdida, no sé exactamente dónde estoy— no preste mucha atención cuando me respondió simplemente seguí hablando esperando poder recuperar la memoria.

—Entonces dime ¿por dónde vives?

—En Wynwood— en realidad no vivía exactamente en esa calle pero era bastante cerca a casa.

— Esta algo lejos de aquí pero nos dará tiempo para hablar— después de que dijo eso sentí un escalofrío, qué tal fuera un violador, qué tal robara órganos podía ser un asesino o probablemente quería venderme y me obligara a hacer trabajos sexuales.

—¿Cómo te llamas? Quiero asegurarme de que puedo confiar en ti.

— Me llamo Brath ¿Cómo terminaste allí botada?—¿y si mentía? ¿Y si no es su nombre y sólo quiera aprovecharse? No tenía opción, quién más se ofrecería a llevarme a casa.

— No puedo recordar nada de lo que pasó anoche ¿Qué haces tú por ahí a las tres de la mañana?

— Estaba buscando algún lugar para comprar comida pero todo estaba cerrado ¿Qué estabas haciendo anoche acaso?—¿Quién coño compra comida a las tres de la mañana? Este tipo me daba mala espina.

— Te acabo de decir que no recuerdo nada ¿Comes a las tres de la mañana?

—¿Por qué tantas preguntas? Entiendo que desconfíes de un desconocido pero estoy ayudándote.

— Lo siento, estoy realmente preocupada, no sé porqué estaba yo ahí.

— No me has dicho tu nombre.

— Heidi—¡Maldita sea! Pude haber dicho un nombre falso, al fin y al cabo no lo volvería a ver, supongo.

Cuando pude por fin llegar a casa creí que todos mis miedos sólo serían parte de la locura en la que me encontraba, Brath me acompañó y abrí la puerta. Revise mi habitación y la de mi padre, la cocina los baños pero no había nadie, un vacío me invadió y empece a sentirme preocupada, la realidad me había dado un golpe fuerte, como si me abofeteara y me pidiera reaccionar.

—¿Papá?...¿Julia?—grite por la casa casi sollozando, ¿acaso perdí a mi familia?.

—No llores, busquemos en dónde tú quieras a tu familia.

—Quiero descansar puedes irte si quieres, gracias por tu ayuda— la verdad sólo quería deshacerme de él, me resultaba un desconocido y no le tenia demasiada confianza para que siguiéramos pasando tiempo.

—Llama si necesitas ayuda—empieza a sacar de su bolsillo un bolígrafo y busca un papel en el que escribe un número.

—Está bien.

¿Dónde está mi hermana?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora