Octava Parte

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Silencio, es lo que emanaba su hogar. A veces sólo se quedaba admirando la pecera que le habia regalado su abuelo. ¿Pero porque se sentía solo si él era el alma de las fiestas?

Observó una vez mas aquella maldita pecera, se sentía frustrado. Quería salir de su casa. Su madre en cambio sólo rondaba como una loca con su celular en el oído. Discutiendo que su guardia había pasado hace horas y la querían en el hospital para cubrir al compañero irresponsable.

Fastidio. Era lo que pensaba el rubio ante aquella situación de ocio.

Ya no podía estar ni un minuto más dentro de su propia estancia. Tomo las llaves de su motocicleta y salió por la puerta trasera. Al salir, quitó el seguro de su moto color azabace. Al ver aquel color. Su miembro se endurecia por recordar a amor su gemir mientras esté lo penetraba con fuerza.

Tenia que verlo, y asegurarse de que llegase a casa. Subió a su moto ye introdujo la llave para arrancar el motor e irse.







*********

-¿Que haces aquí? -El azabache confundido y molesto pregunto a la enorme figura masculina que se hallaba fuera debajo del umbral en su casa.

-Vengo a ver a mi novio. Y claro y de pasó a dejar esto -El rubio saco de sus bolsillos un celular, que evidentemente el dueño era el chico de ojos oscuros.

El menor suspiro. Tomo el aparato y enfocó la mirada al chico rubio debajo del umbral de la puerta principal.


-¿No me dejarás pasar?- pregunto el rubio con cierto tono de burla. El azabache sonrió ante aquella insinuación.

-¿Seguro que sólo viniste a dejarme eso?

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⏰ Última actualización: Apr 16, 2017 ⏰

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NINFÓMANO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora