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Su cuerpo se sentía pesado. Aún así, sabía que estaba arropado y que la ligera corriente fría que circulaba por el lugar no era capaz de alcanzarlo. Frunció el ceño: ¿era así como se sentía la muerte? Quiso abrir los ojos pero se sentía muy cansado y no tardó de nuevo en caer en un sueño profundo. Ese episodio se repitió durante cuatro días, hasta que al quinto día, fue capaz de abrir los ojos y darse cuenta que se encontraba en su habitación.

Rápidamente, se levantó y el mareo por el esfuerzo casi lo hizo caer de nuevo sobre los almohadones. Dos sirvientes acudieron a su encuentro y lo retuvieron, acomodándolo hasta que quedó sentado, observando todo con asombro.

—¿Qué pasó? — atinó a decir. Estaba allí uno de sus soldados, de sus hombres de más confianza.

—Oh, qué alivio verle despertar Majestad — dijo el hombre sonriendo — creímos que no lo lograría.

Steve comenzó a observar hacia todos lados, buscando a Bucky. Si él estaba con vida, quizá él también. —¿En dónde está él? — quiso levantarse pero los sirvientes lo retuvieron — ¿está bien?

—Tranquilícese — el hombre se acercó y se sentó al borde de la cama — han pasado cinco días desde que le encontramos en la orilla de la playa. Sabemos que la huída de la princesa fue un duro golpe. El reino entero está indignado — hizo una pausa — si no hubiera sido por Bucky, que asumimos fue quien lo encontró en la playa, no sé qué habría pasado.

—¿En dónde está? — quiso levantarse de nuevo pero volvieron a retenerlo — ¿está vivo? — sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Está en la habitación contigua. Está vivo, pero estaba igual de mal herido que usted.

Steve abrió mucho los ojos y entonces cayó en cuenta de los vendajes sobre su torso y sus piernas. Exactamente las mismas heridas que había visto en el torso y cola de Bucky cuando lo arrastró a la playa. ¿Qué significaba eso?

—Pero... ¿ha despertado?

—Aún no, pero las heridas están sanando rápido, al igual que las suyas.

El rubio no quiso preguntar cómo es que Bucky estaba allí, a pocos metros de él y posiblemente convertido en un humano.

—Debo verle... por favor.

Los sirvientes se vieron preocupados, pero al final asintieron. Le ayudaron a levantarse y poco a poco lo llevaron caminando hasta la habitación contigua, donde un recién despierto Bucky observaba extrañado su entorno.

—¡Oh Bucky! — exclamó Steve recuperando casi de inmediato sus fuerzas, soltándose del agarre de sus sirvientes y corriendo a los brazos de su amado. Tanto el soldado como los otros dos hombres se retiraron en silencio, sabiendo que era un momento sólo para el Rey y su peculiar guardián.

—Steve — murmuró el castaño, acariciando los rubios cabellos y aspirando su aroma — ¿cómo es que estoy vivo?, ¿por qué estoy de nuevo en forma humana si no tengo mi gema?

—No lo sé — contestó el rubio — no lo sé Bucky... cuando llegaste a mí creí que habías muerto en mis brazos... lloré tanto — acarició sus mejillas y sonrió al ver el dulce rostro de su tritón — me sentía destrozado... me sentía culpable porque te rechacé por temor a que todo fuera una ilusión — lo abrazó con más fuerza — clamé con fuerza al océano y creo que me escuchó.

—¿Clamaste al océano? — Bucky alzó las cejas.

—Sí... le pedí que no te apartara de mí... que le daría lo que quisiera de mí.

El castaño jadeó y tomó a Steve de los hombros, viéndole incrédulo. Luego, sin perder tiempo, abrió la camisa del rubio y observó su pecho... tenían la misma cicatriz a nivel del corazón, blanca y con una temperatura más cálida del resto de piel. Steve alzó las cejas.

—El océano concedió tu deseo — Bucky sonrió — unió de alguna manera tu corazón al mío... es por eso que sigo con vida... y es por eso que tú ganaste las heridas que existían en mi cuerpo.

—¿Quiere eso decir que estamos unidos por siempre? — Steve pasó su mano por la cicatriz en el fuerte pecho de Bucky.

—Sí... me parece que por siempre Steve. No podemos vivir sin el otro.

—No vamos a vivir sin el otro — el rubio pasó sus brazos por el cuello del castaño — te pertenezco y me perteneces... por siempre.

—Técnicamente aún no sellamos ese trato — Bucky sonrió de manera traviesa, lo que provocó un enorme sonrojo en Steve.

—Entonces... hazme tuyo y sellemos todos los tratos — Steve sintió su estómago dar un vuelco, pero no se retractaría de sus palabras. Buscó los labios de Bucky y el castaño no se hizo del rogar, entregando en ese beso todo el amor que profesaba hacia su compañero, su pareja... su único amor.

FIN

The Sea In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora